Por Yasel Porto
Hay muchos que piensan que todo el que ha tenido o tiene un cargo importante como funcionario dentro de Cuba tiene que ser ubicado en grupos o listados integrados por quienes personal y profesionalmente se merecen todo tipo de críticas por sus decisiones, resultados o actitudes.
Aunque respeto a los que piensan así, hasta hoy sigo considerando que el INDER y específicamente la dirección del béisbol cubano han contado a lo largo del tiempo con funcionarios que, si bien no han sido perfectos, como no lo somos ningunos de los que habitamos este planeta, en la balanza de la vida ha pesado más lo positivo.
Advierto para los mal intencionados de siempre, que mi único objetivo es sacar del anonimato los múltiples valores de alguien que por su modestia jamás hablará de sus méritos ni siquiera en privado. Mi escrito está muy lejos de establecer rivalidades o emulaciones, más bien es poner en su justo lugar a “gente de bien” en tiempos de ataques bien radicales de un lado y de otro hacia quienes ocupan posiciones oficiales. No creo que haya mejor momento para destacar, más que para salvar responsabilidades.
De Rodolfo Puente Zamora, el “Jabao”, como muchos lo conocen, voy a hablar bien por diversas razones. Lo haré además con argumentos que se apoyan es testimonios de personas honestas e imparciales, además de mis propias experiencias.
No se podría realizar un comentario sobre Puente sin empezar con su brillante etapa como pelotero. Sus resultados como torpedero de los equipos capitalinos y como titular en la posición por más de una década con la selección nacional, lo encumbraron entre los mejores paracortos que han pasado por Series Nacionales y de los imprescindibles dentro de aquella generación dorada que concluyó invicta a nivel internacional durante los años setenta. Y no solo contribuyó con su defensa, pues su oportunidad con el bate lo mantuvo siempre con números destacados en casi todas las competencias en las que su inteligencia y liderazgo lo catapultaron a la capitanía de un equipo Cuba colmado de luminarias.
Cuando se retiró en 1983 quedaba atrás una carrera que había tenido de todo para catalogarse como una figura extraclase. Desde su debut mismo demostró su nivel tras ser elegido Novato del Año y a ello sumó distinciones de todo tipo, como su récord de ocho coronas mundiales, y diferentes títulos ofensivos con los de bateo en el Mundial de 1971, los Centroamericanos de 1974 y la Nacional de 1979-80 como los más importante. Pero después de su etapa como pelotero el respeto y la admiración hacia Puente siguieron creciendo gracias a lo hecho en variadas funciones asumidas por él.
Primero dio su aporte como asistente de Pedro Chávez en los Metropolitanos y tras ir evolucionando como entrenador, dirigió a Industriales y Ciudad Habana en la Serie Nacional 1988-89 y la Selectiva de 1989 respectivamente. En ambos eventos si bien es cierto que quedó subcampeón pese al talento individual y colectivo para haber ganado, no he encontrado todavía una crítica sobre la estrategia de dirección de Rodolfo. Los factores de las derrotas capitalinas fueron los mismos de la mayoría de aquellos años en los que faltaba concretar más esa calidad indiscutible en sus lanzadores y jugadores de posición.
La vergüenza deportiva de Puente de haber tenido tan cerca la corona y perderla dos veces el mismo año, lo condujo a renunciar al cargo de manager y dedicarse más a la labor de entrenador dentro y fuera de Cuba. Buena parte de la década del noventa la pasó de colaboración internacional, y hoy se le considera uno de los principales responsables en la enorme mejoría que evidenció el béisbol en Brasil.
Una muestra irrefutable del respeto generado por Puente más allá de la Isla fue su nombramiento como Vicepresidente de la Federación Internacional de Béisbol, cargo que ocupó durante muchos años con la misma entereza y calidad de siempre. Esa misma función la ha desarrollado por largo tiempo hasta la actualidad a nivel nacional, sin que yo haya recibido una sola queja de alguien sobre él. Y no piensen que he preguntado poco ni que muchos funcionarios en activo o que ya no están, han corrido la misma suerte que el “jabao”.
Soy de los que ha considerado desde hace mucho tener aptitudes suficientes para haber asumido la presidencia de la Federación Cubana de Béisbol, unido al prestigio logrado dentro y fuera de la Isla. Quizá hoy la edad sea su principal enemigo para asumir la función, no porque le falta la fuerza para llevar con decoro algo que es más complejo y más físico de lo que parece. De todos modos, si me preguntaran mis candidatos preferidos seguirían estando en el grupo.
El momento en que más cerca estuvimos fue cuando fue el representante de la dirección del béisbol cubano dentro del proyecto comunitario “Béisbol de Siempre”, del que Ismael Sené y yo fuimos sus líderes desde el primer día. Puente no fue parte de nosotros como un simple directivo, sino que en su implicación quedó demostrado su interés de contribuir en todo lo que hiciera falta. Lo hizo no con “camisa de cuadro”, sino a “camisa quitada” en las actividades que se hicieron con los niños, en el cementerio y otro tipo de homenajes sobre figuras y momentos históricos.
En el plano personal antes y después de su imbricación en el referido proyecto, su actitud hacia mi persona y muchos de los trabajos que he realizado ha sido muy favorable. Y no solo por hacerlo directamente, sino por lo que sé que ha dicho a mis espaldas que es lo que muchas veces vale más.
A mí me gusta hablar de las personas por mis propios ejemplos, y a no ser porque haya quienes su actitud negativa esté totalmente comprobaba, no puedo hacer otra cosa que hablar bien del que yo veo que actúa con clase, tanto de forma general como con uno. Por eso a gente como él, como Jesús Barroso, y varios más que siguen afiliados a la Comisión y Federación Nacional tengo que guardarles eternamente mucho afecto y gratitud.
La muestra de grandeza más reciente por parte de Puente no es parte solo de un pasado reciente, sino que aún se mantiene presente. Desde el principio del proceso de la enfermedad del legendario Andrés Ayón fue uno de los pocos vinculados con el béisbol que ha demostrado con hechos su preocupación. Además de visitarlo desde el primer momento, gestionó el cambio para una mejor sala en el hospital Manuel Fajardo y después de su alta médica ha mantenido el seguimiento de la situación delicada que sigue enfrentando al miembro del Salón de la Fama de México.
Pero este es solo un ejemplo más, el último, porque son muchos los gestos y actitudes de extorpedero y entrenador. Las que se conocen y aquellas a las que muy pocos tienen acceso.
Habrá quienes digan que Puente se ha mantenido como funcionario durante mucho tiempo porque “no se ha metido en candela” y ha sido cómplice de malas decisiones por quedarse callado frente a quienes las han tomado.
Como manifesté al principio, nadie es perfecto, incluido Rodolfo Puente. Se ha equivocado y se seguirá equivocando, como me pasa a mí también y por desgracia me seguirá pasando. Pero que tire la primera piedra quien esté libre de pecado o de error. Haber sido parte del sistema no es una equivocación, es una forma de vida, la cual, aunque muchos lo pongan en duda, se puede desarrollar siendo una persona honesta. Hoy muchos de los que meten a alguien en el mismo saco de los “malos” por el simple hecho de estar en un cargo directivo, un día también fueron parte del proceso y tomaron decisiones o cumplieron órdenes con las que no estaba de acuerdo, y que probablemente tuvieron mayor incidencia en los demás.
No obstante, es preciso decir que no fueron pocas las injusticias que defendió o las directrices con las que ha manifestado su desacuerdo internamente, cuestiones que le trajeron desavenencias con ciertos superiores. Haberlo hecho con inteligencia y decencia no les restan valor a determinadas posiciones adoptadas a través del tiempo.
Todos tenemos el derecho de criticar, pero como digo, también nos asiste el deber de hablar con base después que hayamos terminado de revisarnos en el espejo de nuestra alma. Por eso, aunque salga algún extremista a decirme lo que sea, con sinceridad plena concluyo mi comentario afirmando que yo admiro al Rodolfo Puente pelotero, entrenador, directivo y sobre todo ser humano, y que por eso y por mucho más le agradezco en nombre de muchos que como yo consideramos que cuando el sol tiene más luces que manchas, debemos hacer todo lo posible por mantenerlo encendido para no quedar en oscuridad total.