Por Robiel Vega
El final no fue el deseado por la fanaticada tunera, una de las más activas en redes sociales, trifulca incluida y varias expulsiones que aún se estudia hasta donde podrían llegar las consecuencias. Ahora, este hecho no empaña para nada la labor de unos Leñadores que nunca se rindieron, aunque no supieron rematar.
Con esta derrota, a mi modo de ver, se cierra un ciclo para el béisbol tunero, el más exitoso de toda su historia. Un ciclo que no se inicia con la llegada de Pablo Civil, sino desde el año 2006, cuando Ermidelio Urrutia asumió el mando por primera vez del elenco tunero.
Con aquella primera incursión en postemporadas se rompía una cadena de 30 años en los lugares sotaneros y con una generación, que en su esencia se ha mantenido hasta el día de hoy, la provincia llamada “El Balcón del Oriente” ha vivido sus días de mayor gloria dentro de la historia del béisbol nacional.
La llegada del Señor Pablo Civil a la dirección del conjunto en el año 2016 vino para cambiar la historia, 4 temporadas, 4 podios, dos finales y un título, así se resume la exitosa faena de este mentor que puso a la provincia en el mapa beisbolero de nuestro país.
Como tunero, espero de todo corazón que se mantenga en su puesto, aunque su contrato de 4 años se vence al finalizar la Serie 60. También creo que varios de los históricos se van a mantener algunos años más, pero a mi modo de ver, el inevitable cambio generacional está por comenzar.
Un equipo con un promedio de edad por encima de los 32 años y cuyo line up, en un 67 por ciento sobrepasa los 35, está llamado a renovarse de manera urgente, ahora que varios de esos peloteros mantienen su forma y pueden afrontar este cambio sin que sea brusco y lleve a los Leñadores a descender drásticamente del lugar dónde se han mantenido en los últimos años.
Hombres como Denis Peña, Osmani Urrutia Jr., Dailier Peña y los ya establecidos Rafael Viñales y Manuel Ávila, deben ser los nuevos motores impulsores de esta nueva generación. Existen otros nombres no tan conocidos pero que vienen con una trayectoria en las categorías inferiores, sobre todo en los juveniles y sub 23, que realmente hacen prever que el futuro del béisbol tunero será promisorio, claro, si el éxodo del talento joven no se ensaña con este territorio, como ya lo ha hecho con otros.
Tal vez su talón de Aquiles seguirá siendo el picheo, aunque varios jóvenes como Keniel Ferraz y Yasiel Labrada han dado muestras de talento y evidencias de que se puede seguir trabajando con ellos. Otros, aún jóvenes pero con más experiencia, como Alejandro Meneses y Alberto Pablo Civil, todavía tienen mucho que aportar para este nuevo ciclo que se avecina.
Carlos Juan Viera seguirá siendo el puntal del equipo, siempre que los contratos internacionales lo permitan, y a Yudiel todavía le queda gasolina para un par de temporadas más de buen rendimiento.
Tal vez, para Yoelkis Cruz haya llegado la hora del retiro, pues ya sus resultados no son los mismos y tiene demasiada historia como para empañarla en el ocaso de su carrera.
Volviendo al bateo, hombres como Quiala, Larduet, los hermanos Alarcón y Andrés de la Cruz, todos con más de 35 años pero aún en buena forma, deben mantenerse jugando, aunque ya deberían hacerlo de manera alterna, en aras de ir desarrollando el relevo, material joven existe para cubrir esas posiciones.
El caso de Danel Castro es excepcional, la “Pantera de Manatí” ha demostrado ser un pelotero de los momentos claves, y merece todo el apoyo de los dirigentes y afición en caso de que decida quedarse, al menos otro año más, ahora sí, su posición de designado podría también irse alternando con otros veteranos, como medio también para dar cabida a sangre nueva en el campo.
Provincias como Cienfuegos y Guantánamo son la prueba viviente de que un cambio brusco, no escalonado y sin preparación, es contraproducente para el desarrollo del béisbol. Las Tunas hoy, está en óptimas condiciones para afrontarlo sin mermar mucho sus resultados, aunque tampoco se puede caer en championismo: lo primordial debe ser el desarrollo de los jóvenes, sin que eso sea sinónimo de no ser competitivos ni buscar resultados favorables.
En mi opinión, nadie como Pablo Civil para seguir llevando las riendas de los Leñadores, aunque ya el objetivo no puede ser el de buscar ser campeón a toda costa; la meta ahora debe ser formar una nueva hornada de Leñadores que, en un futuro cercano, estén en condiciones de retomar la senda ganadora que dejaron sus predecesores. Mi admiración y respeto para esta generación dorada que hizo soñar a un pueblo acostumbrado a la derrota y los llevó a la cúspide del Béisbol. Ahora, toca continuar la tarea y preparar el futuro. Por hoy es todo, ya nos veremos en la próxima.