Por Yasel Porto
Después de más de quince días de ingreso en un hospital de La Habana finalmente ya está en su hogar para iniciar el proceso de recuperación uno de los íconos del pitcheo cubano en todos los tiempos.
Andrés Ayón Brown, único cubano con vida que pertenece al Salón de la Fama del Béisbol en México, ganó la primera parte de este nuevo reto que le ha puesto la vida tras salir del estado de gravedad en el que llegó a estar después de sufrir un infarto cerebral bastante severo. El acontecimiento se produjo nada menos que una semana antes de un cumpleaños para él y muchos más nos estábamos preparando para celebrar con suma alegría (nació 22 de octubre de 1938 en La Habana).
El carismático habanero de 82 años estuvo ingresado en el centro médico “Manuel Fajardo” en el que además de la labor de parte de su familia y los médicos, fue clave la gestión desarrollada por figuras notables de nuestro béisbol como Rodolfo Puente y Javier Méndez.
Igualmente vale resaltar a otro de los ex peloteros capitalinos, Rolando Verde, para conocer mucho mejor a los partes médicos, y quien acompañó a este periodista y al historiador José Antonio Pérez a visitar en el hospital a quien es considerado uno de los lanzadores más importantes que ha pasado por las ligas profesionales mexicanas.
Aunque la recuperación de sus funciones es un proceso lento y complejo en función sobre todo al impacto del suceso, Ayón ha evidenciado una mejoría ostensible en comparación con el inicio de la enfermedad, lo que aumenta en extremo las esperanzas de muchos que piden por su recuperación.
Ahora en su casa del municipio Diez de Octubre está en medio de una etapa larga en la que la voluntad del enfermo y su familia es fundamental, con la implementación de un grupo de ejercicios de rehabilitación que le devuelvan todas las funciones motoras en un alto porciento.
A muchos sorprendió el evento acontecido con el legendario número 14 de los equipos mexicanos y cubanos, pues a pesar de sobrepasar los ochenta años gozaba de una vitalidad que impresiona a todos. De hecho, días antes de enfermar había recorrido buena parte del país, incluyendo Guantánamo, para contribuir con su experiencia como lanzador y entrenador dentro del proyecto de desarrollo de talentos que lleva a cabo la Dirección Nacional del béisbol.
Además de haber lanzador en la Liga Profesional de Cuba con el Marianao y Almendares, Ayón se tituló en dos Series del Caribe, brilló en Ligas Menores hasta el nivel AAA y cuando iba a ser llamado a las Grandes Ligas se suscitó la situación política entre Cuba y Estados Unidos que lo hizo regresar por su familia. La segunda oportunidad para subir al escalón superior norteamericano tuvo una situación por el tema de racismo que lo hizo tomar la decisión final de volver a Cuba y probar fortuna en otra parte.
Fue entonces que inició un largo y exitoso camino en la pelota mexicana, convirtiéndose en el segundo cubano con más triunfos de por vida, entre los diez en sentido general, y con múltiples títulos individuales y colectivos, liderazgos por temporada, tres premios MVP y dos cero hit cero carreras, de los cuales uno de esos juegos tuvo la categoría de perfecto.
Sus estadísticas de primera categoría lo llevaron al Salón de la Fama en 1997, convirtiéndose así en el último cubano en acceder al recinto que en aquel momento se situaba en la ciudad de Monterrey. Su hermano mayor Jesús, quien reside en Atlanta, Estados Unidos, también lanzó en esos circuitos.
Andrés totalizó 367 victorias en la sumatoria de lo hecho en ligas profesionales de Cuba, Estados Unidos, México y Nicaragua, cifra que lo ubica en el tercer lugar histórico de nuestros lanzadores, aventajado únicamente por Martín Dihigo y Conrado Marrero.
Pero, Ayón también trascendió como entrenador y manager, al punto de dirigir a Industriales durante tres temporadas (1982-85) con un resultado sumamente meritorio que lo tuvo a un paso de la corona pese a que en aquella etapa no eran los azules un plantel con la fuerza suficiente para aspirar a grandes cosas.
En los últimos años se mantuvo activo con su presencia en diferentes proyectos como “Béisbol de Siempre” del que fue su Vicepresidente, además de recibir la invitación para trabajar con la preselección nacional en múltiples ocasiones. Iba a participar en el Preolímpico de Arizona que se celebraría en marzo de este año y que por las causas conocidas del COVID-19 fue aplazado finalmente.
Sus conocimientos y vitalidad fueron elementos que le ganaron un respeto entre aficionados y peloteros, pero a ello habría que sumar un carácter muy especial que le abrió un espacio en el corazón de muchos que hoy juntamos fuerzas en nuestro interior para volver a tener al Andrés Ayón de toda la vida.