José Iglesias puede soñar con un Guante de Oro…y ganarlo

Por Alexander García Milián

Es siempre una risa de niño, una risa agradable, limpia, el rostro de José Iglesias nunca deja  de ser juvenil, siempre con esa sonrisa, medio burlón pero inteligente, así sobrelleva todo.

Ya son 30 años, ya no son los adorados 20 o los prometedores 25 pero ahora, tal vez en la cúspide de su carrera, en el momento que su talento está al tope, como nunca, ahora cuando ya lo daban por muerto, cuando llegó con un contrato de Ligas Menores a Cincinnati, ahora Candelita es mucho con demasiado, está como nunca, on fire.

 A veces lo miro bien, como cuando se la despachó a Bumgarner y veo la misma cara, el mismo rostro de Pete Rose- estoy loco- pienso y tal vez sea porque en los Reds toda sepa a Rose, desde lo más grande hasta lo más sucio pero es así y ahora Iglesias, es más que Joey Votto incluso.

Más allá, cuando todos miran a Puig, cuando el caballo loco se roba el show, Iglesias calladito, se pega a los 300 y da líneas sin contemplación.

Si alguna vez, José Iglesias pudo soñar con un guante de oro, la realidad de hoy supera cualquier contexto pasado y pienso que sí, que el muchacho puede.

Ahora es Iglesias más que cuando allá en Boston todos pensaron que sería un trueno, que iría por encima del mismo Pedroia, que se retiraría ahí; ahora cuando con atrapadones en el hueco y sólidas conexiones entre left y center todos aplauden, pocos piensan que el niño José, puede hacerse de las suyas.

Si alguna vez, hace par de años, en Detroit, luciendo como le daba la gana, haciendo lo que quería, riendo con Miguel Cabrera, fajándose en el banco por una perreta; si en aquel entonces cuando la etiqueta de forro empezaba a desparecer pudo llegar el premio, hoy, el Cincinnati, Iglesias quizás como una sombra de David Concepción, como el zapato derecho de Barry Larkin, quizás así, siendo más allá que él mismo, quizás así se lleve la rama dorada.

A lo mejor es una cuestión de simpatía, puede que admire mucho el talento de Iglesias pero por encima de eso, pienso con total seguridad que el chico está forjando su historia de una vez, está sentando las bases para ser la estrella que un día pensamos y esto es algo que me llena de ánimos, de ganas de escribir otra vez.

Nos vemos a la vuelta.

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