Por Darien Medina
Los Cangrejitos es un barrio que se despierta y se acuesta con el olor al salitre de la Bahía de Santiago de Cuba, su gente escriben sus historias a su manera, y bajo el sol de Santiago son forjadas a puro fuego, la de Javier Caballero puede ser una muestra.
Durante nueve años consecutivos fue parte de la selección nacional de softbol de Cuba, en ella debutó con 20 años y cerró su ciclo en los Juegos Centroamericanos del Caribe en Veracruz en el 2014 cuando decidió poner rumbo a Estados Unidos.
«Lo que influye en casi todos los casos del deportista que se va, es mejorar las condiciones de su familia, las personales y jugar en otros tipos de torneos y eventos para superarse más en el deporte», nos cuenta acerca de las razones que lo llevaron en aquel noviembre hace ya seis años a abandonar al equipo.
Lloró y no lo esconde, igual lo hicieron sus padres cuando se enteraron de la noticia. Tras cinco años de ausencia en el pasado mes de febrero volvió a pisar su barrio, a ese que le llama «caliente» y no es precisamente por la temperatura ambiente.
Comenzó en el softbol con 14 años, con la ayuda de su padre Rubén Mario Caballero quien por muchos años formara parte del equipo Cuba. Para Javier primero estuvo el taekwondo pero la distancia entre la sala polivalente y su casa determinaron el distanciamiento con este deporte.
Entró en la ESPA donde tuvo la ayuda desde el comienzo de los entrenadores Romilio Blanco, Jorge Navarro y otros, pero la relación con este deporte había comenzado desde mucho antes.
«Comencé a jugar la categoría juvenil con 16 años, en el softbol en aquel momento era hasta los 20 años. En esos cuatro años fui fácilmente el mejor lanzador juvenil que tenía Cuba en esos momentos, logrando muchos liderazgos individuales en el área del picheo».
Con 19 años integraría el equipo de Orientales en la primera Olimpiada del Deporte Cubano, al siguiente año lo haría para la selección nacional en los primeros Juegos del Alba en el 2005 que tuvieron como sede a Santiago de Cuba, en aquel torneo se llevaría la medalla de oro al vencer en la final a Venezuela.
Fue el comienzo de una carrera que se extendió por casi una década. «Tiene su mérito estar en el equipo nacional nueve años manera consecutiva, porque también en Cuba el softbol es un deporte longevo me refiero a que lo practican personas con cierta edad, cuando integré por primera vez el equipo Cuba tenía 20 años, y el atleta que más cerca me seguía en edad era un lanzador de mi provincia que estaba sobre los 30».
De esos momentos que no olvida están los 19 ponches de manera consecutiva propinados a la selección de El Salvador en el torneo clasificatorio a los Juegos Centroamericanos en Mayagüez, de los 21 oust del partido solo dos no fueron por la vía del ponche.
En ese torneo celebrado en Islas San Andrés en Colombia no recibiría carreras limpias en casi 30 innings de actuación.
Con menos agrado le queda aquella derrota en la final de los Juegos Centroamericanos del 2006 en Cartagena ante Venezuela, en un juego que encaminaban hacia la victoria y que no se pudo concretar.
Con el béisbol Javier tendría una relación totalmente motivada por la diversión. «Cuando los entrenadores de béisbol en mis inicios me veían practicando softbol le decían a mi papá: dame el muchacho vamos a ponerlo en pelota y él nunca me quiso cambiar de deporte y yo tampoco le hice hincapié y me quedé».
Solamente por entretenimiento formó parte de una preselección de béisbol de Santiago de Cuba para una Serie Nacional, era un año sin muchas competencias dentro de su disciplina, en la última semanas abandonó la concentración aunque los números dejados eran suficiente para abrirle las puertas del conjunto de Las Avispas.
«Después de salir de la preselección, vieron que podía jugar béisbol, jugué dos años las provinciales con el equipo Santiago de Cuba B llegando a ser el 3ro y 4to bate con buenos resultados, bateaba bien, impulsaba bastante carreras, daba jonrones, me lo tomé deportivamente sin interés de eliminarme con nadie, fui por diversión, jugaba y hacia las cosas bien y me decían que podía jugar, pero yo tranquilo en el softbol».
Tardaría tan solo tres meses después de su llegada a Estados Unidos en insertarse en torneos del país, en el 2015 comenzaría en la ciudad de Miami en el llamado torneo nicaragüense, donde ganó varios campeonatos, después tuvo su primera participación profesional en la ciudad de Orlando en un evento con la presencia de 28 equipos.
Por primera vez Maracaibo Team, equipo que representaba llegaba al podio al ocupar el tercer lugar. Se desempeñó como primer abridor del equipo además del tercer bate, junto a él también participó como receptor el cubano Edward Hernández, comenzaba a ganar visibilidad dentro del circuito del softbol en Estados Unidos, sus actuaciones e inserción en varios torneos le han brindado una posición que nunca imaginó, la invitación de la selección nacional de Estados Unidos para que formara parte en uno de los torneos.
«Me llaman a mí teniendo tantos lanzadores norteamericanos con nivel y calidad eso da un poco de méritos y te pone a pensar de que estás haciendo las cosas bien, que tienes nivel, eso es algo lindo que me pasó y de verdad estoy muy orgulloso de eso, los entrenadores, las amistades mías del barrio, las personas en Cuba, están muy contenta con lo que pasó».
Javier se ha ubicado en un selecto grupo de deportistas cubanos que han llegado a representar una selección nacional deportiva en Estados Unidos, en el softbol su nombre es el primero en hacerlo.
«Es un torneo de verano que juegan todos los años aquí en Estados Unidos donde participa la selección nacional, reúnen a los jugadores del equipo para que comiencen a foguearse. Fue un torneo muy bueno con ocho selecciones en Green Bay, Wisconsin, había muchos lanzadores estelares de varios clubes».
El juego que le abriría las puertas a la final del torneo y que a la postre ganaría fue lanzado por Javier, además del título fue galardonado como uno de los mejores jugadores del torneo.
«El pasado año en Cancún estaba Estados Unidos preparándose para el Campeonato Mundial y yo estaba en México con un equipo que se llama Telerines, la semifinal fue contra ellos y yo entré a lanzar perdiendo el juego en el 4to inning y ganamos, trabajé cuatro inning y le gané, tuve decisión al bate en ese juego, estaba 2×1 perdiendo y en el 6to conecto hit al jardín derecho y luego viene el 3er bate y conecta cuadrangular».
La inserción dentro del equipo nacional norteamericano para futuros eventos internacionales está en dependencia de los trámites legales. «Me comentaron que tienen planes conmigo y que debo iniciar el proceso para hacerme ciudadano norteamericano».
Para el mes de agosto participará en unos de los torneos más exigente dentro del softbol en Estados Unidos el ASA Nationals, vestirá los colores del club Los Gremlins de New York en el cual se encuentra la base del elenco nacional estadounidense y cuyo dueño Ron Hackett es el manager del equipo nacional.
Dentro del deporte estadounidense el talento cubano no solo comienza a brillar en los campos de béisbol y en las canchas de fútbol, Javier Caballero alejado de los focos mediáticos va escribiendo una historia que comienza a despertar aplausos sin marcar ningún distanciamiento con su país.
«El año pasado cuando la selección cubana participó en el Campeonato Mundial en Praga, República Checa, yo me mantuve en contacto con algunas amistades del equipo y estaba pendiente al calendario que tenían e incluso se los hice llegar antes de que llegaran a la competencia, buscaba videos de los pícher cuando jugaron contra Botsuana, Dinamarca, México y les hacía una pequeña reseña de los lanzamientos que utilizaban para ayudarlo y que no fueran a ciegas. Fue la forma que encontré de ayudarlos».
Las letras, ni los colores del nuevo uniforme, dejan dudas, Javier seguirá siendo de Cuba y cubano. «En el momento que toque hacerlo los representaré (a Estados Unidos) con todo el profesionalismo que hay tener, pero soy cubano al cien por ciento donde quiera que esté».