Por Ernesto Amaya
Desde el mismo inicio de la campaña beisbolera se vaticinaba para Pinar un torneo complicado. Ausencia de jugadores claves, posiciones mal cubiertas en el campo y la inexperiencia de los más nuevos son algunas de las causas que están latentes en el conjunto más occidental.
Los aspectos positivos pre competencia vinieron por los regresos de Donal Duarte y Alfonso Urquiola.
El primero no ha rendido lo esperado a causa de lesiones que han lastrado su continuidad en el torneo y el segundo, más allá de sus resultados, no es mago, tiene en su poder un elenco con deficiencias marcadas que en un año no se solucionan.
Preocupa sobremanera el picheo que comanda Raciel Sánchez, que de forma colectiva trabaja para 4,62 y es alarmante que lanzadores como Yoandy Cruz, Frank Abel Álvarez, Jenier Álvarez, Luis Silva, Dariel Fernández, Yasiel Zambrana y Yosvani Álvarez estén muy por debajo de sus posibilidades.
La ofensiva, aunque ha resuelto el problema por momentos ha sido improductiva al dejar a muchos corredores en circulación.
Hay ocho jugadores en la nómina que promedian para menos de 200 de average, lo que dificulta en demasía fabricar carreras y lograr la victoria.
Salta a la vista que ningún jugador participante en la sub 23 ha estado bien en el campeonato de mayores.
Todos esos muchachos han dejado que desear en cada una de sus actuaciones y parece que la preparación no se enfocó de forma correcta para que llegaran en forma al principal espectáculo de las bolas y los strikes.
La realidad ha sido dura en esta primera fase y están obligados a ganar casi todo para meterse en los puestos de privilegio a la siguiente ronda.
De 12 partidos los más occidentales tienen que vencer en al menos siete u ocho frente a equipos como Cienfuegos, Matanzas, Mayabeque e Isla de la Juventud.
Tarea difícil pero no imposible, la historia nos ha enseñado a nadar contra la corriente para obtener los propósitos, pero la reacción tiene que ser ya.
Muchos factores han influido en el rendimiento inestable, pero si hay algo claro es que día a día los muchachos salen a dar lo mejor de sí, pero a veces las cosas no salen.
El pueblo pinareño espera un cambio en la recta final, el aficionado confía en los suyos, en Alfonso y en la historia. Pinar nunca se da por vencido, no será la primera vez que se clasifique contra viento y marea.