Yamel Guevara debutó en las Series Nacionales de la mano de Rey Vicente Anglada. Lo hizo a inicios de siglo, en uno de los Industriales más compactos que han pasado por el béisbol cubano. Al equipo le sobraban talento y juventud, una mezcla que bien encauzada suele conducir a la victoria.
El lineup blasonaba de poder (Bárbaro Cañizares, Kendrys Morales, Antonio Scull) y velocidad (Enrique Díaz, Carlos Tabares, Yasser Gómez). Y en el staff de lanzadores había calidad garantizada con Yadel Martí, Jorge Luis Machado, Francisley Bueno, Osbeck Castillo, Deinys Suárez, Frank Montieth y un derecho espigado que apodaban “El Indio de Playa”.
Ese era Yamel Guevara. Medía 1.90 metros y todavía no sumaba 20 años. Había formado filas en el equipo juvenil que representó a Cuba en el torneo continental de la categoría en 2001 (en ese grupo había elementos como Yuliesky Gurriel, Ifreidi Coss y los referidos Deinys Suárez y Kendrys Morales) y despuntaba como un pitcher duro y de carácter, con el ponche como mejor amigo.
Su trabajo en tres campañas en el béisbol cubano fue impecable: 18 victorias contra siete fracasos, average adversario de .222, efectividad de 2.99. En su temporada de novato había mostrado flema al encarar en un partido decisivo nada menos que a José Ariel Contreras, su ídolo junto a Orlando “El Duque” Hernández.
Yamel Guevara dejó el béisbol cubano muy joven, pero lesionado
Yamel Guevara tenía madera de big leaguer y un día de 2004 salió en busca de ese sueño. Lástima que su brazo de lanzar ya no estaba saludable.
Las primeras lesiones afloraron durante su etapa en el béisbol cubano y después irrumpieron nuevamente en Estados Unidos. Toronto Blue Jays se había fijado en él, pero los insistentes problemas musculares de Guevara terminaron disolviendo ese interés.
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En el único tramo donde las dolencias lo dejaron tranquilo, Yamel Guevara lució mal. Mermado el físico, la autoconfianza no era la misma y poco le aportó a Lancaster Barnstormers en la Atlantic League. Los números dan fe de su declive: 40 bases en 48 innings y promedio de limpias de 5.81. Eso sí, le quedaba el recuerdo de su tiempo de esplendor y recetó más de un ponche por entrada.
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Luego colgó el guante y dirigió en Miami una empresa de seguridad en centros nocturnos, incursionó en el popular programa “Caso Cerrado”, e inclusive fue condenado a cinco años de prisión por involucrarse en una operación internacional de lavado de dinero.
Al final, aquella maravilla que Industriales tuvo en la lomita solo pudo escribir las primeras páginas del libro para el que estaba destinada. Las lesiones asomaron su oreja peluda en la ventana de Yamel Guevara y el béisbol cubano se quedó sin añadir un nuevo nombre a las listas de los jugadores que exportó a las Grandes Ligas.