Además de ser uno de los camareros más brillantes que han tenido las Series Nacionales de Béisbol, Yobal Dueñas destaca por las buenas energías que transmite. Bromista impenitente, es muy raro que sus publicaciones en redes sociales no transcurran entre risas o contengan mensajes positivos.
Sin embargo, en estos días recibió un gol*e que lo entristeció. El huracán Helene afectó gravemente la academia de béisbol que dirige en Tampa junto al también expelotero Ángel López, y se le vio dar cuenta del suceso con un tono que intentaba disimular la pesadumbre.
Los vientos y las lluvias inhabilitaron casi por completo la infraestructura del local. “Todo se lo llevó, mi hermano”, me contó vía chat. “Y de raíz. Esta fue la zona más afectada en Tampa por las penetraciones del mar”.
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Sentí pena por él. Solo atiné a recordarle que los grandes siempre encuentran el modo de volver a levantarse. “Seguro”, contestó, y me despedí a la espera de que muy pronto pueda estar trabajando de nuevo con los peloteros de hoy y de mañana.
Los más jóvenes posiblemente desconozcan que estoy hablando de uno de los mejores peloteros cubanos que nunca logró el sueño de convertirse en ligamayorista. Un tipo tan talentoso (mezcla de poder y velocidad en una pieza) que se abrió espacio en el equipo nacional en una época donde el país estaba congestionado de segundas bases de abolengo.
Con apenas 18 años, Yobal Dueñas se gastó el alarde de ser quinto en el orden al bate de Pinar del Río por detrás de los dos jugadores que más ha admirado en el béisbol, Omar Linares y Luis Giraldo Casanova.
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“Ese ha sido mi mayor orgullo en el deporte”, me confesó en una entrevista donde negó ser enemigo acérrimo de los Industriales (como muchos suponían) y recordó sus momentos culminantes en el equipo Cuba, cuya franela se enfundó en eventos como las Olimpiadas de 2000, la Copa Mundial de 2001 y la Intercontinental de 2002.
Un año más tarde, decepcionado como muchos otros peloteros, Yobal Dueñas decidió emigrar ilegalmente junto a Máels Rodríguez.
Yobal Dueñas demoró demasiado su partida
“Hice un tryout magnífico en El Salvador donde incluso marqué 6.5 segundos en 60 yardas”, me dijo en un Podcast. “Pero en aquel tiempo era difícil llegar después de cumplir los treinta años. La verdad es que recibías pocas oportunidades y te convertías en pelotero backup. En parche. Y para colmo, había firmado con New York Yankees. Quizás si lo hubiera hecho con un equipo más pequeño, habría sido distinto”, explicó Yobal Dueñas.
Según relató, cierta vez llegó a estar de 8-5 en el nivel AA del equipo neoyorquino y seguidamente, sin razón, lo sentaron siete juegos consecutivos.
“Lo que pasaba es que yo, con 32 años, no era su prioridad. Aquí el regular es regular aunque promedie .020, y el backup tiene que hacer un milagro para ganarse el puesto. Esas cosas me hicieron perder motivación. A eso súmale que la calle y la farándula me volvieron un poco loco, hasta el punto de que cometí un error tremendo y lo pagué. Me había divorciado, andaba sin cabeza, pero gracias a Dios me reencontré y así he estado, trabajando con niños y jugadores profesionales”.
Pelotero de la gorra al cielo, Yobal Dueñas dejó números en Cuba que sacan su nombre a colación cada vez que se habla de los camareros más ilustres. La gente dice Antonio Pacheco, Juan Padilla, Alfonso Urquiola, Oscar Macías, Félix Isasi, Rey Vicente Anglada… y lo incluye en ese pelotón privilegiado.
Por desgracia, la edad, una mala selección de equipo y la escasa madurez profesional, troncharon la posibilidad de que mostrara sus aptitudes en las Ligas Mayores. Yobal Dueñas pasó dos temporadas en las categorías inferiores de New York y avanzó hasta AAA, pero su producción pecó de limitada. Luego se fue a jugar en México, y al rato colgó el bate.
No obstante, los que lo vimos recordaremos con eterna admiración al personaje que la gente bautizó como “El hombre y la tierra” por su tendencia a enfangarse en cada lance. Un estelar al que, lastimosamente, se le hizo tarde en Cuba.
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