Por Alexander García
Siempre las leyendas son así, inmortales, legendarias, únicas, recogen en sí mismas tanto simbolismo, tanta grandeza que resulta imposible inventarse cosas incluso, con Orestes Miñoso los sucesos superaron la ficción, la realidad desbordo todo y desde canciones hasta un monumento estando vivo le hicieron a este orgullo de Cuba.
Sí lectores, cuando hablamos de luminarias de béisbol es obligado mencionar a Miñoso, pues fue en su momento la cara de la pelota cubana en las Grandes Ligas, no solo porque jugó desde 1949 hasta 1980, sino porque marcó un legado inmenso con los Medias Blancas de Chicago.
Cuando este 1 de marzo de 2020, se cumplió un año más de su partida, desempolvamos recuerdos y revelamos a golpe de memorias lo inmenso que fue Miñoso…
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La amplia sonrisa de Luis Robert deja en el aire una sensación de satisfacción, de realización personal diría; es una sonrisa amplia como su talento, franca y pura como su juventud y ahora en este mes de marzo que corre todos le miran.
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En los entrenamientos de primavera, el avileño ha copado titulares una y mil veces, pues todos tienen sus ojos puestos en su posible debut con los Medias Blancas para el Opening Day.
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Hoy es Luis Robert riendo así, pleno y la imagen que recoge la firma de su contrato hace par de años, recoge en el acto, otro hecho memorable, en una esquina esta otra imagen, una toma imponente de Orestes Miñoso mirándolo llegar; la estatua del mítico Minnie en el U.S. Cellular Field lo dice todo… dos, tres, cuatro generaciones, el béisbol, Cuba, la vida que pasa…
Tal vez por esas cosas del destino, las historias se cruzaron y sí, nadie pensaba en un final para el gran Miñoso, todos veían a Luis Robert como el heredero, el encargado de seguir el legado… quizás toda una vida ahí con uno de los equipos malditos en la ciudad de los vientos.
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La foto es imponente, en blanco y negro pero igual es imponente, Nat King Cole y Orestes Miñoso se dan la mano allá por 1957; dos grandes, dos genios, Cole al piano, orgullo de la música afroamericana en Estados Unidos, Miñoso, recio y corpulento, ídolo de multitudes con el Marianao y los Medias Blancas de Chicago.
Como nos lega el historiador Félix Julio Alfonso, en su ensayo, Música y béisbol; la grandeza de Orestes Miñoso lo lleva hasta ahí, hasta se reverenciado por un astro como Nat; el oriundo de Perico, era la sensación del momento y no por gusto un hombre como Casey Stengel, manager de los Yankees de Nueva York en aquellos míticos años 50 del pasado siglo, alegó que no le importaba perder a Joe di Maggio con tal de tener a Miñoso, pues el cubano hacía por tres.
Señores en aquel tiempo, La Habana entera bailaba chachachá con el clásico tema de Enrique Jorrín, “Miñoso al bate”… “Cuando Miñoso batea, verdad, la bola baila hasta el chachachá”
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Otra vez la imagen de Luis Robert allí sonriente con la pizarra de U.S. Cellular Field detrás, llena de orgullo a todos en Cuba; los hechos nos dan la razón y el muchacho la rompe en las Ligas Menores, toca a las puertas del elenco grande, da línea larga entre right y center… la historia continua
La figura esculpida de Miñoso haciendo swing, también allí junto a Luis Robert, fue como sellando un pacto, un conjuro cargado de simbolismo… el relevo llegaba.
Antes habían estado, Alexey Ramírez y Dayán Viciedo, ahora, José Dariel Abreu, Yoan Moncada y Yasmani Grandal… Luis Robert espera el turno, tiene años por delante, lo tiene todo, parece más, mucho más… entonces la sonrisa de Orestes se vuelve a imponer en cientos de fotos e imágenes de distintas épocas.
Cuando Miñoso debutó con los Indios de Cleveland en 1949 y se convirtió en el primer jugador negro de la Isla en jugar en las Ligas Mayores; al instante de llegar a Chicago, Orestes también se anotó otro hito, fue el primer jugador de color en hace el grado con los White Sox.
Aunque su impronta va más allá de cifras y números fríos, vale destacar que Orestes Miñoso fue ganador de tres guantes de oro, también bateo por encima de 300 por ocho campañas y de igual modo, comando el departamento de bases robadas en tres temporadas.
Al mismo tiempo Miñoso fue uno de los pioneros en promover la utilización de la velocidad como un arma ofensiva en las Grandes Ligas.
En México, Orestes también dejo su legado entre 1964 y 1973, por ello en 1996 es electo al Salón de la Fama del béisbol en el país azteca.
Unos años antes en 1983, su uniforme con el número 9 fue retirado por los Medias Blancas.
En 1980 Miñoso consumió su último turno en la Gran Carpa, había pasado los 50 años y con ello por cinco décadas dejaba sus ello en el mejor béisbol del mundo.
De Orestes Miñoso aún queda mucho por decir; si hoy los cubanos son joyas para la gerencia de los White Sox en gran medida es por la huella que dejo Minnie.
Este es un sentido tributo a este grande.
Nos vemos a la vuelta.