Serie Mundial de 2017, Yuli Gurriel y la esperanza truncada

Por Alexander García Milián    Cuando Yulieski Gurriel saca la bandera cubana y como un loco empieza a correr de un lado a otro, después de que Charlie Morton sacara el out 27, el último de la Serie Mundial de 2017; después de eso, cualquier duda sobre la calidad de El Yuli quedó relegada a […]

Por Alexander García Milián

   Cuando Yulieski Gurriel saca la bandera cubana y como un loco empieza a correr de un lado a otro, después de que Charlie Morton sacara el out 27, el último de la Serie Mundial de 2017; después de eso, cualquier duda sobre la calidad de El Yuli quedó relegada a planos secundarios.

   Y pudiera empezar por la temporada regular, por el duelo de postemporada ante los Yankees, cuando perdiendo 3-2, logran revertir y ganan para ir con todo a discutir el campeonato; pudiera empezar hablando de tantas cosas, del año antes, de aquella otra Serie Mundial en 2005, de cómo doce años después los Astros regresaban con un mejor equipo y pocos pensaban que ganaría tan rápido; pudiera ser pero no, empiezo por el Yuli y su sonrisa, por esa bandera cubana luciendo inmensa, comienzo así porque es algo más que simbólico el hecho de la unión indisoluble entre Cuba y los momentos históricos en el béisbol.

   Sí lectores, hace tres años, parece que fue hace unas horas; los Astros de Houston tocaban la gloria al vencer a los Dodgers de los Ángeles en la discusión del título en el máximo nivel del béisbol mundial, las Grandes Ligas…

   El momento nos regala aún instantes apoteósicos, como ese de Gurriel corriendo con la bandera  pero más allá, con esa final pareció regresar la ilusión de los aficionados con la MLB, los partidos en vivo o el poder ver los partidos simplemente como cualquier mortal en el planeta. El playoff se transmitió completo, de modo diferido.

   Aquello eclosionó a Cuba entera, una fiebre de pelota invadió cada rincón y oxigenó un poco el alicaído orgullo nacional; se levantaba el cartel de la censura respecto al Big Show, Yuli el paria de moda -para los dueños del poder informativo-, el Yuli brillaba a lo grande machacando al mismísimo Clayton Kershaw. ¿Qué más pedir?

   Hace 3 años volvía la esperanza y los fanáticos en la Isla volvíamos a creer, era normal en aquel entonces ver las cuadras atestadas de bates y pelotas, chicos con camisas de José Altuve, Alex Bregman, Carlos Correa o el mismo Yuli Gurriel. Al fin, con algo de miedo todavía, se decidía abrir los ojos y empezar a mirar al profesionalismo con una óptica diferente a la del monstruo de siete cabezas.

   El tiempo ha volado, más allá incluso de la perspectiva literal y hoy las sensaciones encontradas son disímiles, pues con el escándalo de robo de señas, aquel momento de gloria se enturbia bastante y los atisbos de suciedad empiezan a agrandar la mancha pero igual, se vivió un béisbol de altos quilates, siete juegos, peleados todos hasta el final, Cuba presente, Yasiel Puig, Yasmani Grandal, el ya mencionado Yulieski Gurriel; una combinación perfecta para renovar antañas ilusiones.

   De eso vivimos estimados lectores, de recuerdos, recuerdos malos y buenos que están ahí, sobre ellos volvemos una y otra vez para resucitar la pasión.

   Nos vemos a la vuelta.