Por Alexander García
A simple vista el número 19 parece feo, hueco; da una sensación de contrariedad que parece distorsionar todo pero bueno, es un número como cualquier otro y ese día, 19 de enero de 1985, Wilfredo Sánchez con su chamarreta número 19, pegaba su imparable dos mil en Series Nacionales… Cosas de la vida con el número 19, pues era el primer pelotero en lograrlo dentro de los clásicos cubanos.
Y sí, a simple vista el 19 es un número feo pero en el béisbol hay que mencionar a Wilfredo como el hombre que lo hizo grande, tanto en Henequeneros, como en Citricultores.
Las coincidencias trascienden y quiso el destino que en esa jornada de enero, durante su última campaña, Wilfredo hiciera historia delante de su gente allí, en el Victoria de Girón. Pero fuera de Cuba, ese mismo año, 1985, Pete Rose rompía la marca histórica de inatrapables en Grandes Ligas, al conectar su jit número cuatro mil 192 y relegar al mítico Ty Cobb. De igual modo, también en las Series Nacionales, Braudilio Vinent llegaba a dos mil ponches.
Pudiera decir veinte años después pero no, son casi cuarenta años y ni la pluma de Alejandro Dumas ha podido detallar con nitidez el legado de Wilfredo Sánchez, Rigoberto Rosique y Félix Isasi.
Para muchos fueron símbolos de una época en el béisbol cubano, al punto que hoy trascienden por su calificativo, los tres mosqueteros y aquí el ídolo Wilfredo topa el protagonismo, pues hasta hoy, como asevera la mayoría de los entendidos, ha sido el mejor primer bate de la pelota cubana.
Cuando Wilfredo conectó su primer jit el 22 de diciembre de 1966 ante Roberto Valdés, todos supieron que su tiempo en la banca estaba limitado.
Como refleja el historiador Arturo Pedroso en su texto Los tres mosqueteros, tras una repentina enfermedad, Erwin Walters sale de la alineación y en su lugar, el manager Orlando Leroux coloca a Wilfredo y bueno… ¡De 5-4 en su primer juego como regular! Todo estaba dicho. Era la VI Serie Nacional y con el uniforme de Centrales el muchacho de Jovellanos entraba a la historia.
Tres años después, en 1969, Wilfredo implantaba un legado que perduraría en el tiempo: 140 imparables y 13 triples. El record de jit duraría treinta años, hasta que con bate de aluminio, Michel Enríquez conectó 152.
En la temporada siguiente, durante la IX Serie Nacional, fue el hombre clave en la corona obtenida por Henequeneros, cuando compiló 351 de average, repitiendo el liderato en inatrapables con 98 y bases robadas con 34.
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“(…) El más peligroso de mis contrarios fue Wilfredo Sánchez, le daba jit a cualquiera con cualquier lanzamiento (…)”, le confesó Braudilio Vinent a los periodistas Raúl Arce y Leonardo Padura, en entrevista recogida para el libro Estrellas del Béisbol, publicado en 1989.
El oriundo de Jovellanos era un problema para cualquier lanzador, resultaba complejo sacarle out, más cuando se volvió un especialista en la conexión de bounce alto por el infield que le permitía llegar quieto a primera base antes de que se produjera el tiro.
Luego de quedar fuera del equipo para el Campeonato Mundial de 1969, Wilfredo tuvo que batear como nadie en los partidos de preparación rumbo a los XI Juegos Centroamericanos y del Caribe desarrollados en Panamá. Tal como cuenta Arturo Pedroso, el zurdo matancero tuvo que pegar a razón de tres y cuatro inatrapables por encuentro, pero hizo el grado.
Para ese entonces, Wilfredo Sánchez tenía dos coronas de bateo en cinco Series Nacionales, así como un excelente promedio ofensivo de 324.
Retomando el tema del torneo en tierras canaleras, vale decir que en el mismo, Sánchez compiló para 394, producto de 13 jits en 33 turnos al bate. De igual modo robó cinco bases para empatar en el liderato con el también yumurino Félix Isasi.
Su entrada a la Selección Nacional no pudo ser mejor y desde entonces, por espacio de una década sería hombre fijo en cuanta escuadra se conformara para eventos internacionales.
Dos momentos cumbres de Wilfredo serían los Mundiales de Cartagena en 1970 y el de Nicaragua en 1972, donde promedió 413 y 414 de average respectivamente.
Mil hits
El 17 de marzo de 1977 la figura de Wilfredo Sánchez acaparó titulares en la prensa deportiva; un día antes, durante un partido entre Matanzas y las Villas, correspondiente a la IV Serie Selectiva, Sánchez se convertía en el primer pelotero en conectar mil imparables en Series Nacionales.
Tal como reseña el historiador Pedroso; cuando parecía entrar en el ocaso de su carrera, Wilfredo gana con 35 años su sexta corona de bateo al compilar para casi 400 durante la XXIII Serie Nacional.
De igual modo, con este logro, Sánchez se convierte en el primer jugador en ganar tres títulos de bateo en décadas diferentes, 1960, 1970 y 1980.
Más allá de sus números, su legado es memorable y al día de hoy todos recuerdan al mítico gamo de Jovellanos. En 2001, una encuesta popular realizada por la prensa colocó a Wilfredo Sánchez entre los 100 mejores atletas del siglo en Cuba.
Para la mayoría de los aficionados fue un maestro y como tal lo recordamos.
Nos vemos a la vuelta.