El 55 es un número que encierra gran significación para el jardinero central del equipo de Matanzas, Eduardo Blanco Díaz. El oriundo de Martí no solo luce dicho dorsal en la franela de los Cocodrilos, sino que precisamente en la edición 55 de nuestros clásicos nacionales abandonó definitivamente la lomita para integrarse al plantel yumurino en su posición actual.
«Decido establecerme como jugador de posición porque no me llamaron a la preselección matancera en la Serie 54. A pesar de que lanzaba, siempre había querido batear», aseguró Blanco en entrevista exclusiva para SwingCompleto.
En la más reciente campaña 2019-2020, Eduardo Blanco sobrepasó por segunda vez en su carrera los 300 de average ofensivo al batear para .308. Él pegó un total de 106 imparables (la mejor marca de su vida), 14 dobles, seis triples y siete jonrones. Impulsó a 53 compañeros y pisó el home plate en 63 ocasiones. Nunca antes produjo tantas carreras como en esta temporada (109). Robó 10 bases y lo capturaron cinco veces.
Pero ¿Por qué Eduardo Blanco encontró el pico de su forma deportiva en la segunda fase del campeonato? Acerca de este particular aseguró que «durante la pretemporada, me preparé para 90 juegos, en vez de 45, razón por la cual no empecé bien. Debo ajustarme para la próxima Serie en pos de equilibrar mi rendimiento en ambas partes del torneo».
Otro de los renglones destacados del center field de la selección de la Atenas de Cuba resultó su defensa. Blanco no cometió errores en 88 partidos, 723.1 innings y 209 lances, motivo suficiente para designarlo Guante de Oro. Al decir de Blanco «el entrenamiento, la concentración a la hora de realizar los lances y el no desesperarse en fildear y tirar propiciaron dicho resultado».
A los largo de cuatro playoffs madero en mano, el diestro bateador exhibe línea ofensiva de 379/423/515 con dos cuadrangulares, 13 traídos al plato e igual cifra de anotadas. No obstante, de sus 75 comparecencias en postemporada, 38 fueron en esta última donde Matanzas acabó con los fantasmas de la era Víctor Mesa.
«Antes carecíamos de unidad y familiarización entre atletas y entrenadores. Jugábamos con más presión. Este año fue todo lo contrario. También el factor suerte influyó, porque los refuerzos nos ayudaron en todos los sentidos», admite Eduardo, quien pensó primeramente en su novia, su madre y su fallecido padre luego de conseguir el título.
Blanco viajó después con Matanzas a Nicaragua para efectuar dos choques amistosos contra la selección pinolera absoluta y dos frente a la Sub-23 de esa nación. Aunque en el tope conectó de 11-3, resultó una experiencia inolvidable «Ellos tienen un béisbol parecido al nuestro, pero poseen más profesionalidad».
En cuanto a la nueva estructura de la Serie Nacional, Eduardo Blanco considera de gran importancia que exista una mayor cantidad de partidos en el calendario.
Mientras la pandemia por el nuevo coranavirus Covid-19 causa estragos en el planeta, Eduardo Blanco busca mantener su físico con pesas, bolas bombeadas, batintín, los golpeos de una goma con un bate, corridas, abdominales, entre otros ejercicios.
Todavía hoy y a la espera de que vuelva a la normalidad el cauce de la vida y por lo tanto del deporte, resuenan en los oídos de quien escribe estas líneas, las exclamaciones del público en el Estadio Victoria de Girón cada vez que Blanco estiraba sus extremidades superiores en el aire para concretar una de las tantas espectaculares atrapadas con las que deleitó a la afición.