SWING CALIENTE La maldita culpa no la tiene Messi (VERSIÓN ESCRITA)

Kiara Gonzalez

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Por Yasel Porto    Mucha polémica han desatado las declaraciones del respetado historiador de béisbol Ismael Sené sobre la presunta negativa del astro Lionel Messi a enviar un mensaje a los cubanos por razones políticas. Eso pese a contar en la Isla con millones de simpatizantes para quienes el argentino se convirtió en un gran…

Por Yasel Porto

   Mucha polémica han desatado las declaraciones del respetado historiador de béisbol Ismael Sené sobre la presunta negativa del astro Lionel Messi a enviar un mensaje a los cubanos por razones políticas. Eso pese a contar en la Isla con millones de simpatizantes para quienes el argentino se convirtió en un gran ídolo deportivo. Dichas declaraciones de Sené se las presentamos en el episodio 5 de la Serie Swing Caliente de nuestro Canal de YouTube.

   El caso es que en Cuba para muchos niños y jóvenes el fútbol ocupa un lugar protagónico al punto que siguen mucho más a las grandes figuras del llamado más universal de los deportes hasta por encima de las estrellas del béisbol y el deporte cubano en general, incluso cuando “la pelota” se enraizó en la Isla desde hace más de un siglo como parte fundamental de su cultura e identidad.

   «Héctor Villar le pidió una entrevista para la televisión cubana y Messi se negó porque él con los cubanos no tenía nada que hablar, tenía una casa en Miami e intereses que cuidar, que no le interesaban los cubanos, que él no era amigo de Cuba», esa fue la referencia que tomó Sené para ilustrar un fenómeno mediante el cual en nuestro país se exaltan a personalidades a los que parece no interesarle que existimos.

   La esencia del comentario de mi eterno amigo fallecido a inicios de este año, está en frecuencia con los que hemos manejado y defendido al béisbol como deporte y hasta patrimonio nacional, aunque para muchos eso suene como un cliché.

   El problema no es Messi, ni Cristiano, ni el fútbol en su conjunto. Además, no se trata de un enfrentamiento entre ambos deportes. Eso sería tan absurdo como la tendencia inamovible de promocionar lo mejor de uno constantemente mientras el otro solo puede mostrar un entorno nacional que todos sabemos cuánto ha decrecido.

   Que para un porciento cada vez más alto de cubanos hoy Messi o Cristiano sean más queridos y conocidos que nuestros campeones olímpicos y aquellos compatriotas que sobresalen en el mejor béisbol del mundo: las Grandes Ligas de Estados Unidos, y que salvo determinados momentos parezcamos un país con más fanatismo y tradición popular de futbol, perdiéndose dentro de la nueva generación parte de la pasión que nos ha identificado desde antes de surgir como nación, es responsabilidad en buena medida de aquellos que por años decidieron y aún deciden satanizar todo lo que tenga que ver con la MLB y cada uno de los que cubanos que brillan allí a la par de los mejores.

   Son esos mismos que con sus prejuiciosos caprichos han creado un desbalance mediático entre lo nacional y lo extranjero, lo cual ha venido afectando, junto a otros factores, claro está, el interés por el béisbol sobre todo de los más jóvenes, quienes ven en una Serie Nacional cada vez más defectuosa como única referencia, sin poder recordar como es lógico la trascendencia nacional con que se instaló en el corazón de los que hoy tratan de inculcarle a hijos y nietos la pasión por este juego.

   Decía Sené que no comparaba a Messi con otros cubanos como Pito Abreu o Aroldis Chapman, que mañana pudieran vestir la camiseta de Cuba, sino por ejemplo con el norteamericano Derek Jeter, quien meses antes de retirarse puso en el Yankee Stadium una placa del líder sudafricano Nelson Mandela, dando muestras de su mentalidad progresista.

   Sin embargo, «nosotros hemos hecho a Messi un Dios (y se refiere al tratamiento institucional que influye en la conformación de gustos y preferencias de la gente) mientras Jeter estuvo en el país y ni siquiera fue entrevistado, como mismo estuvo Dave Winfield o Ken Griffey Jr. o Joe Torre», agregó Sené.

   La ruptura con el béisbol profesional en 1961 trajo un distanciamiento absoluto con el exterior, desde Grandes Ligas a cualquier rincón donde se cobrara por practicar en alguna actividad deportiva. Con el paso del tiempo el deporte profesional volvió a ser parte de los medios de comunicación y entre ellos el fútbol con sus eventos internacionales y ligas de excelente nivel. Pero la pelota se mantenía como una excepción en la regla, incluso después de 2013 cuando nos abrimos de nuevo al deporte rentado de manera oficial y sistemática.

   Hablar de las Ligas Mayores estaba destinado a las peñas o sitios donde los aficionados que podían seguir ese béisbol por internet o por “el paquete”, enfatizaban en lo que hacían los nuestros, quienes crecían cada vez más tanto cualitativa como cuantitativamente.

   En la televisión fue creado un espacio con el título de “Béisbol Internacional”, en el que por mucho tiempo era pecado sacar algo relacionado con la élite de ese béisbol a pesar del fuerte rechazo de los televidentes domingo tras domingo al ver solo juegos de México y otras ligas poco atractivas para nosotros.

   Finalmente llegaron las Grandes Ligas a la pequeña pantalla, de vez en cuando, más tarde una vez por semana, a veces hasta dos, primero sin cubanos, mucho tiempo después incluyendo solo a algunos hasta que llegó la Serie Mundial Astros-Dodgers en 2017 y fue autorizado el último que faltaba: Yulieski Gurriel.

   Se vio cada juego, horas después, pero se vio, y más tarde se mantuvo el seguimiento hasta el primer juego del clásico de otoño de 2018 cuando MLB pidió que no se transmitiese más nada hasta que no se firmara un acuerdo legal con Tele Rebelde. Dicho convenio jamás llegó por temas económicos primero, y más tarde por la política de distanciamiento entre la actual administración de Estados Unidos y Cuba.

   La disciplina deportiva favorita sigue siendo el lanzamiento del sofá y no todo es cuestión del lado de allá. El interés real de algunos decisores ha sido desde antes de esta situación el evitar lo que sea béisbol de Estados Unidos, por un prejuicio histórico sobre una liga que no es la culpable de la salida de peloteros, en todo caso la posibilidad real de un mejoramiento económico y profesional para ellos, y luchar contra eso es simplemente negarse a la dialéctica de la vida y su realidad.

    Los medios oficiales de prensa se han mantenido normalmente, salvo contadas excepciones en espacios menos populares, al margen de lo que acontece en ese béisbol.

   Cuando existía el espacio Béisbol de Siempre, aunque logré poner muchos documentales y perfiles individuales, fue una lucha campal prácticamente hasta que se logró pasar la página solo por un tiempo. Nunca podré olvidar cuando después de televisar un documental sobre el Yankee Stadium casi suspenden el programa y la medida que se tomó fue censurar lo que tuviera que ver con Grandes Ligas por tiempo indefinido.

    Una vez oí decir públicamente a un directivo del ICRT de cuyo nombre no quiero acordarme, que iban a luchar por poner cada vez más fútbol le molestara a quien le molestara porque era la mejor manera de llegar a un Mundial de ese deporte. Además de su actitud prepotente, no hay nada más lejos de la realidad, pues el fútbol cubano vive su etapa más negra pese a la gran difusión de las ligas más relevantes. Claro, eso tiene que ver con otros factores que afectan también al béisbol y al deporte cubano en general.

   Con el tema de los cubanos que emigraron ha sido aún más criticable la actitud al orientarse primero no hablar de ellos, luego solo citar los que no jugaban en Grandes Ligas, más tarde podían verse los videos de todos pero sin comentar nada en cámara. Después se podía mencionar a todos menos Yulieski, pero sin destacar tanto al resto.

   Al mismo tiempo era un problema sacar juegos o documentales históricos por la presencia de jugadores residentes fuera de Cuba. Me acuerdo de un programa, que me reservo el nombre, donde tuvo que de cortar el jonrón de Yosvani Pereza contra Australia solo porque vivía temporal y legalmente en Italia, entre una serie de ejemplos que por tiempo prefiero obviar. Todo fue poco a poco, paso a paso, y hoy por fortuna ya hemos avanzado muchísimo sin ser todavía lo ideal, que no es lo que pienso yo, sino lo que opina la mayoría del pueblo.

    Volviendo a Messi, si éste no quiso enviar un mensaje a los cubanos por no verse comprometido en Miami (esa historia la conozco por diferentes vías), está en su derecho humano, como igual Neymar haber hecho campaña en contra de la izquierda brasileña o la postura política que entienda cada cual en este mundo. Pero si se idolatra públicamente a esas figuras con esas posiciones opuestas al carácter constitucional de Cuba, es un absurdo total que condenemos a nuestras estrellas de Grandes Ligas o a todo aquel deportista que determinó salirse un día del camino oficial.

   Esos que decidieron irse por la vía que pudieron por no existir un acuerdo con MLB o por el motivo que sea, y porque es su derecho vivir y jugar donde quieran, han manifestado en más de una ocasión y eso es algo fundamental, sentir un tremendo orgullo de ser cubanos, que quieren jugar de nuevo por su bandera, han manifestado su intención de retirarse con su provincia, y que más allá de las palabras viajan a Cuba una y otra vez para ayudar a su gente.

   Hablo de donación de implementos deportivos que hacen más llevaderas todas las carencias a las que se enfrentan nuestros peloteros dentro de la Serie Nacional. Y cuando lo hacen no están temiendo a las críticas que puedan recibir dentro de los sectores más radicales que integran la comunidad de cubanos emigrados sobre todo en Miami.

   Referente a ellos, dijo Sené: «Esa gente son patriotas. Sí, aunque le moleste a mucha gente. Pito, invitó a un equipo de niños a jugar a Chicago, son patriotas porque cuando el gobierno americano planchó el convenio protestaron por ello».

   Y es que al margen de una decisión que podemos compartir o no, pero que se debe respetar, Messi no tiene nada que ver con lo que pasa con nuestro entorno deportivo y social. Por eso el error no está en sacarlo más o menos por la televisión o por la prensa en general, encumbrarlo como lo que es o a vender su imagen (sin permiso por cierto) hasta en una Feria del Libro y así convertirlo en ídolo de miles y hasta millones.

   La crítica no es para el deporte más universal, un gran deporte sin dudas, ni se pretende que dejen de poner juegos o materiales de excelente producción audiovisual. Mi señalamiento -y a lo que se refiere Sené, ha sido desde hace años desde que trabajo en esa televisión, que esto no es una competencia, porque los dos deportes pueden coexistir sin ningún problema. Lo que no debe suceder es que los jóvenes dejen de jugar pelota porque sienten que el béisbol se resume en una Serie Nacional decreciente y en una producción televisiva incapaz de competir con los productos futbolísticos de las televisoras foráneas. No puede ser una pelea de león contra mono, no solo porque no es justo, sino porque como dije al principio, aquí no se trata de enfrenamientos.

   Todavía no nos damos cuenta que lo único que nos salva de una crisis total dentro de nuestra pelota son los ponches de Chapman, los batazos de Soler, Pito, Moncada o Yuli, la defensa de Candelita y Grandal o los tiros de Puig; que todo el mundo esté al tanto de eso y de prospectos como Luis Robert; o el saber que mientras nos quejamos de no tener pitchers de 90 millas dentro de Cuba, frente a nosotros son muchos los jóvenes que lanzan 95 y hasta 100, conocer que fueron 30 los big leaguers del 2019, y los más de cien que juegan en las Menores, varios de ellos con grandes opciones futuras.

   Todavía no entendemos que promocionar sus triunfos de manera oficial, respetando sus decisiones del pasado y admirando sus logros del presente, es la mejor manera de promover una mayor práctica del juego y no el impulso a la emigración futura como algunos han sugerido. Esto último ha existido en masa a pesar de la escasa promoción durante todo este tiempo y seguirá pasando porque es un fenómeno social.

   Se pueden buscar muchas opciones publicitarias en caso que no queramos hacer lo mismo que se hace con la mayoría de las transmisiones de juegos en otros deportes, que no son pagadas. A fin de cuenta no existe ningún nexo ya con MLB y el bloqueo o embargo, como quiera cada quien llamar, permite utilizar libremente las imágenes producidas en Estados Unidos como hoy se sigue haciendo con la NBA, NHL, NFL o las mismas películas y documentales que llenan la parrilla de los otros canales cubanos. El que quiere, puede, solo se trata de proponerse algo de verdad.

   Pero si Messi ni el fútbol no son los responsables, ¿por qué lo tiene que ser entonces la MLB y sus peloteros, especialmente los cubanos?

   Reitero que no tengo nada en contra del fútbol y disfruto de los buenos partidos con una marcada simpatía por España, cuyo triunfo en Sudáfrica 2010 como el del Deportivo La Coruña una década antes guardo entre mis alegrías más significativas, aun cuando siempre he aclarado que nunca me interesó esa discusión eterna y hasta estéril de quién es mejor entre Messi o Cristiano, Real Madrid o Barcelona. Y no lo hecho jamás porque salvo contadas excepciones, ha aprendido a ver el deporte con menos apasionamiento. De hecho tampoco me pasa en las Grandes Ligas, ya sea individual o colectivamente.

   Lo único que pido, y siempre pidió Sené hasta el último de sus días como digno seguidor y conocedor de la pelota de aquí y de allá, un poco más de justicia para este deporte a la hora de la promoción del mejor producto foráneo, sin discriminación en comparación con los demás.

   De la misma forma quisiera que un día la mayoría de los cubanos residentes en la Isla, sobre todo los millones que no tienen acceso a Internet de forma normal, puedan seguir como es debido los triunfos de nuestros big leaguers y vivan orgullosos de ellos de la misma forma que hoy sucede con los futbolistas más importantes del mundo.

   Respeto a aquellos que tienen en futbolistas o deportistas extranjeros a su gran ídolo y en el fútbol algo grandioso. Están en su derecho y los entiendo, porque además de su tremenda clase, es consecuencia en buena medida de lo que dije antes.

  Fíjense que ese fenómeno de ídolos extranjeros por encima de los nacionales es propio de países con carencias individuales en sus deportes tradicionales. No es el caso de Cuba, aunque haya quienes se afanen en quitar prestigio a peloteros y otros atletas de primerísimo nivel.

   A Messi lo considero uno de los mejores de la historia aunque nunca viaje a Cuba o le dedique un mensaje a sus seguidores en la Isla, como reconozco en el fútbol el deporte más jugado del planeta. Pero me quedo con esa pelota que hoy libra batallas bien duras y para algunos hasta mortales, y junto a ella con esos ídolos como Dihigo, Luque, Bellán, Tany, Miñoso, Linares, Vinent, Casanova, Cepeda, Yulieski, Pito, Chapman y muchos más, que tanto han contribuido a lo largo de la historia a convertir a este deporte en uno de los símbolos socio-culturales más notables de Cuba y de su gente.

   Por eso, que vivan el fútbol, Messi, Cristiano y los demás grandes deportistas del mundo, pero que viva y mucho el béisbol y sus peloteros, sobre todo los que tanto aman a la Patria de casi todos los que acaban de leerme.

   Le invito a que disfrute del quinto episodio de Swing Caliente siguiendo el siguiente enlace. Como siempre esperamos sus comentarios en nuestras diferentes plataformas. No olvide suscribirse y activar las notificaciones para que esté al tanto de otros materiales de este tipo.

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