Por Alexander García Milián
Pueden perder cien veces o mil, las que sean, pueden perder pero yo siempre hincharé por ellos, les tributare respeto a esa manera leonina de pelear los partidos. El equipo de la Isla de la Juventud es puro corazón, como una banda de hermanos, llenos de ganas y de amor por el béisbol…
Esta pudiera ser una necrológica – según algunos entendidos- pero no, es la modesta manera que tengo de expresar admiración por los pineros, por ese equipo de pelota que año tras año se arma, se desarma, nadie cuenta con ellos y ahí están siempre marcando el turno para atravesarse en el camino de unos cuantos.
Aún recuerdo aquella temporada en 1999, cuando de ser cenicienta pasaron a luchar por título de aguafiestas y casi lo logran, pues la final se les fue entre las manos en aquel vibrante séptimo juego ante Industriales durante la semifinal.
Estimados lectores, como no acordarse de los rostros llenos de lágrimas de Michel Enríquez y de Juan Carlos Moreno, por entonces dos noveles jugadores que con posterioridad brillarían en nuestros clásicos.
Es la Isla, luego a los años, discutiendo una final histórica contra Ciego y un séptimo juego cediendo con las botas puestas; es la Isla de Alexander Ramos- el hombre de hierro de nuestra pelota, con más de 1000 juegos consecutivos jugados-, de los hermanos Ajete, de Orlis Luis Díaz, de Dioel Reyes, toda una generación que le dio vida a las Series Nacionales.
Como no recordarlos a ellos, si ahora en esta Serie 59, un elenco que parece hecho a retazos pone a temblar a Industriales, le pasa la escoba a Villa Clara, le da par de buenos sopapos a Matanzas, pelea, siempre pelea, hasta el out 27 siempre puja y boquea como el pez tratando de coger oxígeno y eso me queda.
De hecho, en esta recta final, lo que más he disfrutado es la subserie entre Piratas y leones en el Labra; el Frankestein de la pelota cubana contra el conjunto más ganador- ¡Qué partidos!- de los mejores, de los más disputados; esa pasión de los pineros ya no existe, es única, busquemos allí entonces.
- ¡Ahh!- Es la Isla de Rasiel Iglesias y de Héctor Mendoza, así, siempre así, sacando la casta; cuando todos relegan al olvido a este elenco, ellos nacen de nuevo, otra vez vuelven al ruedo y nos refrescan la memoria.
Nos vemos a la vuelta.