Por Alexander García
Realmente no era una opción que Yasiel Puig se quedara fuera de las Grandes Ligas; de solo pensarlo un mal sabor se impregnaba en cada frase, en cada parlamento que se emitiera al respecto, pues con locura y todo, el cubano es sensación en la Gran Carpa.
La noticia de su llegada a los Bravos de Atlanta fue recibida como un bálsamo para los fanáticos al deporte de las bolas y los strikes, dado que el proyecto que encara la franquicia de la división Este en la Liga Nacional le exigiría sin dudas, ese extra necesario para imponerse de una vez en el primer nivel.
Más allá del toque sarcástico y de burla que a veces Yasiel le impone a sus cosas con el béisbol, ese talento innato que explotó desde su entrada a las Series Nacionales, ese talento está ahí, presto a ser pulido como tanto anhelamos; no es para nada casual el debut de Puig en la Isla con solo 17 años, su desempeño en el Campeonato Mundial Juvenil de Edmonton, su potencia, su físico impresionante, su risa, su personalidad, su porte, su guapería, todo y nada en el cienfueguero… Ahora, hoy, es todo.
De ilusión a realidad
El viernes 17 de julio la noticia de que Yasiel Puig dio positivo a la Covid 19 derrumbó castillos, desmoronó sueños e ilusiones, puso tristes a unos y enmudeció a otros. ¿Mala suerte? ¿Brujería?
La situación del cubano deja todo en el limbo y la incertidumbre sigue flotando hasta ser protagonista.
Si lectores, cuando unos lo daban cercano a firmar con los Gigantes de San Francisco, otros con los Marlins de Miami y hasta muchos hablaron de estar en la órbita de los Yankees de Nueva York; así, Puig una vez más nos dejó con la bola en la mano y se fue a medir fuerzas en un excelente grupo que pinta para grandes cosas.
Debía de ser así pero… La bomba de su enfermedad provocó que la firma con los Bravos quedara suspendida, el tiempo se detiene, vuelve atrás y nos ahoga otra vez.
En la memoria están sus broncas, Bumgarner, los Piratas de Pittsburgh, otra vez Bumgarner, otra vez su risa burlona, su lengua, su pelo pintado, su locura; esta esto, pero también aquel jonrón inmenso en el Yankee Stadium, aquel otro contra los Bravos también, luego contra los Cerveceros para meter a los Dodgers en la Serie Mundial… Con altas y bajas, con tedio, con apatía; Puig es demasiado bueno, demasiado único para quedar fuera; sigo diciendo como para espantar el conjuro.
En este 2020 ha sido noticia desde el comienzo, ayudando a los necesitados, reconociendo sus faltas, el racismo, haciéndonos esperar, hablando de más en algunas ocasiones, callando en otras, una y mil veces poniendo los pelos de punta como a Don Mattingly cuando lo vio en la sucursal AA de los Dodgers o cuando estuvo de paso por los Indios de Mayagüez en el béisbol de Puerto Rico.
Cuando en aquel 2013, nadie esperaba el debut de Puig en las Grandes Ligas, pues Carl Crawford, Matt Kemp y Andre Ethier limitaban su ascenso, las cosas dieron un giro radical y a comienzos de junio, el día 3 para ser conciso, Yasiel abre de regular en el line up, pega dos hits, realiza dos atrapadas de leyenda y se afianza como regular; ya entraba a la historia, a sus entonces 23 años entraba a la historia.
Ya varios medios hablan de que Yasiel ha vuelto a tronar el madero, después de su aislamiento es algo que deja un buen sabor de boca y hace regresar la ilusión.
Hoy es la misma mirada, los mismos gestos, quizás las mismas manías de niño rebelde pero como quiera son siete años rodando y aprendiendo; pensemos que sí, no es Cincinnati ni Cleveland y aunque parezca que no, ahí a la vuelta de la esquina quizás tras esperar un poco, Yasiel Puig anclado en el sur profundo de los Estados Unidos, en la misma casa del mítico Hank Aaron, pudiera empezar todo, una vez más.
Nos vemos a la vuelta.