Por Kiara González
En no pocas ocasiones los aficionados se identifican más con un pelotero u otro por sus acciones más allá del terreno de juego, por su capacidad de aglutinar, de ser líder. Si bien queda claro que los resultados deportivos importan –y mucho-, no es menos cierto que el carisma cala hondo en los seguidores.
El caso del santiaguero Antonio Pacheco tiene de todo un poco. Él consiguió juntar ambas cualidades: la de ser un excelente jugador, más tarde un manager ganador; y a la vez, resultar muy querido por la afición indómita y de todo el país, entre otras cosas por las buenas relaciones que logró establecer con sus compañeros de equipo, así como la cercanía evidente con sus dirigidos.
Recientemente en nuestro canal de YouTube compartimos un material que evidencia esa parte humana de Antonio Pacheco durante un difícil suceso vivido por su pupilo Héctor Olivera, quien en ese momento «creía que el mundo se me iba a caer encima», según sus propias palabras.
Los errores cuestan, y por eso duelen. Pero el dolor se magnifica si el error se comete en una instancia definitoria como lo es un playoff final de un campeonato. Si tienen dudas de lo que duele, pregúntenle a Enriquito Díaz, cuando pifió y le costó el título a Industriales. Ya en alguna ocasión confesó que quiso, incluso atentar contra su vida.
Pero volviendo al tema que nos ocupa. Se definía la temporada 2005. Cuarto juego: Santiago de Cuba versus La Habana. Olivera cometió una falta en un lanzamiento para colocar out a un corredor en la goma. Un lance que parecía fácil, sin embargo, no pudo evitar que con su error los Vaqueros se fueran encima en el marcador y que finalmente ganaran el juego.
Pacheco se estrenaba como manager y Olivera era un muchacho joven en su tercera serie, comenzaba a despuntar en el béisbol, pero en uno de los equipos más imponentes y con tradición en el país, conjunto de estirpe ganadora, que para aquel entonces fue reconocido como la Segunda Aplanadora.
En ese duro momento, estas fueron las palabras del llamado Capitán de Capitanes: «Para ser grande en la pelota tienen que pasarte esas cosas, al que no le pasan es porque no juegan pelota. Yo cuando jugaba me pasaban cosas peores que a ti. Por lo tanto, hoy te creces y sigues ese juego y si se vuelve a ir (decía en referencia a la bola), se vuelve a ir. Y si se pierde no es por un error, se perdió porque no se bateó. Sube la cabeza, que no perdimos por ti. Olivera, Olivera juega pelota».
Luego en declaraciones a la prensa Pacheco explicaba que no se había perdido el juego de pelota por ese error que tanto frustró a Héctor Olivera. «El equipo no bateo y el zurdo se presentó con buen control. Nosotros hicimos mucho swing a lanzamientos malos y no se bateó. Cuando tú no bateas no tienes posibilidad de ganar en la pelota», aseguraba.
En el sexto juego se definió la Serie Nacional número 44. Santiago de Cuba venció a la Habana (global 4-2) y ese día Olivera pudo reivindicarse y demostrar la clase de pelotero en la que se convertiría tiempo después. Y es que a todos nos llegan las segundas oportunidades, pero solo los grandes las aprovechan y logran resarcirse.
Ese día conectó tres indiscutibles y participó en varios lances definitorios para el resultado final: incluso, anotó la carrera de la victoria.
En entrevista realizada por la periodista Julita Osendi y con un semblante totalmente diferente Olivera expresaba su agradecimiento a sus compañeros que lo habían apoyado en todo momento. «Gracias a la dirección del equipo. Recuerdo que el día después de haber cometido ese error, en la guagua me dieron aliento y ánimo. Pienso que eso me sacó del mal momento y ustedes lo vieron, era otro Héctor Olivera en el terreno».
Las Avispas santiagueras ganarían dos veces más el título de Cuba con el aporte de Olivera (en 2007 y 2008), quien llegó a convertirse en el mejor segunda base del país. Cuando decidió probarse en el mejor beisbol del mundo, su talento le valió para conseguir uno de los mayores contratos para cubanos en MLB.
Quizás la acción de Pacheco ayudó a salvar la carrera de un pelotero que si bien se frustró tiempo después por lesiones e indisciplinas tuvo muchos momentos memorables.
Para quienes estuvieron y vivieron de cerca la aquella maquinaria santiaguera reconocen que Pacheco rompió el esquema de dirección de Higinio Vélez y Franger Reynaldo, en ambos casos, managers de resultados positivos.
Para decirlo de otra forma, a Pacheco lo veían más humano, sí, más apegado a los peloteros. Quizás en eso tiene que ver que entendía perfectamente lo que era estar de ese lado, sabía cómo llegarles porque un día había sido él quien recibiera las órdenes (ejecutaba jugadas) y debía defender al equipo madero en mano.
Se dice que tanto Higinio como Franger salieron con muchos conflictos con los jugadores. De hecho, Pacheco sustituyó a Franger después de serios problemas de disciplina durante 2004 y con ese mismo equipo obtuvo tres cononas en nuestros clásicos domésticos. A día de hoy no se le conocen grandes enemistades ni de su época como jugador ni de su tiempo como director.
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