Alfonso Urquiola: de cruzadas personales y otras historias

Por Alexander García Al instante de escribir este texto, la Serie del Caribe en su edición de 2021 es historia y cuando todos miran a las Aguilas Cibaeñas por ser los campeones del evento; la mayoría sigue pasando por alto la presencia de Alfonso Urquiola como director de los Federales de Chiriquí, el elenco que […]

Por Alexander García

Al instante de escribir este texto, la Serie del Caribe en su edición de 2021 es historia y cuando todos miran a las Aguilas Cibaeñas por ser los campeones del evento; la mayoría sigue pasando por alto la presencia de Alfonso Urquiola como director de los Federales de Chiriquí, el elenco que representó a Panamá en la justa.

Solo los fanáticos, los pinareños, sobre todo, los acérrimos defensores de la mística de los Vegueros y de Urquiola como símbolo de una rica historia que está ahí guardada en los libros y estadísticas de béisbol; solo ellos y un parte reducida de la prensa, independiente, sobre todo, más al hacer referencia a Cuba, solo ellos hablaron de Alfonso y su actuación en suelo mexicano.

Alfonso Urquiola es muy grande, para muchos el mejor y tal vez sea el mejor manager de este siglo en el contexto beisbolero cubano; incluso si le damos un poco atrás, hasta los años 90, ahí, Urquiola ya marcaba la pauta y todavía hoy nos preguntamos porque no dirigió en Sídney, después de clasificar a Cuba tras la memorable victoria en los Juegos Panamericanos de Winnipeg. Ya desde entonces Alfonso empezaba a  ser satanizado y así seguiría hasta la Serie 50, y después y después, así, como en un círculo vicioso.

Lo auténtico del carácter de Alfonso y la magia de su sapiencia beisbolera, lo han marcado como una especie de bicho raro desde la perspectiva de los federativos cubanos, como un semidios para los aficionados cubanos, los serios, con más veras allá por Vueltabajo.

Alfonso Urquiola es muy grande y su leyenda está ahí, lo ganó todo como jugador con Vegueros y luego con Pinar se ha alzado con tres títulos, al punto que al día de hoy es el pelotero con más títulos ganados en la pelota cubana con nueve, ello si sumamos los seis de su etapa como atleta activo y de esto ni se habla, bueno, más bien no se quiere hablar.

Pero la cosa no termina ahí, pues a nivel internacional también ha triunfado, así lo reflejan sus logros en el béisbol panameño, dirigiendo incluso a la selección nacional de ese país en eventos internacionales. En buena medida este aval fue el acicate para que Urquiola tomara las riendas de los Federales en la Serie del Caribe de Mazatlán y antes de empezar ese fatídico noveno inning, nadie dudaba que el mítico director estaría en la final, pero era mucho pedir ya, sin sus dos principales lanzadores, sin lanzadores para ser exactos, en cuanto a calidad de bullpen claro esta; así y con solo dos semanas para acondicionar a ese equipo, así y todo, Urquiola casi llega a la final.

Alfonso Urquiola: de cruzadas personales y otras historias

El tema se torna más polémico, debido a que al instante de Urquiola ser nombrado como director de Panamá, en Cuba el cargo de director de la escuadra nacional es una incertidumbre, pues tras la debacle de Miguel Borroto con los Toros de Camagüey, pocos dudan que el puesto ahora mismo esté vacante; entonces… ¿Qué pasa? Me resulta un poco contradictorio que venga una entidad extranjera a hacerse de los servicios de un hombre como Alfonso Urquiola, disponible para asumir puestos importantes en el país y eso pase así, como si nada, como si no hiciera falta, como si nos pudiéramos dar el lujo de desechar el conocimiento de Urquiola, me pregunto. ¿ Hay una especie de cruzada personal contra él?

En este punto el asunto vuelve a trascender, pues el vacío informativo respecto a su figura, a su actuación ahora en la Serie del Caribe, no parece ser algo casual y creo que parte de ahí, de esa especie de antipatía que tienen las autoridades beisboleras de este país respecto a la figura del pinareño.

A veces creo que son como lanzazos a la memoria, así, sutiles, pero a la vez lacerantes, como buscando quebrar los recuerdos, esconder el pasado y maquillar el presente. Lo peor es que se hace de modo descarnado, como algo normal y ya hablamos de una conducta adquirida, bueno de una mala conducta para ser exacto.

Nos vemos a la vuelta.

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