Por José Alejandro Rodríguez
Hace algunos días, “El Show de Swing Completo”, programa que se transmite de lunes a viernes a las 8 pm, hora de Cuba, por nuestro canal de YouTube Swing Completo Beisbol Cubano tuvo el orgullo de contar con la presencia de Reynaldo “Rey” Ordoñez.
Tal vez, nunca antes un pelotero fue tan sincero ante las cámaras como este grande del beisbol. De hecho, dejó bien clara su posición abierta desde el comienzo del programa, cuando expresó: «Yo soy malo para las entrevistas, pero hoy pueden tirar las balas que quieran, que yo tengo el chaleco puesto y la espada lista».
Ordoñez contó mil y una anécdotas vividas en su carrera deportiva y además,
argumentó varias opiniones personales sobre otros peloteros cubanos, algunas de las cuales causaron un amplio debate en el chat del programa. Quizás la más caliente de todas, fue la opinión de Rey sobre German Mesa
«Para mí fue un orgullo inmenso llegar a las Series Nacionales con los equipos de la capital», dijo Ordoñez. «Ya German Mesa estaba jugando en Industriales, por eso siempre pensé que los Metros eran la mejor opción para mí, pues podría jugar todos los días. Con ese equipo debuté en el año 1989».
«Ya que me invitaron, voy a decir todo lo que tengo por dentro», expresó Rey. «Siempre he dicho, de todo corazón, que jamás yo quise jugar en Industriales. Por la sencilla razón de que yo jugaba solo cuando a German le daba la gana. En Metros sí jugaba diario. Más de una vez Germán se hizo el lesionado para no jugar y entonces me daban el chance a mi».
«Yo fui Novato del Año con Metropolitanos y Servio Borges, director en aquel tiempo, me llevó para Industriales dos años seguidos, en contra de mi voluntad, porque yo sabía que en ese equipo solo podría jugar cuando a Germán le diera la gana. Pero él se hizo el lesionado y me llevaron a mí para Industriales, porque él sabía que yo me quedaría en el banco todo el tiempo y él iba a jugar diario. Eso sí, Germán jamás se lesionó para subirse en un avión con el Equipo Cuba, ahí no pasaba nunca», explicó Ordoñez.
Más adelante continuó con…
«Los directivos siempre me dijeron que Germán estaba lesionado y que yo era el que ocuparía la posición de él cuando no pudiera jugar, pero eso no fue así. Estuve dos años sentado en el banco casi sin jugar. Tengo que decirlo porque lo tengo por dentro y me duele. Yo siempre admiré a Germán, siempre lo mencioné como el mejor, es un buen torpedero, pero me tuvo dos años en el banco sin jugar, por gusto. Aunque yo bateara 500 en Cuba, él seguiría siendo el titular en Industriales y en el Cuba».
«Yo solo podía jugar cuando German quería, solo contra los lanzadores que a él no le gustaba jugar, como Ariel Prieto y Buenafé Nápoles. De hecho, creo que él era muy envidioso, pues siempre me estaba criticando. Yo tenía mis uñas largas y él me decía que un día una bola me las partiría, pero siempre le contestaba que la bola entraría al guante, como fuera».
«German fue buen torpedero, pero nunca me gustó su forma de ser. Dicen que ayudó mucho a Paret y a otros, pero yo jugué con el mucho tiempo en La Habana y jamás me ayudó en nada, nunca lo hizo. Así es la vida. Germán hacia lo que quería con todos los dirigentes del béisbol en La Habana y con Servio Borges solo me dejo tomar cinco turnos al bate en una Serie Selectiva, porque él sabía que Servio era el director del Cuba y tenía que impresionarlo».
Ordoñez aseguó ademas que
«no solo Germán, sino los peloteros de La Habana, en general, hacían lo que les daba la gana con los dirigentes. Pero la diferencia era que Vargas jugaba todos los días, Padilla también, Javier igual. Pero el peor de todos era Germán, él jugaba cuando le daba la gana y no pasaba nada».
«Y que quede claro, yo nunca tuve problemas con German, el problema era de German conmigo. Yo lo apreciaba mucho a él, lo admiraba. Siempre he hablado bien de él pues es un buen pelotero, el mérito no se le puede quitar. Pero estoy seguro que si hubiera sido al revés, si German se hubiera ido de Cuba y yo me hubiese quedado, él nunca hubiera hablado bien de mí, porque él es así, es mala persona. Y lo digo yo, que lo conozco muy bien».
«Una vez, José Miguel Pineda, viéndome jugar, me dijo: “Olvídate de German, usted es un Grandes Ligas, que no se le olvide”. Y así fue. Él se quedó en Cuba y yo triunfé en la pelota grande».