Por Alexander García
Ya casi nadie habla de ellos, puede aparecer una entrevista por aquí, una crónica por allá, pero del equipo Habana que ganó el campeonato en la temporada 2008-2009, correspondiente a la Serie Nacional de Béisbol, de ese equipo casi no se dice nada.
Si bien es cierto que en esa primera década de este siglo, Industriales y Santiago dominaron a placer, la escuadra dirigida por Esteban Lombillo campeó por su respeto y al día de hoy es otro de esos equipos míticos relegados en el olvido.
Antes de llegar al año 2005 para recordar aquella final ante Santiago, es preciso ir un poco más atrás para constatar que ya desde finales de los 90 y comienzos de los 2000, los habaneros daban de que hablar, pues un hombre como José Ibar se erigía como uno de los aces del pitcheo en la Isla; otro no tan conocido en aquel entonces, Raúl Valdés, vivía a la sombra del gran “Cheo” y una figura como Jonder Martínez empezaba a descollar en nuestros clásicos domésticos; de igual modo Andy Morales mostraba su potencial, se robaba el show contra los Orioles de Baltimore, sembrando una grata ilusión en los aficionados.
Para la temporada 2004-2005, La Habana, logró cohesionar una escuadra competitiva, fusionada en buena medida por un pitcheo de excelencia, en el que destacaban hombres como Yadier Pedroso, el zurdo Yulieski Gonzalez y el ya mencionado, Jonder. Así sosteniéndose en sus lanzadores llegaron a la final y pelearon de tú por tú con la Aplanadora de Antonio Pacheco hasta caer en un sexto juego de leyenda.
Después de la derrota ante Japón en el segundo Clásico Mundial de Béisbol en 2009, el mal sabor de boca que quedó fue opacado por la rivalidad y el alto nivel mostrado durante la postemporada de la Serie Nacional. Ya Santiago terminaba con su hegemonía y sin avisar, la Habana se coló en la final ante Villa Clara.
Sin ostentar el cartel de favorito, los de Lombillo maniataron a la tanda de los anaranjados, contando con un Miguel Alfredo González en pleno apogeo de su carrera, así como la ya mencionada tríada de Pedroso, el zurdo Yulieski y Jonder, además de un José Ángel García casi hermético en funciones de relevo.
De igual modo a la ofensiva cabe resaltar el desempeño de hombres como Ernesto Molinet, Michel Rodríguez, Rafael Orta, Danger Guerrero y Roberto Zulueta.
Como olvidar aquel error de Molinet para liquidar el playoff en cuatro juegos, luego su llanto, después sus jonrones en el quinto partido para sentenciar. Sin dudas fue una final para guardar en los libros.
Aquello fue el colofón del éxito para una generación de oro, varios años después la historia terminaba con la disolución del equipo entre Mayabeque y Artemisa.
Hoy, medio escondida aún la huella de aquel equipo que parecía no tener nada pero se impuso con un juego chiquito, haciendo pocas carreras pero dominando casi a la perfección los hilos del béisbol, aquella huella vuelve a resurgir para mostrar otra vez que, en la pelota cubana, todo tiempo pasado fue mejor.
Nos vemos a la vuelta.