Por Yasel Porto
Seguramente este título ha generado en usted el suspenso o interés suficiente para entrar al artículo. Por tratarse de un “notición” casi anónimo no me refiero al premio MVP de José Dariel Abreu o a lo hecho por Randy Arozarena durante la postemporada 2020 y mucho menos resultados dentro de la Serie Nacional. Tampoco a la famosa entrevista de Higinio Vélez ni al todavía extraoficial triunfo de Joe Biden que podría traer de vuelta el acuerdo MLB-FCB.
Estos sucesos junto a otros más de carácter individual sin dudas tienen gran impacto, aunque las palabras de Higinio la vida ha demostrado que la mala interpretación, por un lado, y la falta de cumplimiento en mucho de lo expresado por el otro, le restan trascendencia a la publicitada intervención, como también creo que el tema Biden-Acuerdo MLB necesita la concreción y el desarrollo necesarios para no quedarnos con las ganas como la otra vez.
No quiero imponer mi criterio, solo expresarlo y darles diferentes argumentos para que al final apruebe o difiera con lo que ha nombrado este artículo, sobre todo la primera parte.
Major League Baseball (MLB) acaba de hacer oficial algo que desde agosto comenzó a rumorearse en el grupo de historiadores norteamericanos y la Sociedad Americana de Investigadores del Béisbol (SABR), de la cual mi colega Reynaldo Cruz y yo somos los únicos cubanos residentes en la Isla con membresía.
Se trata de la adición de los resultados individuales y colectivos de las Ligas Negras o Ligas Independientes de Color a las Grandes Ligas norteamericanas, algo que cambiaría la historia mucho más de lo que ahora mismo pueda pensar quien me lee.
Vale recordar que estos campeonatos fueron la alternativa para los mestizos y negros que tuvieron vedada su presencia en la pelota profesional norteamericana hasta la ruptura de esa barrera racial por Jackie Robinson en 1947. Hasta ese momento fueron muchos los jugadores de calidad que actuaron en estas dos ligas independientes, las cuales tuvieron el nivel preciso para que tiempo después fueran consideradas para ser parte del Salón de la Fama y ahora con su incorporación a todo lo que tiene que ver con registros oficiales.
Por el enorme protagonismo de Cuba en estos circuitos el primer cambio notable es la ampliación significativa a una cifra cercana a 400 nacidos en la mayor isla caribeña dentro del mayor nivel de béisbol organizado de Estados Unidos. Y por supuesto que habrá un aumento cualitativo fenomenal pues leyendas como Dihigo, Torriente, Méndez, Oms, Bragaña o Silvio García estarán ya al parejo con Tany, Oliva, Tiant, Cuéllar, Luque, Abreu o “El Duque”.
En diálogo con mi amigo Reynaldo, primero en divulgar la noticia en las redes sociales, el cómputo de cubanos que todavía no se ha oficializado ronda los 120. Claro que no se puede sumar al grupo de “big leaguers” a todos los que jugaron en estos certámenes, pues hubo hombres como Rafael Noble, Orestes Miñoso, Héctor Rodríguez y Lino Donoso que lograron acceder al béisbol dominado por los blancos.
Es preciso señalar que se incluiría solo la etapa entre 1920 y 1948. Lo sucedido antes es demasiado impreciso estadísticamente hablando, aunque no concuerdo con excluir lo que pasó los primeros años después de rota la barrera racial. Es verdad que desde 1947 empezaron a llegar mestizos y negros a las Ligas Americana y Nacional que fue debilitando las Ligas Negras, pero ese proceso fue muy paulatino y todavía hasta mediados de los cincuenta había jugadores de muy buen nivel en estos torneos para los segregados.
En ese período (1920-48) además de contar siempre con uno y hasta dos representantes (Cuban Stars East y West, New York Cubans, etc.), Cuba contribuyó individualmente con decenas de peloteros insertados en clubes norteños. Tanto fue el impacto cubano en dichos circuitos que cuatro de los cinco nuestros que pertenecen al Salón de la Fama de Cooperstown consiguieron su acceso a ese recinto por destacarse en las Ligas Negras.
Con ese total por encima de la centena, nuestro país solo fue superado por Estados Unidos en la cantidad de participantes en estas lides, y más llamativo aún es el hecho de que entre el resto de las naciones que tuvieron presencia la cifra no supera los treinta entre todas juntas.
Otro argumento que le da gran peso a esta noticia es que las estadísticas de Grandes Ligas van a sufrir un cambio drástico, especialmente en aspectos como los mejores de por vida por departamentos o determinados récords para una temporada.
Claro, esto es lo que más tiempo demorará, pues la compilación tiene que ser bien exacta para que la variación que se presente esté sustentada en una credibilidad absoluta. Esto hará que en unos meses leyendas del calibre de Satchel Paige y Joshua Gibson pudieran hasta encabezar renglones de suprema importancia en pitcheo y bateo respectivamente.
Para Cuba este tema también reviste un interés tremendo, ya que las 260 victorias de Martín Dihigo en las Ligas Negras lo convertirían en el latino con más triunfos en la MLB, mientras Cristóbal Torriente aparecería como el líder histórico en average entre los hispanohablantes, además de situarse entre los mejores en sentido general. Otro caso interesante es el de Miñoso, que mejoraría sus totales y su promedio de .298 conseguido en la Liga Americana, lo cual podría facilitarle su más que merecida elección al “templo de los inmortales” por el Comité de Veteranos.
La versatilidad de Dihigo lo hará acompañar al más grande de la historia en las Mayores, Babe Ruth, como los únicos con los resultados para ser catalogados estelares como bateadores y en el box. Incluso no sería chovinismo poner al nuestro con una integralidad superior si tomamos en cuenta sus habilidades defensivas para desempeñarse en muchas más posiciones que “El Bambino”.
Otro beneficiado que llegó al Salón de la Fama es José de la Caridad Méndez, que, por el hecho de haber dirigido y ganado tres Series Mundiales de las Ligas Negras con los Monarcas de Kansas City, antecederá en veinte años al también cubano Miguel Ángel González como el primer manager latino, y en ocho décadas al venezolano Ozzie Guillén como el iniciador de la senda del triunfo para el subcontinente dentro de la referida función. Entonces serían cuatro directores hispanos con título, porque además de Méndez, Guillén y más recientemente el boricua Alex Cora, hay que sumar al habanero José María Fernández tras su victoria en 1947 al frente de los New York Cubans.
El cuarto cubano “inmortal” por sus méritos en las Ligas Negras, Alex Pompez (nació en Cayo Hueso pero se consideró siempre cubano), pasaría a tener la exclusividad histórica para latinoamericanos dentro de la categoría de empresarios.
Y precisamente su equipo, los ya mencionados Cubanos de Nueva York, conjuntamente con los Cuban Stars del propio Pompez y el que tenía el mandado de Abel Linares y Agustín “Tinti” Molina nos haría en el primer país extranjero en haber tenido una franquicia en Grandes Ligas. Nada menos que más de medio siglo antes que Canadá, que hasta ayer no solo era el primero, sino el único.
Mientras, tendríamos a los lanzadores Luis Tiant Sr. y Luis Tiant Jr. como la mejor pareja de padre e hijo en la MLB por la sumatoria de sus registros y por lo que representaron más allá de cifras en sus circuitos y etapas.
Ya no habrá que hacer más las incómodas salvedades cuanto se hable de los cubanos que están en el Salón de la Fama, pues ya todos, no solo Tany Pérez, llegaron a Cooperstown por sus méritos en Grandes Ligas.
Por supuesto que mientras más busquemos seguirán apareciendo detalles más que interesantes, con la relevancia suficiente para darle respaldo al titular de este escrito. Como, por ejemplo, que cuando participaron estos Cuban Stars dentro de nuestra extinta liga profesional, esta oficialidad los convertiría en el único equipo de Grandes Ligas en haber jugado en un campeonato fuera de Estados Unidos. Y voy a detenerme ya en los ejemplos porque terminaría haciendo una tesis de todo lo que nos favorece este cambio.
Yo sé que hay muchos que seguirán sin hacerle mucho caso al tema, sobre todo porque consideran que la historia no es tan necesaria como el presente y el futuro, pero pienso que esta cuestión va más allá de simples replanteamientos estadísticos que creo haberlo dejado bastante claro.
No solo esta decisión de MLB hace crecer ese pasado, sino que aparejado a ello también hay un fortalecimiento ostensible del prestigio de nuestro béisbol y de Cuba en general, aumentándose todavía más el respeto de los de afuera y el orgullo de muchos de los que nacimos dentro. Solo lamento que los medios oficiales y la mayoría de los fanáticos más que ignorar la trascendencia del anuncio de las Grandes Ligas, ni siquiera se hayan dado cuenta de su existencia. En este caso, como en tantos, nunca es tarde para celebrar la dicha inmensa.