Por Boris Luis Cabrera
Tarde de domingo en la Habana. En la arena del Latinoamericano unos Toros camagüeyanos encaramados en la cima de la tabla de posiciones buscando rivales. No había nada rojo que los enfureciera en el montículo ni en el césped. En las chamarretas de sus adversarios y en las tribunas todo era azul y una necesidad imperiosa de victorias capitalinas se respiraba en el aire.
El ambiente era hostil para los visitantes, inundado de rugidos felinos y congas que enaltecían a la muchedumbre. No hubo milagros, bajo esas condiciones de nada valieron favoritismos ni lanzadores espectaculares.
Cuando cayó el out 27 del combate la pizarra reflejaba un 9-6 y los Leones se daban golpes en el pecho mientras los Toros se arrastraban adoloridos hacia su cueva de primera base.
Cuatro cohetes dispararon los discípulos de Miguel Borroto frente a los envíos de Marcos Ortega, apenas el árbitro principal dio la voz de mando para comenzar el partido, válidos para anotar un par de carreras.
La ventaja fue borrada en solo minutos cuando tras el boleto a Yhosvani Peñalver, Yordanis Samón pegó un doblete, Frederich Cepeda remolcó con sencillo y Jorge Enrique Alomá empató con un elevado de sacrificio.
Rápido saltó del box el zurdo Dariel Góngora en el segundo cuando los capitalinos se despegaron en el marcador por el resto del choque al pisar la goma del plato el máscara Frank Camilo Morejón después de un doblete, empujado por una rolata al cuadro de Alberto Calderón.
En el cuarto episodio, Yamil Rivalta se robó el show desapareciéndole la esférica al relevista Yadián Martínez y una entrada más tarde les clavaría una banderilla en la nuca a los Toros remolcando dos más con su tercer imparable de la jornada para poner la pizarra 7-3.
Andy Rodriguez llegó en el octavo capítulo cuando resoplaban furiosos sus contrarios después de marcarles tres veces al sustituto Frank Herrera y zarandear a Yaniesky Duardo para elevar las tensiones en los graderíos y ahí mismo se hicieron humo las amenazas al entrar el ganado a su cueva con absoluta disciplina.
Un bambinazo monstruoso de Stayler Hernández cerrando la octava entrada con las almohadillas vacías fue demasiado para los miles de aficionados camagüeyanos que aún se mantenían pegados a sus radiorreceptores, y el telón cayó lentamente sobre el escenario ante la alegría incontrolable de los fieles azules al saber además, que su equipo ahora se colocaba a dos juegos y medio de diferencia de la cuarta plaza del torneo, al caer derrotados los Leñadores tuneros y los Elefantes cienfuegueros en sus respectivos desafíos.