Por Alexander García
El recuerdo de aquel segundo juego ante los Orioles de Baltimore sigue dejando sensaciones apoteósicas, pues más allá de la revancha, tras ganar el partido 12-6 en el Camden Yards, el equipo cubano dio una idea de invencibilidad que legitimó los egos insuflados que hasta entonces marcaban las pautas en el béisbol nacional; si algo necesitaba la pelota criolla era un partido asi como ese, ya habíamos perdido ante los Senadores de San Juan pero en ese, en ese segundo partido ante los Orioles la ilusión se desbordó.
Ya han pasado veinte años de aquel juego y todavía la imagen de Norge Luis Vera en el box sigue impresionando, pues el santiaguero entró en el segundo inning, sustituyendo al mismo José Ariel Contreras y tiró 7 entradas de modo magistral.
A veces me pregunto por qué siempre retransmiten el primer juego, que fue el de la derrota, 3-2 y no el segundo; entonces viene a mi mente la imagen de Andy Morales inmenso, muy grande, Andy Morales siendo el hombre grande de la ofensiva cubana con cuadrangular incluido, Andy Morales, quien meses después de aquel segundo partido, en el mismo año 2000, salió de Cuba de manera ilegal, tratando de buscar el anhelado sueño de la Gran Carpa. A veces me pregunto pero después saco la conclusión y es fácil, Andy, como tantos otros, es considerado un paria para los encargados de decidir un tema tan simple como la retransmisión de un histórico partido de béisbol.
Hablo de Andy Morales pero también esta Maels Rodríguez, el supersónico Maels Rodríguez que fue el que entró al final con su bola rápida a plenitud, Maels Rodríguez del cual han quedado sepultados sus record de ponches, su juego perfecto, su trayectoria fulgurante en la Serie Nacional, allá a finales de los 90 y comienzos de los 2000; Maels Rodríguez, quien también salió del país y de un modo u otro, también es considerado un paria por los mismos de siempre.
Aquel juego también sentó un nefasto precedente, pues Alfonso Urquiola, quien había dirigido al equipo en los dos partidos y además, un año antes había ganado el boleto olímpico tras obtener la medalla de oro en los Juegos Panamericanos; el mítico Urquiola fue cesado como por arte de magia a las puertas de los Juegos Olímpicos.
Hay una mezcla de sensaciones alrededor de ese partido, de ese memorable segundo partido ante los Orioles, por un lado la victoria, la rotunda victoria ante un elenco de mediano nivel por aquel entonces en la Gran Carpa pero igual, un muy buen equipo. Por otro lado la apatía y el hastío por tanto misterio, por tantos giros extraños que todavía hoy no se entienden.
Nos vemos a la vuelta.