Por Boris Luis Cabrera y Joan Carlos González Pérez
La capital del país ha sido la provincia más golpeada por la emigración de sus talentos desde hace varios años. Muchos peloteros jóvenes considerados prospectos, e incluso otros desconocidos para la afición, han emprendido viaje hacia otras tierras con una mochila cargada de esperanzas y con el sueño de conseguir un contrato profesional a toda costa que catapulte su carrera.
El “desangre” ha ocurrido desde las categorías inferiores y ha quebrado la pirámide deportiva alterando bastante los resultados de la Habana en competiciones provinciales en todas las categorías. Esto obligó a otros atletas a dar un salto de calidad para el que quizás aún no estaban preparados, factor este que ha sido fundamental en la seguía de títulos de los icónicos Industriales a lo largo de la última década.
Andrés Hernández fue uno de esos jóvenes peloteros que un día salió sin rumbo fijo hacia tierras foráneas pero para bien de sus azules, regresó a casa en corto tiempo. Elegido por los directivos del béisbol cubano como uno de los 34 prospectos que más posibilidades tenían de firmar con algún equipo de las Grandes Ligas antes que se rompiera el acuerdo con la Federación Cubana, ha mantenido entonces la calma y ha preferido continuar su carrera deportiva dentro del marco legal mientras batalla con sus Leones capitalinos en la Serie Nacional.
«Por mi mente no pasa que soy un prospecto. Hasta que no sea capaz de llevar a mi equipo Marianao a ser campeón en la Serie Provincial, a poner en alto el nombre de mis Industriales obteniendo ese título por el que estamos trabajando duro, y poder representar a mi país en alguna competencia de alto nivel con una destacada actuación; no creo que lo sea. Si logro eso, después veremos», le declaró al amigo Joan Carlos González en una entrevista para el grupo Los azules de la capital.
El muchacho se pone metas altas, pero sin dudas ha mostrado excelentes herramientas con sus 24 años que lo pueden llevar al estrellato de un momento a otro. Fuerza, velocidad, buen brazo, versatilidad, carácter y empuje, son apenas algunas características que se le notan por encima del uniforme.
Aunque es capaz de desempeñarse en varias posiciones al campo, prefiere la tercera almohadilla porque «es una base caliente y siempre tienes que estar activo» como confesó en la citada entrevista y está consciente que aún tiene que pulir algunas cosas para poder dar lo mejor de sí en el terreno de juego.
«Me gustaría mejorar en cuanto a la selección de lanzamientos. Así podré tener una mejor zona de bateo y hacer mejores conexiones».
Andrecito, como lo llaman sus amigos, está cumpliendo poco a poco con los sueños de aquel niño que creció jugando al béisbol y adorando a sus ídolos azules.
«Mi pelotero siempre fue Alexander Malleta. Desde niño quise ser como él. Me inspiraba su gran poder al bate y lo contento que se ponía cada vez que conectaba un homerun. Me sentí muy feliz cuando pude ser su compañero de equipo y ahora estoy más que orgulloso de que sea mi entrenador de bateo, que pueda enseñarme todo lo que vivió y aprendió», revela.
«El Yuli no se queda atrás», reconoce, «también fue compañero mío en mi primer año en Industriales y hacíamos infielder juntos. Tuve la oportunidad de ver sus prácticas de bateo y su manera de jugar al béisbol. Sus habilidades y el talento que tiene me impresionaron tanto al punto de querer ser como él. Por eso me enfoco al 100% para poder ser como ellos».
En la pasada campaña el muchacho tuvo una baja en su rendimiento después de una temporada anterior donde había promediado al bate para 319 (191-61), números que lo llevaron a formar parte de las preselecciones del equipo nacional.
Una operación de urgencia apenas le permitió tomar parte en 39 desafíos de la primera etapa de competencia, pero nada de esto afecta a una mente fuerte como la suya.
«De salud gracias a Dios todo está bien. La operación reciente va desarrollándose satisfactoriamente gracias al apoyo de todos y de mi familia. En cuanto a la serie pasada no creo que fue mala, todo lo contrario. Aprendí mucho en todos los sentidos, me hizo madurar en mi profesión. Al pasarme todo esto pude sentir que el béisbol no es tan fácil como parece, es un deporte difícil donde tienes que combatir contra muchos obstáculos para poder tener grandes resultados. Todo ha quedado atrás: golpes, rasguños y cicatrices, pero ha sido una buena lección para mi carrera».
Ahora, como otros atletas, se ha mantenido entrenando en casa hasta que pase la pandemia del coronavirus gracias a la ayuda de amigos, vecinos y entrenadores.
«A pesar que no es lo mismo que estar en los terrenos me ha gustado, he podido trabajar en mi físico», reconoce y agrega que «he tenido mucha colaboración y apoyo de los vecinos. Ellos se han sumado a mi preparación con el trabajo de la goma, los tiros, la defensa y la ofensiva. Mi amigo Xavier Soto me ha ayudado en todo dejando a un lado su tesis de informática, al igual que mis entrenadores Gustavo Morales de Industriales y Armando de Marianao».
Como todos, Andrecito lamenta este parón obligatorio después que su equipo había comenzado los entrenamientos previo a la Serie Nacional, pero como buen industrialista se mantiene muy optimista para la próxima campaña.
«Los Azules antes de esta trágica pandemia estaban muy entusiasmados, tenían una gran armonía en los entrenamientos de preparación con trabajos específicos y dirigidos a conquistar el título, que es lo que tantas personas quieren».
«Me atrevo a decir que hay Industriales para rato. No hay consecuencias por alguna ausencia importante, cada uno de nosotros está concentrado en su objetivo y pienso sinceramente que estamos bien fuertes para esta venidera campaña»
Así las cosas solo queda esperar que se dé la voz de play ball el próximo 12 de septiembre para volver a ver a este joven con su número 27 en la espalda regresar al diamante de juego para tratar de cumplir sus metas.
«Mi meta es llegar al final del túnel, hasta donde mi sacrificio me lo permita. Ser un ejemplo a seguir para esos niños y jóvenes que vienen en ascenso, tener mi propio sello, hacer mi juego, ser un hombre de bien lleno de alegría y entusiasmo. Lo demás vendrá después. Ser uno mismo es lo más importante en este deporte».
Agradecido siempre con su familia, en especial con su padre por haber estado a su lado bajo cualquier circunstancia e inspirado en sus valores y consejos como siempre reconoce en todas las entrevistas; Andrés quiso dejarle un mensaje a todos sus fans.
«A todas esas personas que me siguen y que esperan más de mí, les digo que seguiré dándoles alegría, regalándoles jugadas en tercera base y largos batazos para que sigan disfrutando al máximo. Seguiré con mi pelo amarillo, con “aguaje” y “guapería”, sin susto y pa´ arriba del lío. Siempre saldré a la grama a darlo todo pase lo que pase y siempre seré de ahí del barrio de Buena Vista y de Cuba, de mis amigos y para mis amigos», concluyó.