Por Boris Luis Cabrera
Cuando un equipo cualquiera de un deporte cualquiera en un país cualquiera está inyectado de motivación, entra en la cancha, en el tabloncillo, en la arena o en el terreno de juego con una fuerza brutal capaz de derribar al más poderoso e invencible de sus contrincantes.
Este viernes, los Leones de Rey Vicente Anglada, heridos por la sanción de su cuarto hombre en la tanda (la cual consideran injusta), unidos en una manada compacta y agresiva, salieron a la grama de la ciudad naranja y con un zarpazo violento y un rugido feroz decidieron el choque desde el mismo primer episodio.
Cierto que en la banca contraria había un equipo que no ha estado a la altura en esta campaña, unos Leopardos que han sido vencidos en combate más veces que las esperadas; pero solo el nombre de Villa Clara en el pecho, su impronta, y la historia que los precede, eran suficientes razones para organiza un ataque tempranero y robarles la iniciativa.
El rugido de la primera entrada fue letal, levantó polvo y amansó a los anfitriones en pocos minutos. Cuatro cohetes-dos de ellos remolcadores de Samón y Alomá-se unieron a dos pelotazos, una base por bolas y par de pifias, válido para marcar seis carreras (todas limpias) y sentenciar el desafío ahí mismo.
En el tercero, otro sencillo del capitán azul y uno impulsador de Oscar Valdés le pusieron la guinda al pastel y del resto se encargó el diestro Bryan Chi (4-2) con una labor encomiable, trabajando durante siete capítulos a ritmo de nueve ponches y tolerando apenas un par de carreras limpias de sus adversarios.
A su salida, los Leopardos de Eduardo Paret con un doble de Walther Pacheco y par de bases por bolas otorgadas por Denis Quesada y Eddy Abel Garcia, congestionaron los ángulos, pero Andy Rodriguez, otra vez como un ciclón encima de la tabla del montículo, recetó un par de ponches para lograr su séptimo salvamento de la temporada y dejar congelado el marcador 7-3 a favor de sus huestes.
Con esta victoria los Industriales se cuelan en la zona de comodín faltándole solo nueve partidos para concluir la fase clasificatoria. Ahora solo depende de ellos su estancia en la segunda parte del campeonato.
Más allá de estadísticas y ausencias, de cuerpo de lanzadores jóvenes y de otros detalles subjetivos, creo han logrado atrapar en el aire esa fuerza psicológica que muchas veces le ha faltado en el terreno y han podido aspirar el rico aroma de los campeones. En buen cubano “no hay quien los pare”. Nos vemos en el estadio.