Por Boris Luis Cabrera
Este jueves el estadio Latinoamericano se convirtió en una caldera hirviendo donde los Leones más longevos sacaron sus recetas mágicas y pudieron, por primera vez en la temporada, cocinar en dos choques consecutivos a unos Gallos espirituanos que han estado renuentes a entrar en la cazuela.
Bien temprano en la mañana Yordanis Samón comenzó a desplumar a sus rivales con un bambinazo que encontró a dos compañeros en las almohadillas, apenas unos minutos después del inicio del partido.
Vladimir Baños desde el montículo encendió una tremenda fogata donde no pudo escapar ni el más rebelde de los herejes, trabajando sin descanso durante las siete entradas que duró el encuentro con apenas un sencillo permitido y una base por bolas concebida.
Antes, otros dos veteranos se habían encargado de poner las carnes rivales en adobo asegurando el desayuno de la jornada: Lisbán Correa, disparando cohete impulsador que sacó por los aires al abridor Yamichel Pérez y Yoandry Urguellés con un doblete remolcador de dos carreras frente a los envíos del relevista Roberto Hernández Lorenzo, para poner el 6-0 definitivo en las dos pizarras del coloso del Cerro.
A segunda hora, cuando todavía se podía oler en los graderíos ese aroma de alta cocina que salía de la banca de primera y la exigente fanaticada se chupaba los dedos, los azules del “Rey” Anglada volvieron a la carga y desataron una soberbia ofensiva de 14 imparables, para al final, después de más de tres horas de juego, volver a meter en la olla a los visitantes con marcador final de 9×6.
Estaba escrito en algún lugar que era día de veteranos, quizás por eso el joven Pavel Hernández no pudo hacerse justicia y abandonó el box en la misma primera entrada cuando perdió el control de sus envíos y regaló tres boletos.
Otra vez la voz de la experiencia retumbó en los muros del legendario estadio para opacar el canto bravío de los sorprendentes Gallos. Mientras Wilfredo Aroche desaparecía la esférica por encima de la barda y Jorge Enrique Alomá sonaba un batazo de tres bases, aparecía de nuevo Samón y Urguellés con tres cañonazos cada uno y Correa sonando un par de ellos para cerrarles cualquier posibilidad de escape a sus adversarios.
La tropa de José Raúl Delgado se resistió esta vez, se revolcó en la arcilla y levantó polvo cuando el ilustre Frederich Cepeda sacó su espuelas de gallo fino y le sacó la pelota al relevista Héctor Ponce más allá de los límites del terreno, en un claro toque de “a degüello” a los suyos que no fructificó, gracias al único bisoño que robó protagonismos en la jornada: Andy Rodriguez.
El paño de lágrimas del “Rey” no permitió incogibles en tres capítulos aunque toleró un par de anotaciones inmerecidas por esos desplomes inexplicables que a veces tiene la defensa capitalina, pero pudo mantener la ventaja y asegurarle un final feliz a todo su público presente.
Este sábado, los Leones tendrán que seguir manteniendo la candela bien alta cuando reciban a los inspirados Cocodrilos matanceros, quienes llegarán a la capital del país con la boca abierta y un hambre que no han podido saciar a pesar de morder a sus rivales en sus últimos ocho partidos.