Por Boris Luis Cabrera
En un partidazo de pelota no apto para cardiacos los Toros camagüeyanos completaron su hazaña y vencieron a los Leones de Industriales con estrecha pizarra de 3-2 para regresar otra vez a una gran final después de 29 años de ausencia.
Una tremenda atrapada de su capitán Alexander Ayala sobre un metrallazo del emergente Wilfredo Aroche que llevaba malas intenciones, fue el colofón de un desafío donde ambos conjuntos exprimieron las herramientas que tenían disponibles en medio de grandes tensiones y bajo la mirada de una fiel fanaticada que desbordó el Cándido González y varias decenas de metros a la redonda desde horas tempranas de la tarde.
Dos jovencitos que no rebasaban los 22 años y con guarismos casi idénticos en esta temporada, se encaramaron en el montículo desde el comienzo del duelo y defendieron sus respectivas manadas con un coraje y un temple de veteranos que le puso los pelos de punta a miles de espectadores a lo largo y ancho de la isla.
Yariel Rodriguez, “El gallero de San Serapio”, trabajó durante ocho largos episodios a ritmo de siete ponches espaciando ocho indiscutibles para lograr quizás la victoria más importante y reconfortante de su corta carrera deportiva, mientras Bryan Chi aguantó como un legítimo León de Industriales durante seis capítulos y un tercio tolerando apenas una limpia para regresar a la capital con la frente bien en alto y ese placer inigualable que nace del deber cumplido.
Los visitantes se robaron la arrancada en la segunda entrada con bambinazo en solitario de Frederich Cepeda y volvieron a pisar la goma del plato justo en la mitad del partido por un cohete de Alberto Calderón a la banda derecha que trajo a casa a Jorge Enrique Alomá desde la intermedia.
Una fuerte línea de Yorbis Borroto al guante del jardinero central con dos corredores en posición anotadora cerrando la quinta entrada, se hubiera convertido en una doble matanza con un preciso tiro al plato, pero el máscara Oscar Valdés no pudo retener la esférica y los anfitriones lograron hacer score por primera vez en la noche.
La definición llegaría en el “lucky seven” tras la salida de Chi, cuando el cerrador y paño de lágrimas de Rey Vicente Anglada durante todo el campeonato, Andy Rodriguez, fue incapaz de mantener controlado a los Toros, al soportar cepillazo impulsador de Santiago Torres que igualó las acciones y doblete demoledor de Borroto que remolcó la carrera de la ventaja definitiva.
Para darle un toque mágico a la noche camagüeyana, “El caballo” Lázaro Blanco salió en la novena entrada con más osadía y arrojo que recursos y escribió el prólogo del libreto sin permitir libertades, para anotarse el tercer salvamento de su carrera.
Los dioses beisboleros fueron esta vez justos y le dieron su bendición al equipo que mejor se ha comportado en el ruedo, al que más peleó por la victoria, y al que supo destrozar pronósticos adversos a base de vergüenza y bravura.
Postemporada de la pelota cubana