Expelotero Oscar Macías ENCONTRÓ AYUDA pero aún hay cosas importantes por resolver

Por Yasel Porto El estelar expelotero cubano Oscar Macías comenzó un proceso de recuperación social desde hace varias semanas, el cual poco a poco lo ha ido sacando del oscuro túnel en el que caminó por años. Varias veces en prisión y el alejamiento de familiares y amigos por la misma causa de su carácter […]

Por Yasel Porto

El estelar expelotero cubano Oscar Macías comenzó un proceso de recuperación social desde hace varias semanas, el cual poco a poco lo ha ido sacando del oscuro túnel en el que caminó por años.

Varias veces en prisión y el alejamiento de familiares y amigos por la misma causa de su carácter irascible, parece que han sido una indiscutible lección para con la ayuda de algunas personas de bien comenzar a hacer que la luz empiece a iluminar su resquebrajado entorno.

Aunque varios han aportado a la causa, el protagonismo principal ha estado a través de dos excompañeros de equipo, Jorge Félix Domínguez y Abel Miranda.

Éste último lo puso a trabajar con él en una compañía que viaja por toda la Florida poniendo puertas y ventanas de impacto. «El hombre está animadísimo. Hace todo lo que haga falta. Prácticamente no paramos pues aquí se trabaja habitualmente de lunes a sábado. Es otro Macías, sin dudas. Fuerte y motivado», me comentó el exjardinero de los Vaqueros de La Habana de principios del actual siglo.

El propio Abel le resolvió un teléfono para que pueda comunicarse incluso con su familia en Cuba. Y a propósito de esto, buena parte de las ganancias en el trabajo el olímpico de Sydney 2000 las coge para ayudar a su hermano y sus padres residentes en Güira de Melena, provincia Artemisa. «Siempre está pensando en la situación de los suyos en Cuba, y tan pronto cobra ya está viendo cómo mandar la ayuda para allá».

Esa es una de las razones por la cual se agudiza el tema de su lugar de descanso. Tan complejo es, que ahora mismo pasa todas las noches en las afueras de una iglesia ubicada en la zona suroeste de Miami.

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Y si usted se pregunta el por qué Jorge Félix y Miranda no lo han ayudado con eso, en realidad ellos se han cansado de proponerle que se quede en sus casas. Pero Macías no ha querido, pese a que ambos han sido muy insistentes con el tema.

«Él no quiere, y cada vez que le dice algo de eso es bien categórico y cambia de tema. Le da pena y también un poco de orgullo de querer salir hacia adelante lo más solo posible», me hizo saber su amigo.

De 53 años de edad, Macías ya ha estado en tres ocasiones en prisión por temas de conducta. Al menos en estos meses desde que salió en libertad, su comportamiento ha denotado un cambio me explica Miranda y la motivación es bien alta de momento.

El próximo paso será resolver el tema del «techo», algo que se enreda bastante si tenemos en cuenta la subida de los precios en las rentas dentro de Miami Dade. Sin contar lo referido ya a su contribución con su gente en su tierra natal.

Quizá en un futuro más mediato también esté el recuperar el vínculo con su familia de Estados Unidos, especialmente sus hijas, y reencontrarse con sus padres después de muchísimos años sin verlos.

Macías estuvo considerado uno de los mejores bateadores de Cuba durante la década del noventa y hasta que emigró por mar en 2003. Aunque mereció más presencia internacional, fue campeón mundial en 1998 y 2001, subtitular olímpico en Sydney, oro en los Centroamericanos de 1998 y también fue parte de la corona en la Copa Intercontinental de 2002.

Estuvo a un paso de los 300 jonrones (286) con average de .310, 1080 impulsadas y un slugging de .518 en 18 Series Nacionales con La Habana y Agropecuarios (Selectivas). Después de Antonio Pacheco no ha habido un segunda base más ofensivo en Series Nacionales.

Entre sus mejores temporadas vale resaltar la de 1995-96 (.354/20 HR/54 CI), 1998-99 (.386/15 HR/81 CI) y 2000-01 (.346/23 HR/75 CI). Decidió irse de Cuba cuando no lo llevaron a ninguna parte tras un brillante certamen 2002-03 (.384/11 HR/ 69 CI).

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