Por Alexander García
Ahora mismo Randy Arozarena es la figura icónica del béisbol, pues si los Rays de Tampa están en la Serie Mundial es gracias al desborde ofensivo del pinareño.
Si el elenco de San Petersburgo en Florida pudo renacer tras el empate de los Astros en el juego siete, fue gracias al bambinazo de Arozarena, válido para amarrar el resultado final.
En todos los medios especializados, Randy es noticia, bueno sigue siendo noticia, pues desde que empezó el playoff no ha hecho más que batear y eso lo ha referenciado en los libros de récords de las Grandes Ligas hasta convertirlo en orgullo para los cubanos y demás fanáticos de Latinoamérica en general.
El pelotero pinareño es la sensación del momento y en la Isla comienzan a dar información sobre la postemporada, pretenden dejar ver atisbos de claridad en cuanto al tratamiento del tema Cuba en la MLB pero nada, de Randy, nada, como si no existiera, como si fuera ruso, chino o mexicano.
Este es un tema que no resulta nuevo y ejemplos al respecto sobran para ilustrarlo pero como quiera es incomprensible, pues el chico ha lucido por todo lo alto, más allá de sus 7 jonrones, de sus más de 20 hits, de su premio MVP. El joven cubano ha sentado cátedra en cuanto a lo que el trabajo fuerte y la constancia pueden lograr, en agosto su destino era incierto en la franquicia de los Rays y un mes más tarde era el salvador, el héroe de millones de aficionados.
Lo mencionan con miedo en alguna que otra transmisión y digo miedo porque cuando los narradores se dan cuenta que han dicho su nombre, enseguida bajan la voz y cambian el tema como si fuera el más burdo de los pecados.
La falta de respeto se exagera porque se habla con total libertad de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, de la Liga Nacional y jamás comenta como se debe acerca del impacto de Randy en la postemporada, de cómo ha entrado a la rica historia de más de cien años del mejor beisbol del mundo.
Y que quede claro, hablo del oficialismo y las burdas artimañas que tiende la prensa para desvirtuar los focos de atención, maquillar por un lado y censurar como siempre por todas partes, eso es algo repudiable de todas las maneras posibles, pues hablamos de un atleta que es un fruto del movimiento deportivo de este país, un ídolo en su pueblo natal allá en Pinar.
Quizás algo de sentido se le encuentre al tema cuando se lee en una entrevista que Randy prefiere jugar por México antes de representar a Cuba y al respecto alega que no vestirá el uniforme tricolor hasta que las cosas no cambien en la Isla, ¿Y? ¿Qué hay de pecado en eso? Es su modo de pensar y entender el contexto.
Más allá de especulaciones, de argumentos X o Y, más allá de politizaciones absurdas, de ilusiones futuristas o pancartas hostiles, lo que importa es referenciar el legado que hasta hoy ha dejado Randy Arozarena en la Gran Carpa, con eso me quedo, con sus ganas, con su energía, con su juventud, con ese ímpetu derrochado desde que salió de Cuba allá en 2015.
La cuestión es algo simple, honor a quien honor merece.
Nos vemos a la vuelta.