Por Aliet Arzola Lima
Francisco Lindor ha sido en el 2022 el jugador estrella que los New York Mets adquirieron el pasado año. “Paquito” ha brillado con su primera temporada de más de 100 remolques desde que debutó en MLB hace siete años, y poco a poco se ha vuelto a ver esa versión electrizante de un chico capaz de hacerlo todo en el diamante.
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El boricua puede destruirte con el bate, pero también es capaz de salvar a su equipo con el guante. Si tienen dudas, pueden preguntarle a los Washington Nationals, que este martes han sufrido en carne propia la excelencia defensiva de Lindor.
“Mr. Smile” dio un pequeño recital en la segunda entrada con dos excelentes fildeos que evitaron disgustos para el lanzador Carlos Carrasco. Abriendo el inning, el torpedero de los Mets dio un salto felino para capturar en el aire una línea sólida de Luis García, quien casi no podía creer lo que sus ojos acababan de presenciar.
El camarero de los Nats esperó bien un cambio (87.4 mph) de Carrasco y soltó un batazo de 98.4 mph que pudo convertirse en un doble si pasaba a los jardines, pero Lindor voló y le ahogó la celebración. Esa jugada, a la postre, fue determinante para que el episodio terminara en cero, porque enseguida César Hernández disparó sencillo al derecho que pudo remolcar la primera anotación del duelo.
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Pero eso no fue todo. Después del hit, Hernández se robó segunda y Washington colocó entonces la posibilidad de la ventaja en posición de anotar, con un out en la pizarra e Ildemaro Vargas al bate. En esas circunstancias, Lindor volvió a salvar a Carrasco al capturar una conexión que estuvo a punto de meterse en el jardín central.
La jugada no fue para nada sencilla, porque Vargas soltó un roletazo fuerte (95.8 mph) por encima del segundo saco, pero el boricua estaba muy bien ubicado y eso le permitió llegar a la bola lanzándose de manos, para después sacar el segundo out de la entrada en la inicial.
Si vemos el panorama completo de las dos jugadas, Lindor mostró su potencia física, su gran capacidad de reacción, su rápido desplazamiento y sus manos de seda para fildear en posiciones incómodas y mantener el marcador en cero.