Por Alexander García
La afición cubana que ama las Grandes Ligas, conoce de hitos y sucesos memorables, de grandes marcas, de figuras legendarias que hicieron historia en la Gran Carpa.
En este sentido, cada tema que salga a colación es como miel que endulza el paladar de la fanaticada. En esta ocasión, retornaremos con uno de los grandes elencos de la MLB, los Cardenales de San Luis, para hablar acerca del impacto de dos figuras trascendentales en los éxitos de los años 60: Lou Brock y Bob Gibson.
Como toda historia, pudiera empezar así…
Para 1953, la llamada era dorada de los Cardenales de San Luis que había iniciado unos 15 años atrás, comenzaba a quedar en la historia. Para ese entonces, a comienzos de los 50, inicia su mandato como presidente, Auguste “Gussie” Bush, un magante de la cerveza, muy famoso en aquella época.
Ya había transcurrido casi una década desde el último título de los pájaros rojos y tendrían que pasar casi diez años más para armar un equipo contendiente en la MLB. En aras de lograr este propósito, para inicios de los 60, el gerente Bush, trajo de los Cachorros al jardinero Lou Brock, una pieza clave en los éxitos posteriores.
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Cabe señalar además, que ya en 1959 había hecho su entrada en el club, el lanzador derecho, Bob Gibson, junto a la tercera base, Ken Broyer. Tanto, Brock, como Gibson y Broyer se erigieron como claros referentes en los títulos obtenidos por los Cards en las Series Mundiales de 1964 y 1967.
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En este trabajo en particular nos adentraremos en las figuras de Lou Brock y Bob Gibson, tomando como referente sus respectivos desempeños en campeonatos ganados por San Luis en la década del 60.
Lou Brock en 1964
Este legendario jardinero, comenzó su carrera con los Cachorros de Chicago para pasar en 1964 a las filas de Cardenales de San Luis.
Quiso el destino o la suerte, quizás ambos, que ese año, 1964, Lou Brock tuviera su mejor temporada de bateo en Grandes Ligas con 315.
En la Serie Mundial de ese año, ganada por los Cards, Brock no tuvo protagonismo ofensivo, no obstante, si destacó por las bases robadas.
Bob Gibson en 1964
Para ese entonces Bob Gibson ya era el as de la rotación y no defraudó a la afición pues terminó con el galardón de MVP.
Luego de perder el segundo juego, Gibson se reivindicó para ganar el quinto y el séptimo partido.
De igual modo, estableció una marca de 31 ponches en serie de siete juegos, récord que el mismo lograría batir cuatro años después.
Lou Brock en 1967
En la Serie Mundial de este año, Brock terminó como líder de bateo al compilar un elevado average de 414; con nueve bases robadas, un récord desde ese entonces, así como ocho carreras anotadas.
Bob Gibson en 1967
Una vez más, en esta Serie Mundial, Gibson fue el hombre grande de su equipo, pues ganó tres juegos, con 26 ponches y un promedio de una carrera limpia.
Con esta actuación Bob se adjudicó por segunda el galardón de MVP.
Al año siguiente, en 1968, los Cardenales llegarían otra vez a la Serie Mundial, frente a los Tigres de Detroit y a pesar de caer en siete juegos, tanto Lou Brock como Bob Gibson asumieron papeles protagónicos.
Estimados lectores hablamos de dos históricos, dos hombres que más allá de sus números legaron una huella de profesionalidad y entrega que perdura hasta hoy.