A Industriales no le pasa nada pero solo les queda “meter el pecho”

Por Boris Luis Cabrera La pregunta es obligada en la boca de los aficionados beisboleros de la capital. Es una interrogante que se lanza al viento sin esperar respuestas, una especie de súplica inconsciente, un acertijo que nadie se atreve a resolver por temor a descubrir demonios. Así son la mayoría de los fanáticos con […]

Por Boris Luis Cabrera

La pregunta es obligada en la boca de los aficionados beisboleros de la capital. Es una interrogante que se lanza al viento sin esperar respuestas, una especie de súplica inconsciente, un acertijo que nadie se atreve a resolver por temor a descubrir demonios.

Así son la mayoría de los fanáticos con sus equipos deportivos, inflados de un optimismo desmedido, perdidos en su ostracismo y renuentes a hacer las paces con la realidad que los circunda.

¿Qué pasa con Industriales? ¿Por qué no arrasan con sus rivales, noquean todo el tiempo a sus adversarios y humillan sin piedad a los que osen enfrentarlos en el terreno de juego? ¿No es este el mejor equipo de la Serie Nacional, el de la terrible ofensiva, el de la garra extrema?

Si bien los azules de la capital es el más mediático de todos los conjuntos, muy lejos andaba de todo favoritismo pre-competencia, y eso es muy difícil de aceptar por la fiel fanaticada que los sigue y los apoya sin condiciones.

Cuando el pasado 8 de agosto se lanzó la primera pelota en el Latinoamericano, sus seguidores, eufóricos y hambrientos de béisbol y ebrios por propagandas que recalcaban que “lo más grande” estaba en la Habana; fueron incapaces de ver que un cuerpo de lanzadores inexpertos con falta de liderazgo se movía por el bull-pen, una defensa errática se montaba sobre la arcilla, y una artillería potente de bateadores-como tantas otras en esta Liga-no iba a estar siempre disponible a su máxima capacidad para salvar partidos.

Ahora, después de caer en 10 de los primeros 18 partidos, cuando su cuerpo de lanzadores permite más de 5 limpias (5.29) y casi 11 imparables por juego, sus abridores apenas pueden caminar 4.11 entradas (74.1 EL en 18 juegos), su average defensivo anda por debajo de 970 (968) propiciando casi una carrera sucia por enfrentamiento, y su bateo colectivo es de 294, nada espectacular en este festival ofensivo que tenemos en el país; la gran afición azul no encuentra explicaciones y comienza a buscar culpables en todos los rincones.

La calidad de nuestro campeonato de casa está en números rojos y esto puede ser un punto a favor para esos Leones capitalinos que aun cargando con esas pesadas piedras, todos los días se baten sin complejo en el terreno. La posibilidad de luchar por un comodín está aún latente, y estos once desafíos que tendrán en casa de forma consecutiva hay que aprovecharlos.

A Industriales no le pasa nada, Rey Vicente Anglada sigue siendo el mismo de siempre: experimentado, motivador, hombre de ley y sacrificado en su trabajo; pero tiene que lidiar con lo que tiene y no puede sacar de donde no hay.

A esos jóvenes-muchos de ellos quemando etapas-los aficionados les están exigiendo más de lo que pueden dar en estos momentos y aunque les duela reconocerlo, hay varios equipos con nóminas más fuertes y con cuerpos de picheo más sólidos.

A los azules, solo les queda “meter el pecho” y mantener una salud mental favorable para buscar empujes extras. La misión de la fanaticada es apoyarlos a toda costa comprendiendo su entorno y sus posibilidades reales. Nos vemos en el estadio.

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