Pedro Ramos sobre Tony Oliva: “Le dije que no regresara a Cuba”

Daniel De Malas Andreu

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MLB

Por Andy Lans / @DeportesAndy El pinareño Pedro Ramos brilló como lanzador en el antiguo circuito profesional del béisbol cubano y en las Grandes Ligas norteamericanas. Fue el primer serpentinero de la Mayor Isla de las Antillas en trabajar con los New York Yankees. Integró junto a Camilo Pascual aquella temible rotación abridora del Cienfuegos,…

Por Andy Lans / @DeportesAndy

“Jugué con los dos. Tienen muy merecido ser parte del Salón de la Fama. Oliva fue un excelente bateador, y Miñoso era un pelotero completo. Por tal motivo, me llena de felicidad que al fin los hayan reconocido” nos comenta el longevo expelotero de 87 abriles a través de las redes.
“En 1961, me encontraba con Oliva en una liga instruccional. Él quería regresar a Cuba después de terminarla porque extrañaba a la familia y yo lo convencí de que se quedara en Estados Unidos. Iba a ser un gran bateador” agrega.

Los consejos de Pedrito le vinieron muy bien a Tony. El también inmortal en el Hall de los Minnesota Twins ganó tres títulos de bateo en la Liga Americana y participó en ocho All-Star Games. Oliva aparece en el séptimo lugar en average (.304) entre los bateadores con al menos cinco mil comparecencias al servicio de los Twins. También aparece en el Top 10 histórico de la franquicia en los hits (1917), jonrones (220) y carreras impulsadas (947).

“A Miñoso lo enfrenté muchas veces durante las temporadas invernales en Cuba, y siempre lo respetaba. No solo yo me cuidé de él en los años que jugué Grandes Ligas, todos los lanzadores sabíamos de su talento” comenta Don Pedro.

El Minnie pasó a la posteridad como el primer latino negro en MLB. En la década comprendida entre 1950 y 1959 lideró los pelotazos en el Big Show con 149. Durante ese lapso de tiempo, solo Willie Mays superó sus 167 bases robadas, ocupó el séptimo escaño en hits (1526), el sexto en dobles (259) y el cuarto en triples (74). Miñoso participó en cinco Juegos de Estrellas y ganó tres Guantes de Oro en la pradera izquierda.

“Siempre que enfrenté a los dos, trataba de que no pudieran hacerme daño. O sea, intentaba mantener la bola lejos del poder que ambos tenían. No era fácil porque los dos fueron buenos bateadores. Así que yo jugaba contra ellos como el gato y el ratón” concluye Ramos.

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