Yordan Álvarez, el slugger zurdo cubano de esta generación

Por Juan Páez A lo largo de la historia de la armada cubana en las Grandes Ligas, no ha habido muchos bateadores zurdos exclusivos con cualidades de slugger. Pocos son los siniestros que hicieron del jonrón su marca de fábrica. Pero pese a esa carencia, prácticamente Cuba ha tenido al menos una de estas figuras […]

Por Juan Páez

A lo largo de la historia de la armada cubana en las Grandes Ligas, no ha habido muchos bateadores zurdos exclusivos con cualidades de slugger. Pocos son los siniestros que hicieron del jonrón su marca de fábrica. Pero pese a esa carencia, prácticamente Cuba ha tenido al menos una de estas figuras para cubrir periodos importantes. El de esta generación, y que seguramente abarcará la recién iniciada década, se llama Yordan Álvarez.

Álvarez irrumpió a las Grandes Ligas repartiendo palos por doquier. Gracias a su poder, ganó de manera unánime el premio al Novato del Año, un galardón que era naturalmente esperado, tomando en cuenta sus 26 dobles y 27 estacazos de vuelta completa en apenas 87 juegos y 369 apariciones al plato con los Astros de Houston en 2019.

La aparición del jardinero, quien funge como bateador designado de los siderales, coincide con bajón de Yonder Alonso, actualmente en medio de un momento difícil en su carrera y paseándose por la agencia libre.

Alonso es, casualmente, uno de los cuatro toleteros zurdos cubanos con al menos 100 pelotas fuera del parque de por vida en la Gran Carpa. El primera base, de 32 años, cuenta exactamente con 100 bombazos, por debajo de Tony González (103), Tony Oliva (220) y Rafael Palmeiro (569).

Por época

Andrés Antonio “Tony” González no era precisamente un jonronero ni un slugger pese a sobrepasar el centenar de cuadrangulares. De hecho, entre 1960 y 1971, solo pegó 20 vuelacercas en una ocasión (1962, con los Filis de Filadelfia) y nunca terminó una temporada con un porcentaje de slugging igual o superior a .500.

En paralelo a González, surgió la leyenda Oliva. Desde 1962 hasta 1976, mostró todo su poder y su enorme capacidad de conectar extrabases. En cinco de sus 15 campañas en el big show, desapareció al menos 20 bolas, mientras que en una oportunidad sacó 32 (1964), en el mismo año en que consiguió el récord de 217 indiscutibles.

Oliva pudo terminar con un número mayor a los 220 tablazos que disparó, pero en sus últimas cinco zafras su poder disminuyó notablemente. Pasó de promediar 22 jonrones entre 1964 y 1971 a promediar nueve por año entre 1972 y 1976, lapso en el que disputó 481 duelos y solo conectó 43 bambinazos.

Luego de la leyenda de los Mellizos de Minnesota, hubo que esperar 10 años para que emergiera Palmeiro con toda su fuerza. Aparte de José Canseco, la citada figura, polémica por su vínculo con el uso de esteroides, fue hasta ahora el más grande antillano en cuanto a poder y el mejor, indudablemente, entre siniestros.

En 20 años de carrera (1986-2005), Palmeiro pegó al menos 30 cuadrangulares en 10 campañas y 40 en cuatro torneos, incluyendo los 47 que totalizó en las temporadas 1999 y 2001. Esa marca representaba un tope para cualquier antillano en una zafra hasta que Jorge Soler rompió el récord con 48 largos batazos en 2019.

En total, “Raffy” finalizó su andar por las Mayores con 569 bombazos. Y no solo es el zurdo cubano con más vuelacercas en la historia, sino que es el quinto en general en Grandes Ligas, solo por debajo de Barry Bonds (762), Babe Ruth (714), Ken Griffey Jr. (630) y Jim Thome (612).

Después le siguió Alonso, un caso bastante parecido al de González. En 10 zafras, apenas dos veces pegó 20 o más estacazos de vuelta completa y en siete bateó menos de 10, pero aun así integró el mencionado club.

En el caso de Yordan, parece cuestión de tiempo para que se convierta en el quinto siniestro antillano con un centenar de palazos en el big show.

Parece también que tarde o temprano, si mantiene su ritmo, escalará hasta la tercera posición para quedar solo detrás de Oliva y Palmeiro.

Yordan Álvarez tiene un futuro prometedor: con apenas 22 años tiene un camino inmenso para soñar con, incluso, algún día, desplazar a Palmeiro.

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