Por Boris Luis Cabrera
Desde que comenzaron a computarse las estadísticas en el béisbol no se ha podido encontrar una que con un simple número nos diga quién de todos los peloteros es el mejor de todos con el madero en la mano. Con el transcurso de los años han surgido varias que tratan de interpretar en números el aporte y el valor de los bateadores para poder compararlos entre ellos, pero si bien cada una de ellas puede ilustrar bastante, ninguna se puede tomar como determinante.
Sabemos que el average de bateo, aunque es la más tradicional, poco aporta a la hora de valorar el impacto de un atleta al no contemplar la fuerza de las conexiones, la cantidad de bases que se alcanzan, el momento cuando ocurren, ni la productividad de los imparables producidos.
El OBP (promedio de embasado de los peloteros) nos puede ayudar a conocer quiénes son los bateadores que más veces logran ponerse en circulación por cualquier vía (hits, boletos, pelotazos), y el SLG (Slugging) indica cuantas bases el jugador alcanza una vez que conecta la pelota, dándonos una medida de la fuerza de este y de la dimensión de sus batazos, pero ninguno por separado nos pueden decir con exactitud dónde podemos encontrar al de mayor impacto en un equipo o Liga de béisbol.
¿Cómo entonces podemos valorar mejor a un bateador determinado?
A finales de los años 70s del siglo pasado, a alguien se le ocurrió la genial idea de sumar estas estadísticas. Al complementarlas surgió el OPS, convirtiéndose en una de las herramientas más importantes y completas para poder elegir al atleta más valioso y codiciado de todos los presentes en un campeonato cualquiera.
Según los patrones se estima que un jugador es realmente completo si su OPS supera los 1000 puntos.
Así surgió también el llamado OPS+ (plus), que nos permite con una simple fórmula matemática conocer, entre otras cosas, que porciento por encima o por debajo está un jugador con respecto a la media del campeonato (100(OBP/Lg OBP+SLG/Lg SLG-1, donde Lg OBP y Lg SLG son los promedios de la liga)
Un jugador promedio debe tener un OPS+ de 100. Si por ejemplo tiene 120, está 20% por encima del promedio.
Hasta aquí tenemos un listado donde podemos ver a los mejores peloteros (bateadores) en esta recién finalizada campaña, sin embargo, ¿de qué sirven estos números si determinado bateador tiende a fallar cuando encuentra corredores en posición anotadora y tiene bajos porcientos de efectividad al respecto?
Para mi consumo personal he creado una fórmula donde se tiene en cuenta esto para una mejor valoración del impacto de un jugador en su equipo y hoy la quiero compartir con ustedes.
La he llamado Promedio del Valor Real (PVR) y se calcula hallando el promedio entre el OPS+ y el porcentaje de las veces que se impulsa con corredores en posición anotadora multiplicado por diez.
Así, jugadores de la talla de Frederich Cepeda, Erisbel Arruebarrena o Pavel Quesada, quienes tuvieron bajos porcientos remolcando en esas circunstancias, caerían en la lista para buscar al jugador más valioso (MVP) para su equipo en una temporada.
Con esta herramienta podemos saber que si el pelotero supera los 250 puntos ha logrado una campaña productiva para su equipo, y superior a 300, estamos en presencia de una verdadera hazaña, como los casos de Yordanis Samón, Yordanis Alarcón o Edilse Silva. ¿Qué creen de esto lectores? ¿Se suman a esta fórmula para conocer a los mejores peloteros?