HABLÓ Omar Franco (Ruperto) de béisbol, Anglada, Industriales, el Latino, Marquetti, Cuba

Kiara Gonzalez

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Por José Alejandro Rodríguez

“Siempre me emocionan esas imágenes, porque yo lo vi en vivo, yo estaba ahí. Fue el 19 de enero del año 86. Aunque yo estaba en el jardín derecho, recuerdo a (Javier) Méndez ahí en primera base. Y entonces … ¡Llegó el jonrón de Agustín Marquetti!”

“Se forma la gritería. Méndez doble segunda. Yo vi todo eso, yo estaba bien claro todavía, pero de momento un tipo me tocó por atrás. En esa época, si te tocaban por atrás era tremendo. Hoy eso ha cambiado un poco. Me viro hacia el hombre para decirle algo y cuando vuelvo para mirar el jonrón, me dio la pelota en la cabeza”

De una forma u otra, tal vez cambiándole alguna palabra, pero siempre manteniendo la idea esencial, Ruperto Isidoro Lamorú y de Valdivia, o simplemente Ruperto, popular personaje del gustado programa «Vivir del Cuento», el Omar Franco en la vida real, quien radica hoy en Estados Unidos, cuenta una y otra vez su vivencia en el estadio Latinoamericano, en aquel histórico juego entre Industriales y Vegueros.

Según el señor, la pelota salida del bate de Marquetti impactó sobre su cuerpo y le causó un daño tal que estuvo varios años en coma, perdiéndose en su conciencia casi toda la década del 90 y los sucesos de diversa índole acontecidos en Cuba en ese entonces.

“Estuve 28 años en coma. Solo me desperté una vez en el año 93. Abrí los ojos, miré como estaba la cosa y dije: “¡Naaaaa!, mejor sigo aquí tranquilito en coma. Pero yo sí me recuerdo del batazo bien clarito. Hace unos años, (Luis Silva) Pánfilo me dijo que no fuera al estadio porque daba la casualidad que el primera base del equipo Industriales tenía las mismas siglas que el que me había dado el pelotazo en la cabeza: Alexander Malleta y Agustín Marquetti (AM los dos).”

Omar Franco, el actor que interpreta el personaje de Ruperto, más allá de la ficción que trae aparejada la historia que él siempre cuenta, es un hombre con una vida muy ligada al beisbol.

“Les digo una cosa de corazón: Es cierto que el beisbol me llevo al coma, pero es mi vida. Al beisbol yo lo quiero ¡A pululu!”

En entrevista dada hace ya algún tiempo a la Televisión Cubana, Omar Franco explicó detalles de cómo llegó el beisbol a su vida:

“Entró a partir de mi padre y el barrio. Soy habanero de nacimiento y jugaba mucho a la pelota de cuatro esquinas y demás opciones que tenemos los citadinos de jugar. Vivíamos cerca de la Ciudad Deportiva y e íbamos mucho allí.”

“Pero el viejo mío, mi padre, a pesar de ser de Villa Clara, es de esas personas que, aunque era de otra provincia, es seguidor del equipo de Industriales. Con él empecé a amar al beisbol pues íbamos mucho al estadio. Me regaló un guante y en el barrio yo jugaba tercera base en el cuatro esquinas. En esa época, tener un guante era un verdadero privilegio. Gracias al “Yayo” Linares y Campos, ambos fallecidos, aprendí a jugar al beisbol. Recuerdo que en la secundaria jugábamos mucho en la Ciudad Deportiva. Tener un guante en aquel momento para mí era la vida misma.”

“Yo era fanático de un jugador de La Habana, de Industriales: Rey Vicente Anglada, con ese número 36. En una ocasión, logré convencer a la vieja mía para que me hiciera una camiseta con su número, muy artesanal, pero esa la tuve unos cuantos años”

Sobre sus visitas al estadio Latinoamericano, Franco dijo:

“Recuerdo estar entrando al Latino, no sé por cuál puerta, pero siempre con mi padre. Íbamos caminando desde la casi siempre. Todavía recuerdo aquellas pizzas y croquetas se vendían en el estadio, la voz del narrador cuando daba los resultados de otros juegos que eran decisivos a la hora de la tabla de posiciones y la atención que se creaba era casi una obra de teatro lo que se veía en ese estadio”

“Otro detalle importante era la confraternidad. Lo digo porque he tenido la oportunidad de estar en otros lugares y era muy interesante ver personas que no eran de Industriales y que iban al Latino. Todavía hoy sucede también, pero no es igual que en aquel tiempo. El hecho de tener un santiaguero al lado, de compartir, no tenernos que sentar en gradas diferentes, dice mucho del nivel de civilización de la afición beisbolera en Cuba”

“La parte de disciplina es otro aspecto, pero el hecho de estar confraternizando en el mismo estadio, en la misma sección de gradas, con personas de otro equipo y que no se formaran esas trifulcas que tal vez uno pudiera tener en un momento en cualquier lugar, da mucho que decir, para bien, de nuestro público en el Latino.”

Omar abordó otros temas relacionados con su vida profesional como humorista y el beisbol:

“En esta etapa, por la misma política del Ministro de Cultura, tuvimos que trabajar en actividades de despedida o de bienvenida a equipos nacionales de beisbol y eso permitió que muchos artistas seamos amigos, hoy en día, de peloteros que están y que no están (en Cuba), pero que son muy buenos peloteros.”

“Pienso que hay un símil entre los actores y los peloteros, porque a fin de cuentas ambos damos un show, vamos a actuar para un público y en eso hay similitud. También en el entrenamiento y en el ensayo: ellos tienen que entrenar antes de empezar a jugar y nosotros tenemos que están ensayando. Yo creo que, más allá del talento que debe tener tanto el actor como el pelotero, ambos debemos pensar que cuando uno se para frente a un público, le damos un espectáculo.”

“Recuerdo una vez que Javier Méndez me invitó a un mitin de su equipo cuando iban a jugar contra Las Tunas en una ocasión. Y yo les decía a los jugadores: “En el juego, ustedes son como nosotros los actores que salen a dar lo mejor y dejar incluso los problemas personales fuera, muy lejos del terreno, porque al fin de cuentas, siempre vamos a estar haciendo el trabajo para el público.”

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