El Yuli, que no cree en edad ni en lesiones, es sin dudas la figura

Por Alexander García Milián Las imágenes chocan una tras otra en mi mente; llegan sonrisas, gestos de rechazo, ceños fruncidos que se pierden en la cautela para no explotar; con Yuliesky Gurriel las cosas fueron un día así, intermitentes… altas, bajas, amor, odio; paso de héroe a traidor, de traidor a héroe, fue tanto y […]

Por Alexander García Milián

Las imágenes chocan una tras otra en mi mente; llegan sonrisas, gestos de rechazo, ceños fruncidos que se pierden en la cautela para no explotar; con Yuliesky Gurriel las cosas fueron un día así, intermitentes… altas, bajas, amor, odio; paso de héroe a traidor, de traidor a héroe, fue tanto y luego fue nada, ahora lo es todo, quizás en la cumbre del éxito, sin excesos de bombos ni platillos, ahora es figura, es el que prometió y todos aplauden.

En los últimos entrenamientos de primavera, en un juego contra los Mets de Nueva York, Yuli, dio doblete de línea por encima de tercera, luego cohete al center; lució suelto, cómodo, los narradores de la transmisión- en inglés, en MLB Network- hablaban de que era una figura establecida, una pieza fundamental en su equipo, los Astros de Houston.

Es Yuliesky que no cree en edad, no cree en lesiones, está más saludable que nunca y en su cuarta temporada en Grandes Ligas, ya ha despejado toda duda, bueno lo hiso hace rato pero los mediocres, los envidiosos, los que no soportaban ver que bateaba más de 300 en todas las Series Nacionales, esos que lo rechazaron cuando estaba en Sanctis Spiritus, los que lo detestaron en La Habana; esos ahora rabian, escupen, maldicen y el Yuli le da batacazo a Kershaw en la final de la Serie Mundial de 2017, bueno le da línea todos, incluso se le suben los zumos y  se burla de Yu Darvish, pero es así, tiene que ser así pues sino lo aplastan.

Ya las experiencias laceran el sentido común, le gritan, lo abuchean en el Mella, en el Victoria de Girón, en el Capitán San Luis; Yuli pierde los estribos, sus hermanos también, es mucho con demasiado y en la última temporada en Cuba, la revienta, batea para más de 400- casi 500, va a la Serie del Caribe, y entonces da el salto definitivo, se va del equipo – se va con su hermano en busca de un sueño, la MLB-.

_ “… Lo que quise fue probarme, demostrarme a mí mismo que podía jugar aquí y rendir…”- alega el Yuli en una entrevista ya en Estados Unidos.

Y el hombre demostró, sigue demostrado, ganó el anillo con Houston- nunca gano en Cuba- peor ahora en el momento bueno, en el lugar donde hay que hacerlo lo hizo y hay que callarse, quitarse el sombrero y saludar.

Si en esta campaña el Yuli da 20 jonrones y llega o sobrepasa la marca de 100 impulsadas, si eso sucede… señores- ¡Sayonara!- De aquí 15 años o 20, por ley, por obligación, habrá que hablar de él, quizás sea porque este en una papeleta marcando su turno para Cooperstown.

Nos vemos a la vuelta.

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