Por Gian Franco Gil
El jardinero cubano de los Rays de Tampa Bay, Randy Arozarena, vivió una jornada «agridulce» en el choque frente a los Orioles del Baltimore. En el.desafío, el antillano fue capaz de lo mejor y lo peor, brillando a la ofensiva y cometiendo errores inexplicables a la defensa y en el corrido de las almohadillas.
En la parte baja del séptimo.episodio, el oriundo de Pinar del Río pifió un batazo aparentemente fácil de atrapar. El desplazamiento fue rápido y eficiente, colocándose sin muchas problemas en la posición precisa para fildear el batazo de Robinson Chirinos.
Sin outs en la pizarra, con un compañero en la intermedia y diferencia de dos carreras en el marcador (3×1) salió el batazo hacia el territorio que defiende Arozarena. El patrullero llegó hasta los 340 pies del Oriole Park at Camdem Yards, y con cierta actitud de confianza levantó su guante, pero la pelota, caprichosa, entró y salió del implemento, provocando la segunda anotación de los rivales.
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Segundos después del error, el rostro de Arozarena reflejó frustración, dudas. Ni el propio atleta entendió como esa bola resbaló por su mano enguantada.
Por otra parte, cada una de sus visitas al cajón ofensivo se convirtió en excelentes apariciones a ese cuadrilatero. Para resarcir su deficiencia defensiva, Randy le sacó chispa a su madero y pegó cuatro instrapables en cinco turnos legales.
El Guante de Oro de la pasada temporada acumula en el presente año 30 juegos como defensor del jardín izquierdo, con 258.3 entradas, 52 lances recibidos y solamente un error cometido, dejando un excelente promedio defensivo de .981.