Por Alexander García Milián
A estas alturas que importa el tiempo pasado en Haití, la actitud de desprecio de los Dodgers, porque lo rechazaron así no más- ¡saz!- en este noviembre sin un frío serio todavía, para los cubanos Yordan Álvarez es más que el chico talentoso que salió del país queriendo ser alguien, probar suerte siquiera al más alto nivel.
Como un recuerdo algo pesado se lee aquellos primeros pasos hacia la aventura y su leyenda toma un matiz real- el éxito cuesta y cuesta caro- entonces la sonrisa imponente, todo es imponente en Yordan Álvarez, todo es imponente y con su mirada juvenil, con su risa de niño que oculta a ratos ese aspecto de pura raza salvaje, así Yordan plasma su nombre en los libros y las habladurías quedaron en eso, en palabras; ya el chico de Las Tunas es novato del año en la Liga Americana, es una bomba, los Leñadores la tienen que sudar para obtener el boleto a semifinales y luchar por retener su título, Álvarez les da con todo- empecé bien- parece decir su rostro en las últimas fotos.
Si los Astros no ganaron la Serie Mundial, si despertó tarde- pocos recuerdan que en el juego 5 fue protagonista – más allá, que asumió y sacó jalones de mandamás con esa inocencia que le roe todavía; todos hablaron y llegaron a dudar pero no, el tunero es el rockie, se ve la risa de Jackie Robinson, ríe Yordan también, más setenta años después de aquel primer galardón, un cubano es el ganador- ¡Qué grande es el béisbol!-
Leo entonces en Juventud Rebelde, unas líneas escuetas dedicadas al cubano y al premio obtenido- ¡Debería tener una página deportiva dedicada a él!- pero las cosas son así; el tema se sumerge con rapidez en el vacío informativo imperante – ¡del lobo un pelo!- me digo para consolarme.
Cuando a comienzos de febrero arrancaron los spring trainings, Yordan ya sacaba la casta y nadie entendía como quedaba fuera del roster de 40, entonces todo fue cuestión de puro trámite, una de esas veleidades que el destino pone en el camino; el debut, por todo lo alto- ¡Fuego señores!-
Salen los rostros de José Miguel Fernández y José Dariel Abreu- últimos cubanos en ganar el premio- se ven nombres icónicos rodeando también a Yordan, Mark McGwire, Joe di Maggio, la realeza del béisbol desfilando ante sus ojos y el ahí, viéndolos pasar y quizás sacando su turno.
Nos vemos a la vuelta.