A Leonardo Pérez lo apodaron ”Maravilla” por las cosas que era capaz de hacer en las canchas de baloncesto. Incluso, alguien llegó a compararlo con el formidable Drazen Petrovic. Tenía un nivel que despertaba admiración. No obstante, sintió pánico el día que jugó contra el «Dream Team» de Michael Jordan.
Así me lo confesó hace varios años en la cafetería del Hotel Santa Clara Libre. Fue una conversación animadísima donde el que muchos consideran el mejor basquetbolista nacional revivió sus recuerdos entorno al partido donde Cuba compitió con la mejor selección que ha existido, sin importar época o deporte.
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El David de Leonardo jugó contra el Goliat de Jordan, el 28 de junio de 1992, durante el torneo preolímpico escenificado en Portland. Los cubanos habían salido hacia la sede conscientes de que les tocaría ser el primer rival del Dream Team, sabían que era una prueba insuperable, pero no sospechaban lo tormentoso que serían aquellos 40 minutos de juego.
“En cada piso del lugar donde nos hospedamos había monitores en los que podías ver jugadas de cada uno de ellos y nosotros nos pasábamos el día mirándolas”, me contó. “De todos modos, casi todo eso ya lo habíamos visto en Cuba gracias al videocassette”.
Lo que pasa es que una cosa era verlos en la pantalla y otra muy diferente tenerlos delante. Una vez en el calentamiento, los del «Dream Team» parecían más altos y más fuertes. Charles Barkley, me dijo Leonardo, tenía una mirada intimidante y Larry Bird estiró su sistema muscular con unos tiros desde la línea de tres puntos.
Jugar contra el «Dream Team» fue una pesadilla
“Metió siete de siete y no hizo nada más. Estábamos nerviosos. No podíamos parar de mirarlos. Daban la sensación de que eran seres sobrenaturales. Al final yo les hice 13 puntos porque poco a poco me fui metiendo en el juego, pero al principio tuve hasta temblores”.
No he podido olvidar las anécdotas que, como si las estuviera viviendo todavía, me relató esa tarde. Que Barkley le gritaba horrores a Yudith Abreu, que Clyde Drexler chocó con Alberto Maturell y -por poco lo m*ta-, que Scottie Pippen hizo lo mismo con Juan Carlos Caballero, que los pases de los estadounidenses -volaban sobre nosotros como si fueran jonrones-”…
Eliecer Rojas, destacado por su saltabilidad, at*có el aro y David Robinson le puso un tapón de escalofríos. “Entonces le sugerí no hacerlo más. En cuanto a mí, me dediqué a tirar de atrás, no intentaba pen*trar porque si te daban te sacaban de la cancha”.
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A medida que avanzó aquel suplicio, el score favorable al «Dream Team» se fue ampliando hasta los lindes de la humillación. “Solo queríamos que se acabara el juego. Tan invencibles se veían esos tipos, que al final del partido los jugadores de otros equipos nos decían ‘alégrense, ya ustedes salieron de eso, pero nosotros no’. Fue como una pesadilla”.
Al sonar la bocina, la pizarra exhibía un alevoso 136-57. O sea, un récord de 79 puntos de diferencia. Pero el hombre siempre busca consuelo en la desgr*cia y Leonardo Pérez lo hizo a su manera.
“Mira si los jugadores del Dream Team fueron amistosos, que al final hasta nos tiramos una foto todos juntos. Al llegar a Cuba la imprimí y hoy la tengo en un cuadro grande allá en la casa”.
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