«El que disolvió La Habana en Artemisa y Mayabeque fue alguien ajeno al béisbol»

Por Andy Lans    Escuchar el nombre de Ernesto Molinet, nos remite a ese color rojo vino, casi marrón, vestido por el avezado bateador durante su paso por los equipos Vaqueros de La Habana y Huracanes de Mayabeque.    Según refiere la Guía Oficial de Béisbol, Molinet exhibió línea ofensiva de 300/420/472 con 97 cuadrangulares, […]

Por Andy Lans

   Escuchar el nombre de Ernesto Molinet, nos remite a ese color rojo vino, casi marrón, vestido por el avezado bateador durante su paso por los equipos Vaqueros de La Habana y Huracanes de Mayabeque.

   Según refiere la Guía Oficial de Béisbol, Molinet exhibió línea ofensiva de 300/420/472 con 97 cuadrangulares, 462 anotadas y 488 impulsadas en una decena de Series Nacionales.

   El diestro toletero archiva un dato extremadamente curioso en su paso por nuestros clásicos domésticos: En par de ocasiones, consiguió pegar dos jonrones en un inning. Frente a los Piratas de la Isla de la Juventud en 2009, y contra Metropolitanos en 2011. De este modo, Molinet se unió a los santiagueros Fausto Álvarez y Alexei Bell como los únicos en lograr esta hazaña.

¿Recuerdas tus primeros pasos en la pelota?

   —Mi papá y mi padrino me llevaron a jugar desde niño. Ellos inculcaron en mí el amor hacia el béisbol. Cuando mis padres se mudaron de Alamar a Santa Cruz del Norte, inicié los entrenamientos de manera más específica. El profe Rubensito comenzó a desarrollarme como pelotero.

   »Con 8 años, incursioné en la categoría 10-12 de la preselección de La Habana. A los 10, formé parte de mi primer equipo Cuba, ese resultó mi debut internacional. Así escalé sucesivamente la pirámide en los seleccionados cubanos, hasta que choqué con uno de mis entrenadores en la adolescencia.

  »El profesor Jorge Arouca, de la EIDE Máximo Gómez, me separó del béisbol sin explicación alguna. Llenaron de mentiras a mis padres y a los que me seguían en mi pueblo. Casi dejo la pelota, sin embargo, cambiaron al entrenador y recibí mi oportunidad de la mano de Miguel Justiniani. Volví al equipo Cuba con 16 años y asistí al Mundial Juvenil en Canadá.

   Ernesto Molinet alcanzó su máxima cifra de cuadrangulares (18) en las Series XLVII y L. No obstante, sobrepasó el centenar de hits (102) solamente en la Serie 2008-09, campeonato ganado por sus Vaqueros. Entre 2008 y 2012, bateó por encima de 300 y estampó un porcentaje de embasado (OBP) superior a 400.

En aquella épica final Habana-Villa Clara, cometiste un error costoso en el penúltimo juego, no obstante, pegaste jonrón en el siguiente desafío ¿Qué pasó por tu mente durante esos momentos?

   —Sentí mucho dolor por ese error. Me encerré en la habitación, no sabía qué hacer. Pude levantarme gracias al ánimo de mis compañeros y a la llamada telefónica de mi padre.

   »Resulta complicado salir a un estadio con el 90% del público encima de ti. Al pegar el jonrón, desahogué un poco la rabia que traía del día anterior. Sin embargo, cada vez que la gente te para en la calle, primero te hablan del error, luego te mencionan el batazo, pero la equivocación no se borra.

¿Qué significó para ti la repartición de tus Vaqueros de La Habana entre los nacientes territorios de Artemisa y Mayabeque?

   —Te responderé como pelotero, persona, aficionado y cubano. Eso lo orientó una persona ajena al béisbol. No pensaron en jugadores, seguidores, INDER, ni nada. ¿Cómo un conjunto que llevaba ocho campañas en postemporada podría disolverse? ¿A quién se le ocurre?

   »En la división de la provincia no me meto, pero ¿Y el equipo? Podíamos representar tanto a Artemisa como a Mayabeque. Hubiésemos disputado medio calendario como local en San José y la otra mitad en Artemisa.

   »Solo puedo decir que resultó un desastre. Si conformar un plantel competitivo toma años ¿Imagínate dos? Realmente acabaron con el sentimiento de todo un pueblo.

¿Te dieron alguna justificación al descartarte de los seleccionados nacionales cubanos? 

   —En 2011, rendí como nunca en la Serie Nacional. Cuba afrontaría eventos internacionales en Canadá y Holanda, además de los Juegos del ALBA desarrollados en Barquisimeto, Venezuela. Realicé el viaje directo a tierras venezolanas porque, según los dirigentes, no daba tiempo para una preselección de cara a tantos torneos, entonces, asistirían directamente los de mejor actuación dentro de Cuba.

   »Gracias a Dios, lideré casi todos los departamentos en los Juegos del ALBA y colaboraré con la medalla de oro. Al regresar, los altos funcionarios del béisbol nos esperaban en el aeropuerto. Ninguno se me acercó para felicitarme.

   »Finalmente, armaron una preselección en el Latino. Dijeron que llevarían a dos inicialistas. Me acerqué a José Dariel Abreu para dejarle claro que me eliminaría con cualquiera menos con él. Pito era y es uno de los mejores del mundo en dicha almohadilla.

   »Empezaron a traer para primera a gente de los jardines, la receptoría y el cuadro pero yo seguí desaforado al bate. Víctor Mesa me quería en ese equipo, pero al parecer, yo constituía un problema para ciertas personas.

   »Luego, sostuvimos un tope contra una delegación de Puerto Rico. Alineé en el segundo partido y terminé en blanco después de cuatro turnos. Ahí aprovecharon para eliminarme. Alegaron que a pesar de que llevaba varias temporadas a buen nivel, necesitarían una sola primera base. Se les olvidó que yo defendía otras posiciones.

   »Años antes, Esteban Lombillo, prescindió de mí para el Cuba cuando le debía en gran parte a mi desempeño con los Vaqueros, su puesto como manager de la Selección Nacional. En la misma guagua, los peloteros lo llamaban “abusador”. Eso también le trajo problemas en el conjunto Habana, porque no se explicaban como le dio un golpe tan bajo al hombre que lo puso como director del Cuba.

   Ernesto Molinet participó en su último circuito cubano durante la versión 52 del mismo. Reforzó a los Elefantes de Cienfuegos en la segunda mitad de la competición. Más tarde, buscaría darle rumbo a su carrera en México.

   Al arribar a suelo azteca, el “Molino de Santa Cruz” mostró su calidad en la Liga del Norte de Coahuila. En la temporada 2014-15, pasó por la Liga Mexicana del Pacífico con los Cañeros de Los Mochis. Al servicio de Los Verdes, Molinet conectó para 252 con 10 extrabases y 11 empujadas en 45 desafíos.

   «Existen notables diferencias entre la pelota de México y la de Cuba. En la Serie Nacional se juega distinto al mundo entero, te lo digo porque también tuve experiencia en Guatemala. Los cubanos jugamos con más amor, nos cuidamos menos, no tenemos un pensamiento extradeportivo, le ponemos todo el deseo, solo nos interesa ganar. Ya en México, tratas de tener mejores números individuales para aumentar tu salario. Ves el béisbol como tu trabajo y no como un simple juego», acotó Molinet en referencia a su paso por el extranjero.

¿Qué motivos tenías para volver a jugar con los Huracanes de Mayabeque?

   —Debido a mi pasión por este deporte, no requería de muchos motivos. La dirección de Mayabeque aceptó de inmediato mi reincorporación. Sin embargo, empecé un proceso de reunificación familiar y me negaron representar a Mayabeque puesto que las autoridades no confiaban en que una vez concretados mis trámites, saldría del país sin problemas. Tenía que cumplir un contrato y mil trabas que ponen en la Serie Nacional.

   A sus 36 abriles, Ernesto Molinet reside en Las Vegas, Estados Unidos. Muchos de los que seguimos la pelota cubana desde hace varios años, quedamos con la añoranza de contemplar nuevamente sus conexiones oportunas.

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