Anoche, cuando Freedie Freeman le dio un batazo majestuoso al cubano Néstor Cortés Jr. para definir el Juego 1 de la Serie Mundial de MLB 2024, lo primero que me vino a la cabeza fueron unas palabras que hace casi diez años me dijo el hoy difunt* entrenador Pedrito Pérez.
“Con los lanzadores actuales se hace mucho énfasis en el trabajo físico, pero no se pone la atención necesaria en la parte mental”, me aseguró aquel hombre que pasó más de tres décadas en el puesto de coach de pitcheo del team Cuba.
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Como ocurre con todo el que brilla, a Pedrito no le faltaron detractores, pero de su capacidad dan fe muchos de los mejores serpentineros que han pasado por los morritos de la isla. “El entrenador cubano es un libro abierto para todos los que deseen llegar lejos en el pitcheo”, escribió sobre él un periodista mexicano.
Aquello que me dijo en la tranquilidad de su casita en Santa Clara, jamás lo olvidaré. Recuerdo haberle pedido que abundara sobre el tema y fue elocuente: “El problema está en que no se intenta perfeccionar al mismo tiempo la técnica del lanzador y su preparación mental. Ahí es donde yo veo la mayor deficiencia. Al tirar la pelota el lanzador cumple tres funciones: una mental, una física y una que controla las emociones, y de las tres, dos tienen que ver con la mente”.
Néstor Cortés Jr. perdió la pulseada mental con Freddie Freeman
Así que cuando le conectaron el jonrón a Néstor Cortés Jr., yo veía a Pedrito diciéndome “la mente es esencial, en la pelota se está subestimando el pensamiento” ¿Y por qué? Porque evidentemente el veterano slugger zurdo le había ganado la pulseada ‘cerebral’ al oriundo de Batabanó.
En descargo de Néstor Cortés Jr. hay que apuntar que llevaba casi un mes sin laborar, por lo que pareció demasiado temeraria la decisión del manager Boone de pedirle esos dos últimos outs del partido. Pero cuestionamientos estratégicos aparte, lo cierto es que el muchacho no acertó con la elección tomada.
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Me explico, a Shohei Ohtani le abrió con una recta ligeramente adentro a 92.4 MPH y este la chocó, aunque no hizo un buen contacto. Entonces, tras la base intencional a Mookie Betts, se planteó el mismo diseño para enfrentar a Freeman: recta a la misma velocidad, con similar ubicación y en esa ocasión, el desenlace resultó el menos deseado.
Cabría decir que Freeman le leyó la mente a un (en esta ocasión muy predecible) Néstor Cortés Jr.. Intuyó que volvería a ser implacable para ponerse arriba en el conteo que retaría nuevamente con la bola rápida, y no lo perdonó.
¡Cuánta razón tenía Pedrito Pérez! La pelota se tira con el brazo, pero se lanza con la mente.
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