Por Yasel Porto
El protagonista de este testimonio valiente por completo llegó a ser uno de los mejores lanzadores de la capital y hubiera sido todavía mejor su nivel de no ser por el entorno que lo rodeaba y también por él mismo. Incluso llegó un momento que para varios fue el mejor de todos entre Industriales y Metropolitanos.
Su nombre es Juan Pablo Echevarría, quien gracias al trabajo de Rafael Gómez Mena dejó el bate y el guante a mediados de los noventa y comenzó una carrera como lanzador gracias a brazo poderoso que le permitió dominar a su antojo a base de velocidad y el aprendizaje algún que otro lanzamiento rompiente.
Y junto a esas herramientas estaba esa temeridad extrema que le permitía enfrentar a cualquiera con el descanso que fuera. Muchas veces el resultado salía más por esa “guapería beisbolera” que por cualquier otro factor.
El “Pincho” se erigió primer pitcher de Metropolitanos entre 1998 y 2001 con un rendimiento que en par de temporadas lo situaron inclusive en la élite de todo el pitcheo cubano. En 1998-99 estuvo entre los máximos ganadores (11) y en 1999-2000 muy pocos fueron más efectivos que él (1.57 PCL).
Y es precisamente en esta última campaña cuando se dio el suceso referido en el titular, a propósito de la celebración ese año 2000 del inédito playoff entre Industriales y Metros, los representantes en aquel entonces de la provincia Ciudad Habana dentro de la Serie Nacional.
Juan Pablo fue el abridor de los juegos 1 y 4 de aquel memorable duelo de cuartos de final donde los escarlatas estuvieron a un triunfo de clasificar a semifinales después de ganar los dos primeros encuentros. El primero de ellos de la mano del protagonista de este artículo con marcador final de 8×5.
Con la serie 2-1 en favor de los dirigidos por Eulogio Vilanova, volvió a la carga Echevarría y lo hizo todavía mejor que en la apertura del duelo. Durante seis innings se bateó a ceros con el veterano Lázaro de la Torre hasta que llegó la reacción de los Leones en el principio del tercio final. Lo que vino después fue un cachumbambé total que concluyó favorable a los azules en extrainnings.
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Pero “Pincho” tuvo una salida de alta calidad a pesar de explotar tras meter seis escones consecutivos. Solo los peloteros que allí estaban sabían o supieron después que el carismático exlanzador no estaba en un estado normal. El hombre estaba todavía bajo los efectos del consumo de droga, algo que hizo público 22 años después en entrevista que concedió al periodista deportivo Fernando Rodríguez Álvarez.
“Yo en ese tiempo estaba metido en la droga. Fumaba sobre todo crack y ese día temprano me tuvieron que llevar para el Latino (estadio Latinoamericano) en una carretilla de las que se doblaban porque no podía llegar por mis pies”, empezó diciendo Juan Pablo, quien luego agregó más elementos a aquella historia desconocida para la mayoría de la gente.
“Me pasé toda la noche metiendo droga y no me da pena decirlo ya a estas alturas. Lancé siete innings muy bien pero ya después me cogió el sol de la una y reventé”, afirmó el carismático hombre que reside en Miami ya desde hace bastante tiempo.
Hay un gran porciento de especialistas y compañeros de equipo que garantizan que si “Pincho” hubiera tenido más disciplina para el béisbol con un entorno social y económico más favorable, sus resultados fueran todavía mejores y duraderos. Después de integrar un equipo nacional a Holanda y de lanzar en la temporada 2000-01 con su equipo de toda la vida, los Metros, Echevarría se fue de Cuba y fuera de ella no pudo estabilizarse ni lograr una carrera como pelotero profesional. En ocho campañas terminó con balance de 57-40 y un excelente PCL de 3.07 si tenemos en cuenta el nivel formidable de sus rivales y sobre todo que en seis de esas temporadas se enfrentó al bate de aluminio.
Él es otro de esos ejemplos que uno se lamenta por la manera en que se malogró un talento bien valioso. En su caso con la combinación de varios factores complejos que rodeaban su vida y que de gran manera lo llevaron a dar pasos que dieron al traste con una vida exitosa en lo personal y lo profesional.