Por Yanio Zulueta
Aceite… Vinagre y (Samón) sal sobre la mesa, leí en un comentario cuando vi la foto… ¡Arroz “amarillo” con pollo!: Esa fue la primera cena del manager de los Toros de Camagüey, Miguel Borroto, junto a su nuevo slugger, el granmense Yordanis Samón, quien emprendió otro viaje en su hoja de ruta con más kilometraje que ómnibus nacionales.
La primicia este lunes fue publicada por la cuenta de Facebook de los Toros de Camagüey, con una suma de entusiasmo conmovedor. Seguramente debe haber sido una cena fascinante, devorando los dos muslos de pollo per cápita, mientras hablaban de… ¿qué podrían haber hablado Borroto y Samón? ¿De cómo maltrataron al “toletero” granmenses en La Habana, sin brindarle apoyo y techo decente? ¿Qué Industriales no encontrarán a otro bateador como él? —Puede ser, señores—. ¿De que esta vez se romperá la cábala? ¿Cuál? ¡Obvio! ¡La que, cuando Samón se va y deja a un equipo, luego gana! Como ocurrió con los Alazanes en 2017 y 2018, y luego con Matanzas en enero pasado… ¿O, adivinemos?… De la alineación que mostrarán los Toros de Camagüey, con Yordanis Samón como pieza central.
Difícilmente, alguno de esos temas se haya escapado de la lengua filosa de Borroto y la perspicacia de Samón, un veterano de 18 temporadas que cumplirá 39 años el próximo 19 de octubre. A su edad, el “Bombardero del Dorado” es el bateador con más alto average en activo dentro de la Serie Nacional, .341, y con los Toros, podría arribar a dos marcas importantes, como publicaron en la cuenta de Facebook del equipo: 2000 hits (tiene 1964) y 200 jonrones (182). Y eso sí, estimados lectores, aunque sea poco comunicativo, quizás un “guajiro” cerrado y deje ver como que no hace mucho ‘team-work’, Samón es, como mismo dicen en cualquier esquina donde se discuta de pelota en Cuba, ¡tronco de bateador!
Más de una vez, cuando la cámara enfocó a Rey Vicente Anglada el año pasado, los gestos del manager Azul cuando Samón daba un “palo” se repetían: El ‘36’, miraba a su equipo de dirección como diciendo… ¡El tipo batea! ¡Yo lo quiero!
Sin embargo, no por mala gana o deseos de perderlo, ni Anglada y mucho menos Carmona pudieron ayudar a Samón, al menos en el principio más básico que deseaba. Digamos, a camisa quitada, lo que el hombre a base de bambinazos y una friolera de remolcadas se ganó día a día, como el más Industrialista de todos: Su bienestar; su casa. Al menos, con las condiciones que pedía. ¿Era tan difícil? Ahora quizás si reconsideramos su pedido, también podemos pensar desde afuera que Samón se apresuró, pero realmente hizo lo que ha sido como un deja vù en los últimos años, después de los 35 años: Tirarle a la bola buena, amigos. Ir hacia donde le puedan resolver su problema. Sí, ¡LA CASA! ¡LA CASA! ¡THE HOME!
Y por eso, aunque lo critiquen y censuren, o miles de aficionados capitalinos y/o “industrialistas” se rompan la garganta chiflándole a nasobuco quitado próximamente en el “Coloso del Cerro”, Samón se defenderá como mismo lo ha hecho siempre, bate en mano y con un swing que, a día de hoy, nunca ha dejado de sonar y destrozar pelotas. Es verdad, el hombre se va detrás de los managers del equipo Cuba. Fue así bajo el mando de Víctor Mesa, con quien aterrizó en la capital, viviendo casi tres años en Hoteles de la cadena Islazul. Y siguió con Anglada, claro, porque estaba en el ‘bombo’. Pero entonces, llegó Borroto. Las perspectivas cambiaron. Samón se incomodó con el cuartico apretadito que le dieron en La Habana y, Borroto, “pillo” al fin, lo sedujo a voz baja para que se vistiera de Toro con Camagüey.
Ahora, cinco años después de salir de Granma buscando fortuna, Samón espera “terminar su carrera con Camagüey”, dijo, ¿pero a qué costo? ¿Aunque no reciba la casa? ¿Será que se siente tan bien allá? Al menos a este servidor amante de la pelota, de corazón le gustaría que le fuera bien. Pero, sabes qué, para Samón, como ha sido a través de sus 18 torneos domésticos acumulados, la tarea no será tan fácil: ¿Tendrán que ganar los Toros para obtener el gran premio? Sí, es lo más probable. Pero si no sucede, de cualquier manera, la condena que arrastra Samón no parece un castigo sólo para él. Es cierto que lleva 18 años sin ser campeón, pero Borroto, su nuevo y flamante manager, el hombre que ya le pasó la mano para intentar poner esa mente ‘ready’, también lleva una caterva de años sin subirse a lo más alto del podio. ¿Cuántos? ¡17! Sí, ¡17!
Como lo escuchas: 18 + 17, ¡suman 35! ¡Esos son los años para los cuales se combinan Samón y Borroto sin ganar en la pelota cubana! Así que, señores, ¿habrá llegado la hora? Bueno, para Samón, tal vez, porque no se sabe si, después de la ruta rumbo a Camagüey, les queden muchas puertas abiertas. Si el sitio del béisbol cubano no está “en des-construcción”, como es típico, y tiene sus datos en forma correcta, ¿entonces sabes para cuántos juegos se combinan Samón y Borroto sin haber soltado a viva voz ese grito de campeones? ¡2,833 juegos! Esa es la adición de los 1,561 partidos jugados de Samón, y los 1,272 dirigidos por Borroto en todas sus campañas como mentor de equipos camagüeyanos.
¿Y ahora qué? ¿Quién tendrá la presión de ganar? ¿Encontrará su casa finalmente Samón? ¿Se romperá la racha del nuevo dúo de la historia de la pelota cubana? Si la COVID-19 lo permite, en pocos meses sabremos cómo termina esta nueva novela que comienza, con Samón buscando sus añorados sueños: Casa y título.
De corazón, Yordanis: ¡Buena suerte!