Uno de los mejores peloteros cubanos de finales del siglo pasado, Lázaro Vargas, se refirió con lujo de detalles a la paupérrima remuneración que recibió durante su larga estadía en el béisbol nacional.
“En el viaje al exterior que más me pagaron me dieron 120 dólares”, recordó durante su presencia en el popular espacio ‘La casa de Maka’. “Y entonces uno pensaba en su mamá, su papá, su hijo, su hermano… Por eso cuando venía alguien y te proponía 700 pesos por el traje del equipo, se lo vendías. De hecho en la Olimpiada de Barcelona los periódicos publicaron la noticia de que los peloteros cubanos habíamos vendido bates”.
Preguntado sobre el dinero que percibía por intervenir en la Serie Nacional, Lázaro Vargas expuso que “nos daban una dieta de tres pesos por cada juego. En cuanto al salario, yo ganaba 162 pesos mensuales, y lo máximo que llegué a recibir fueron 200 y pico”.
Pasado el tiempo, una vez que alcanzó el título en la referida cita estival de 1992, el exantesalista de Industriales comenzó a recibir 300 CUC en calidad de recompensa por tan resonante conquista. Sin embargo, su posterior negativa a contratarse a través de Cubadeportes derivó en el cese inmediato de ese estímulo.
“Yo expliqué que saldría de Cuba para un contrato de trabajo en Bahamas y me dijeron que tenía que hacerlo mediante Cubadeportes, algo que rechacé porque me iban a cobrar el 75 por ciento de la ganancia. Entonces determinaron quitarme el estímulo en CUC. No había doblado la esquina y ya la tarjeta no tenía dinero”, aseguró.
Increíble: Lázaro Vargas no está en las gigantografías del Latino
Pelotero de 22 campañas nacionales y más de dos mil hits, Lázaro Vargas ilustró con una anécdota cuán ninguneados eran los jugadores a la hora de los premios en metálico. Según dijo, “una vez estábamos jugando un preolímpico en Italia y al ganador le iban a dar dinero. Los peloteros nos ilusionamos pensando que recibiríamos un extra de 100 pesos cada uno, pero solo nos dieron 20 y los devolvimos”.
Por cosas como esa, reflexionó, “a veces la gente se alarmaba cuando decían que habían cogido a un pelotero robando en una tienda, pero había que tener la cabeza bien fuerte para entrar en un lugar lleno de cosas con no más de 10 ó 20 pesos y muchas necesidades familiares que cubrir”.
Más adelante, Lázaro Vargas argumentó que en su momento no aceptó las ofertas de jugar en Grandes Ligas por “arraigo familiar” y “desconocimiento de cómo se vivía fuera del país”, porque “cuando aquello no había Internet”.
Por último, el doble monarca olímpico lamentó haber sido ignorado en las gigantografías del estadio Latinoamericano.
“En varias encuestas que se han hecho fui elegido como el mejor pelotero de la capital en mi época en activo. Por eso cuando yo dirigía Industriales miraba las gigantografías y me preguntaba por qué no estaba en una de ellas. Hasta hoy, la única respuesta que he encontrado para eso es que le caí mal a alguien. Pero el cariño de la gente sí que no me lo pueden quitar”.
Lázaro Vargas salió de Cuba en 2015 junto a su hijo Miguel Antonio, quien debutó en MLB con Los Angeles Dodgers en 2022 y actualmente milita en Chicago White Sox.
