Panamericanos 2019: Fuimos por más y volvimos con lo que toca

Por Yasel Porto Finalizaron los Juegos Panamericanos de Lima, y el tema que me ocupa tiene que ver con nuestra delegación, la que compitió con la entrega, dedicación y dignidad del resto de los países, pues los otros deportistas que asistieron (puede haber excepciones), también mostraron vergüenza y amor patrio. Cuba llevó un pronóstico más […]

Por Yasel Porto

Finalizaron los Juegos Panamericanos de Lima, y el tema que me ocupa tiene que ver con nuestra delegación, la que compitió con la entrega, dedicación y dignidad del resto de los países, pues los otros deportistas que asistieron (puede haber excepciones), también mostraron vergüenza y amor patrio.

Cuba llevó un pronóstico más reservado que de costumbre, pero nadie puede decir ahora que la intención oficial era un quinto escaño y ganar menos títulos que en Toronto bajo el lema de «Vamos por más», aunque los que me preguntaron el 25 de julio sobre mi pronóstico, saben que mi vaticinio fue el lugar que definitivamente obtuvimos, y entre 30 y 35 medallas de oro.

Señores, nuestro deporte está en su peor momento en décadas, por dísimiles razones: pérdida de atletas, desmotivación, falta de recursos, menos potencial por disminución en condiciones físicas y en población juvenil, mala estrategia institucional, muchas instalaciones deportivas en mal estado (otras ya no existen)… y a eso súmele que los rivales se han superado, y lo han hecho entre otras cosas porque hoy tienen mejores condiciones que nosotros para superarse.

Todo esto que he dicho es en general, pues hay deportes o eventos que tienen ésto, pero le falta aquello, etc., etc. Para nuestras condiciones económicas incluso estamos muy bien, pues todavía superamos a países con más desarrollo como Colombia, Argentina o Chile, aunque los dos primeros lograron más medallas que nosotros. Y precisamente éste es un elemento que desde hace tiempo se ignora, y es que si bien el oro es lo más importante, la reducción ostensible en medallas, y la ausencia creciente en pruebas y deportes, es una muestra inequívoca de la crisis que se va acentuando en nuestro deporte. Y el que vea la palabra crisis como un aburso o exageración, tiene derecho a tener su opinión, pero no en intentar pasar por ciegos a los demás con argumentos disunfuncionales para la época actual donde muchos saben de mucho.

Tampoco podemos culpar a los atletas, eso sería lo último. Incluso los que decepcionaron más, tampoco merecen culpa, pues el sacrificio que hacen ellos en todos los sentidos desde su preparación, en su vida personal, ya eso vale una medalla que le debe dar cada cubano.

En esta crisis hay factores sumamente complejos, y algunos no tienen solución, quizá la mayoría no la tenga. Para volver a planos estelares, aunque lo considero una quimera, habría que destinar una economía que no se tiene para revertir casi todo, y cambiar una mentalidad que aunque se ha ido modificando, todavía va demasiado lento para lo que urgen estos tiempos y estos resultados.

En este último aspecto, los patrocinadores, el profesionalismo y el ser más flexible con los que ya no están y pueden volver a ser parte, son elementos que pueden ayudar, al margen de no resolver toda la crisis. ¿Qué pasará en Tokio? No debe ser superior a Río, aunque sí es real que varios de los que ganaron en Lima tienen la calidad para ponerse una medalla, incluyendo la de oro. Pero no son muchos, solo varios boxeadores, más Mijaín e Idalis, algún que otro de deporte de combate y el atletismo con el disco o Echevarría, en dependencia de la forma en la que estén. Otra cosa sería una sorpresa.

¿Qué nos queda? A la afición y los periodistas, seguir acostumbrándonos a lo que tenemos y no soñar con lo que no, poner los pies en la tierra y reconocer a nuestros campeones y medallistas, y aplaudir el esfuerzo de los derrotados y con ellos a sus entrenadores, que en muchos casos merecen toda la gloria junto a sus discípulos, y casi siempre reciben muy poco de todo.

En Lima sí cumplimos a partir de nuestra realidad contemporánea. Pensar otra cosa es vivir en un pasado que solo sirve para que recordemos con emoción algo que nos distinguió y enorgulleció pero que desgracidamente ya no será como antes.

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