Por Darien Medina
Gerardo Leroux Batte hace dos décadas es parte del desarrollo del béisbol francés. A ese país llegó después de cumplir durante cinco años asesoría técnica en Italia específicamente en la isla de Cerdeña.
«Tenía 33 años, era la primera vez fuera de Cuba, en el primer año gané el campeonato de Italia para la isla, que nunca lo había ganado», recuerda.
Su padre Orlando Leroux formó parte de la pelota profesional cubana y luego en la Serie Nacional bajo su mando llevó a Agricultores en 1975 al título nacional. Esa no fue su única experiencia como manager, pero sí las más sobresaliente; sin embargo, a su hijo nunca le dio apoyo para dedicarse a la pelota y eso a Gerardo todavía le sigue resultando inexplicable.
«Una cosa que no entendí, fue que mi papá no quiso que fuera para la EIDE, nunca me comentó sobre ese paso, tampoco me tiró una pelota, no sé por qué nunca trabajó conmigo».
Desde los ocho años comenzó a practicar béisbol en el municipio 10 de Octubre, logró el campeonato provincial de Ciudad de La Habana en la categoría 11-12 años, hasta ahí llegaría ese contacto diario con el béisbol en esa etapa, por decisión de su familia fue becado en la escuela República de Mongolia de Batabanó hasta los 16 años.
De alguna manera el deporte regresa a su vida cuando inició la carrera de técnico medio en Educación Física, vuelve entonces a la práctica del béisbol y logra el título provincial nuevamente con el municipio 10 de Octubre esta vez en la categoría juvenil.
«Era mi pasión lograr hacer lo que hizo mi papá: jugar béisbol, pero no funcionó. La vida es así, me dediqué a estudiar, terminé mi carrera de Educación Física, me gradué en la especialidad de béisbol como primera opción y en la segunda la hice de balonmano».
Tras terminar sus estudios durante dos años estuvo alejado del béisbol, las plazas de entrenador para este deporte estaban ocupadas, la oportunidad la encontraría en la EIDE de la antigua Provincia de La Habana a través de su amigo Carlos Viera.
Fue una etapa que se extendió sobre los 12 años y en lo que tuvo mucho que ver en la formación de jugadores que se convirtieron en figuras dentro del béisbol cubano, además de obtener resultados destacados. «Terminé como jefe de cátedra, manager de las categorías infantiles en 13-14 ganando un título en la misma, muy buenos atletas que pasaron por mis manos, Jonder Martínez, a quien capté en el Mariel cuando tenía 12 años, el zurdo Yulieski González, Rolando Méndez de Artemisa, estoy contento de haber trabajado allí», asegura.
Fueron esos resultados los que le dieron la oportunidad de llevar sus conocimientos hacia Italia por un período de cinco años desde 1995, un año después del fallecimiento de su padre. «La suerte que yo tuve es que siempre mi papá me llevaba con él a todas partes, aprendí mucho de grandes jugadores, los observaba mucho, sentía esa energía que tenían ellos cuando salían al terreno, Agustín Marquetti, Armando Capiró, Rey Vicente Anglada, eran mis ídolos, era otro béisbol, yo nací en ese grupo, y muchos de ellos me ayudaron más tarde como entrenador».
En el país europeo Gérardo también dejaría su sello, más allá de los resultados. «Allí hice muy buenos amigos, estaba siete meses y regresaba a Cuba para trabajar en la provincia de La Habana, los últimos años decidí ir a la EIDE de la capital y allí compartí con buenos entrenadores y jugadores como Kendry Morales, Brayan Peña, Yunel Escobar, estoy contento por ellos por haber llegado y triunfado en el béisbol profesional».
El amor lo alejó completamente de un retorno a Cuba, en la isla italiana conoce a su actual esposa con quien decidiera establecerse en Francia. No fue un comienzo fácil, aunque la tormenta que azotaba París justo el 26 de diciembre de 1999 fecha de su llegada vaticinaba que muchas cosas buenas estaban por llegar.
«Le dije a mi mujer, vamos a buscar en Internet a ver si hay una Federación de Béisbol aquí y había una, los contacté en el año 2000, pasé mucho trabajo al inicio, no fue llegar y triunfar, estuve un año trabajando sin cobrar, lo único que me pagaban era el almuerzo. En el INSEP (Instituto Nacional de Deporte) estuve seis años con los equipos nacionales, trabajando con los muchachos en la categoría de 17 hasta 20 años, preparando los jugadores para los campeonatos de Europa», explica.
Tras la salida del béisbol del programa olímpico, desde el 2006 se radicó en Toulouse y comenzó a trabajar como entrenador en una academia de béisbol, ya han pasado 14 años. «Esta Academia es nacional, preparamos a los muchachos jóvenes con 13-14 años hasta los 16, en estos momentos tenemos a 20 jugadores, contamos con todas las condiciones, caja de bateo, terreno sintético».
«Le agradezco mucho a los franceses por toda la confianza que me han dado, porque no es fácil trabajar tanto tiempo en un país sin dominar el idioma, de cultura diferente; aquí me han respetado mucho y yo a ellos también, me lo he ganado con mi trabajo, con la energía que tengo que me la enseñaron todos esos jugadores que fueron atletas de mi papá en Cuba y esos amigos que fueron profesionales», asegura.
Trabajar en el béisbol en Francia no es una tarea fácil, aun así los resultados han ido llegando, desde hace tres años trabaja con el equipo nacional menores de 23 años.
En el 2009 obtuvieron la medalla de bronce en el campeonato europeo, un resultado que no alcanzaban desde hacía 15 años, posteriormente en la categoría juvenil en el 2010 se convierte en el primer manager francés en obtener una victoria en un campeonato mundial juvenil.
«En el 2012 fuimos al Campeonato de Europa con los menores de 23 años alcanzamos la medalla de bronce, al otro año fuimos nuevamente al campeonato de Europa y cogimos el oro, pero allí faltaron las grandes potencias, el único equipo fuerte era República Checa, el primer año que se celebró el campeonato de Europa de menores de 23 años terminamos tercero, actualmente somos ejemplo cada vez que participamos en un campeonato de Europa categoría junior».
El trabajo por el crecimiento del béisbol en Francia se sigue extendiendo, el apoyo de la Federación y de sus funcionarios resulta vital para estas aspiraciones, hace unos años no contaban con selecciones nacionales menores de 12, 15 años, en la actualidad compiten en los campeonatos europeos de estas categorías.
Leroux Batte manifiesta que «estamos avanzando, este es un deporte difícil porque no hay cultura del béisbol, aquí es el fútbol, el rugby, baloncesto, estamos un poco separados de ese grupo, pero el ministerio nos ayuda para salir adelante, no nos paramos para desarrollar más el béisbol».
Por su parte, el béisbol 5 ya da muestras evidentes de este avance, Francia bajo el mando de Gérardo es la campeona europea en esta variante beisbolera donde comienzan a marcar la diferencia en el continente. «El softbol tiene su campeonato también, está avanzando mucho, ahora van hacer un campeonato mixto, siempre están intentando desarrollar ambas disciplinas».
Este año siete jugadores franceses continuarán su preparación en el béisbol en Estados Unidos a nivel colegial, sumándole a esto cinco que ya se encontraban en ese mismo nivel y dos que lo hacen a nivel universitario.
Mientras Gérardo se aproxima a su edad de jubilación, todavía no tiene claro si proseguir dentro del béisbol como scout o volver a la isla de Cerdeña para tomar ese descanso necesario, de lo que si tiene claridad es sobre el estado actual del béisbol en Cuba.
«Se han ido mucha gente, muchos atletas, entrenadores, es duro decirlo, no es fácil, falta material para trabajar, nos estamos quedando atrás, yo quisiera ayudar a mi país pero imagínate la situación no es fácil», concluye.
El nombre y el trabajo de Gérardo Leroux Batte son una muestra más de esa extensión de la escuela cubana de béisbol, estancada o apartada, el talento formado sigue siendo protagonista en cada rincón del mundo donde se juegue pelota.