Por Yasel Porto
A algunos les parecerá repetitivo el tema Antonio Pacheco, pero mientras no exista una muestra real por parte de los extremistas decisores de haber dejado a un lado de una vez y por todas sus caprichos y rencores sobre el llamado “Capitán de capitanes”, seguirán existiendo opiniones para defender y reconocer a quien considera el mayor porciento del pueblo cubano como una de sus figuras más gloriosas.
En estos últimos tiempos han sido muchos los expeloteros santiagueros y cubanos en general que se han proyectado en favor del fenomenal ex segunda base palmero, y esta vez hago referencia a las sentidas palabras de Pedro Poll, quien coincidió con él en las dos versiones de la famosa “aplanadora santiaguera”, primero como compañeros de equipo y luego en la etapa en la que Pacheco logró tres títulos como manager de las Avispas indómitas.
«Antonio Pacheco no solamente fue un amigo, sino un padre también al enseñarme muchas cosas de la pelota. Yo se lo contaba todo porque es una bella persona y cumplía con todo lo que necesita alguien para ser considerado un amigo y un gran compañero. Los problemas que uno tenía él trataba de resolverlos siempre porque aquella aplanadora era una familia dentro y fuera del terreno. Por eso tuvimos esos tremendos resultados», afirmó Poll, quien en exclusiva para nuetsro canal de YouTube también contó una historia bastante jocosa que se vincula con el histórico jonrón de Pacheco en la final de la Serie Nacional 2000-01.
«Yo me acuerdo que en aquel partido estando yo en primera base le digo al árbitro César Valdés que yo iba a decidir ese campeonato, a lo que él replicó en jarana que eso lo decidían los grandes. Y un inning después vino el batazo de Pacheco contra Lazo que nos dio la victoria para quedar campeones por tercera vez consecutiva».
Aunque Poll fue jugador suplente buena parte de sus campañas iniciales (segunda mitad de la década del noventa), ya se había adueñado de la inicial en la temporada 1998-99 donde Santiago logró el primero de sus tres títulos consecutivos, y ya más nunca soltó el mascotín mientras la selección oriental estuvo en la élite del béisbol cubano.
Tras la llegada de Pacheco a la dirección del conjunto rojinegro, Poll resultó uno de los jugadores fundamentales para que la provincia sumara otras tres coronas (2004-05, 2006-07, 2007-08). Pero la primera de ellas fue la más memorable para el zurdo del municipio Mella, debido en gran medida al texas leaguer que dejó tendidos a los Vaqueros de La Habana para que jugadores y aficionados se lanzaran al terreno para festejar el regreso a la cima de nuestra pelota.
«Estábamos discutiendo la final frente al difunto Yadier Pedroso y se vuelve a dar mi intercambio con César. Yo estaba como corredor en segunda base y le dije que ahora sí iba a decidir el campeonato, que no iba a pasar lo mismo que como me dijo contra Pinar del Río años atrás. Pacheco fue muy importante para que yo pudiera dar ese hit, porque me dijo lo que yo tenía que hacer para poder tener un buen resultado en ese turno al bate».
Aquella conexión de Poll no fue nada contundente figura pero entre los momentos más espectaculares de las Series Nacionales en el actual siglo. De hecho, solo ha habido otros dos batazos que han dejado al campo al rival y permitido el título en esta centuria (Enrique Díaz-2004 y Ricardo Bordón-2012).
Si bien no se puede decir que el extrovertido jugador santiaguero haya alcanzado la categoría de estrella tuvo muchas temporadas cuya producción ofensiva fue sumamente destacada, especialmente en un renglón esencial dentro del béisbol como son las carreras impulsadas.
Volviendo a la esencia del artículo, Poll no es más que la regla con relación al respeto y la admiración que sembró una vez Pacheco y que hoy reluce como una flor que nadie puede marchitar a pesar de exclusiones absurdas dentro y fuera de Santiago de Cuba. El día que los extremistas entiendan que seguir en el mismo fango solo contribuirá a enaltecer más la figura de quienes intentan discriminar, y si algo malo consiguen es enlodarse más ellos mismos.