Por Andy Lans
Cuando observamos las estadísticas de Noervys Entenza en la edición 59 de la Serie Nacional en que trabajó para un promedio de limpias (PCL) de 4,91 en 84.1 entradas, compiló cuatro derrotas, 51 ponches y 52 boletos, dudamos de cuanto aportó realmente a la causa yumurina.
Sin embargo, las seis victorias del cienfueguero, casi siempre en momentos claves de la temporada, constituyen el tercer mejor saldo entre los Cocodrilos, solo superado por Jonder Martínez y Yamichel Pérez.
Entenza acumuló la mayor cantidad juegos iniciados entre los dirigidos por Armando Ferrer (15), así como la máxima cifra de innings lanzados, una muestra palpable de la confianza de su mánager. Otro par triunfos y un PCL de 1,13 en la postemporada, le atribuyen un papel relevante en la consagración de Matanzas.
No obstante, más interesante todavía resulta adentrarse en pormenores de su amplia carrera como los inicios en Cienfuegos, el paso por Industriales, el título con los Alazanes de Granma y el Clásico Mundial de 2017.
Noervys ¿Cómo recuerdas el salto de calidad de Cienfuegos en la Serie Nacional?
-La llegada de Iday Abreu, propició el resurgimiento de la pelota en Cienfuegos. Él realizó un trabajo personalizado con cada uno de los jugadores. Nos inculcó que el cumplimiento de nuestras funciones individuales repercutiría en lo colectivo.
»Comenzábamos los entrenamientos en la playa de Rancho Luna a las 5:45 am, con doble sesión, y terminábamos a eso de las ocho de la noche con varias picadas de mosquitos. Solo el director y los atletas creíamos en dar ese salto, nadie más lo imaginaba.
»Antes de Iday Abreu, debuté en la Serie Nacional como jardinero derecho. Los altos directivos del béisbol en Cienfuegos me aconsejaron empezar a pichear, pero luego me mandaron a la Liga Azucarera porque supuestamente no tenía condiciones. Yo no entendía, a los 20 años tiré hasta 97 mph, corría 400 metros en 49 segundos y en cuatro minutos y medio recorría una milla, contaba con tremendas condiciones físicas pero no con los técnicos adecuados. Iday Abreu prometió hacerme pitcher del equipo Cuba.
Con Cienfuegos, Entenza cuajó campañas sobresalientes como la 2010-11, en la que formó parte de los seis serpentineros con par de lechadas y compartió el liderazgo de ponches con Wilber Pérez (97), en la 2012-13, junto a su actual compañero Joel Suárez, encabezó las victorias con 14.
¿Por qué decides cambiarte a Industriales?
-Defendí por primera vez a los Industriales cuando Lázaro Vargas me pidió de refuerzo en la Serie 53. Para mí fue un sueño, me encontraba en un gran momento.
»Al llegar a La Habana, las primeras palabras del entrenador de picheo José Elosegui fueron: ‘Este no es el relajo de Cienfuegos’. Él cambió el entrenamiento que traíamos Leorisbel Sánchez y yo. Perdí la forma física y no ayudé al equipo.
»Al salir Iday Abreu de Cienfuegos, decido irme definitivamente para Industriales. Sentí que en mi provincia no sería lo mismo.
En tu etapa de azul, luciste mejor con Javier Méndez que con Anglada ¿Sufriste alguna desmotivación con Rey?
-Tengo que darle las gracias a Javier Méndez porque depositó su confianza en mí. Recuerdo que permanecí 6 o 7 meses sin jugar béisbol y Javier envió la guagua de Industriales a mi casa para buscarme.
»El problema mío en La Habana no era por quien me dirigía, era por quien me entrenaba, o sea, el coach de picheo. Elosegui hablaba a mis espaldas y me desacreditaba ante los directores.
»En cuanto a Anglada, siempre quise que me dirigiera por el mito que rodeaba su persona. Nunca tuve un pero con él, hasta que me lesioné en un juego casualmente contra Matanzas. Inmediatamente me trasladaron a la capital con el masajista. Elosegui lo sabía, y no dijo nada. Entonces, todo quedó como una indisciplina mía. Tiempo después, no se concretó mi contrato con las Panteras de Kitchener en la Liga Can-Am, Anglada decidió no firmar. Eso me disgustó mucho porque significaba una entrada económica para mi familia.
¿Te arrepientes de tu paso por Industriales?
-No, para nada. Estar con Industriales constituye un orgullo para todo pelotero. Es el equipo insigne de la pelota cubana.”
Carlos Martí creyó en ti para conseguir su primer campeonato con Granma en la Serie 2016-17 ¿Cómo rememoras aquel trabuco de los Alazanes?
-Carlos Martí se acercó a mí mientras reforzaba a los Cachorros de Holguín. En ese momento me sentía disgustado, pues en aquella “famosa bolsa” de 50 lanzadores no figuraba mi nombre. Pensé: “¡Wow! ¿Y en Cuba existen 50 pitchers mejores que yo?” No obstante, Carlos Martí y Frank Camilo Morejón me instaron a seguir los entrenamientos, porque ellos pensaban pedirme para los playoffs. Y efectivamente, confiaron en mí. Ese trabuco, como bien dices, se convirtió en una familia.
Durante aquella postemporada, Noervys Entenza registró 3 ganados sin descalabros, su PCL quedó en 2,79 en 19.1 episodios. Exhibió un WHIP de 1.19, nueve ponches y cinco bases por bolas. Su eficacia, le llevó a las filas del Cuba en el Clásico Mundial de 2017.
Abriste el debut de Cuba en el Clásico contra Japón ¿Qué moraleja sacaste de aquella presentación?
-Me dieron la bola para ese partido, pero a lo largo de la Serie del Caribe y la gira por Asia actué como relevo largo. Cierto día me preguntaron qué me gustaba más, si abrir o relevar, respondí que como lanzador estaba preparado para cualquier función, y ahí mismo me asignaron ese encuentro contra Japón.
»Agradecí que contaran conmigo, sin embargo no estaba preparado para el reto. Yo vivo en un campo en Cienfuegos, no sé nada de la Liga Japonesa ni de sus bateadores. Nunca me indicaron como trabajarle a ese conjunto, en ningún momento efectuamos un estudio del rival.
Y con Israel ¿Qué pasó?
-Desde mi punto de vista, las cosas funcionaron mejor frente a Israel. Carlos Martí me adelantó que abriría la segunda ronda contra el que sea. Cuando me enteré del oponente, me retiré hacia la habitación, vi todos los choques de Israel y obtuve la información necesaria para lanzarles, al punto que solo permití un hit en 4 innings.
»En ese Clásico, nos golpeó el poco conocimiento acerca del contrario. La pelota de Cuba tiene calidad, está demostrado en todas las ligas del mundo. Pero, cuando arribamos a un evento de tanto nivel, debemos tener una idea de a quién nos enfrentamos.
La salida contra Israel maquilló los números finales de Entenza en el IV Clásico Mundial: PCL de 3,53 en 5.1 capítulos, par de limpias toleradas, igual cifra de ponches, 5 inatrapables y 4 boletos.
Tuviste unos meses de inactividad antes de enrolarte en las filas de los Cocodrilos ¿Cuánto afectó esa situación tu inicio de temporada?
-Antes de venir a Matanzas, creo que pasé alrededor de siete meses sin jugar pelota. Apareció una lesión en el cuádriceps femoral, por lo que entrené muy poco en los comienzos. Gracias a los médicos y el colectivo técnico de Matanzas, logré recuperarme para darle unas cuantas victorias a los míos en la primera fase.
¿Cómo te las agencias para dominar sin la velocidad de antaño?
-Siempre lancé rectas sostenidas entre 94 y 95 mph, y además tiraba slider, split-finger, curva y cambio de velocidad. Lo que me faltaba era el comando de picheo. Si en aquel tiempo tuviera el control de ahora, pienso que propinaría hasta 8 lechadas (risas).
»También opino que cuando uno se ve más flojo, consigue más resultados porque se desarrolla en el plano táctico. Al estar duro, te confías demasiado en la velocidad.
Háblame de aquel sexto y último encuentro de la final ante los Toros de Camagüey…
-Considero que ganamos ese último partido desde la despedida en Matanzas. Veníamos muy contentos. Antes de empezar el juego, nos reunimos. Le pedimos al entrenador que saliera. El meeting lo dimos nosotros mismos y entendimos que la victoria no podía ser otro día, de lo contrario, Camagüey vendría más fuerte que nosotros en un séptimo desafío con el apoyo de su público. He visto ese desafío con mi familia, alrededor de 15 o 20 veces, producto de la misma cuarentena.
Noervys Entenza guardó lo mejor de sí para que Matanzas levantara el trofeo de Campeón Nacional después de 29 años de espera. El diestro de Palmira contuvo a los agramontinos durante 6.1 episodios, le pegaron cuatro imparables, ponchó a cinco bateadores, cargó con dos limpias y boleó a tres contendientes. Jonder Martínez culminó su labor.
«Agradezco a esta provincia por acogerme como un matancero más. Quiero pedirles a todos que se queden en casa, y a mis compañeros que entrenen, para en la próxima Serie, volver a ser campeones», concluyó.