Por SwingCompleto/ contacto@swingcompleto.com
El manager de la selección nacional Armando Ferrer tuvo una opinión diferente a varios de los peloteros encuestados sobre el tema del apoyo popular en los juegos de Cuba dentro del torneo preolímpico con sede en West Palm Beach y Port Saint Lucie.
Abordado por uno de los miembros de nuestro staff en el aeropuerto internacional de Miami, el veterano estratega matancero consideró, sin ampliar demasiado su respuesta, que con respecto al comportamiento de la afición en los partidos de la escuadra cubana, el balance que él saca es más negativo que positivo.
Ciertamente hubo fanáticos que estando cerca del terreno ofendieron duramente a los integrantes del conjunto antillano, que apartando determinados términos netamente políticos, muchas de las ofensas recibidas son habituales en los estadios de la Serie Nacional. Sobre todo para el equipo visitante, y de vez en cuando después que el pelotero local no tiene los resultados esperados para determinados seguidores, se sabe que los improperios han sido parte lamentable del juego.
No obstante, Ferrer manifestó en entrevistas anteriores que la presión del público no fue la causa principal de la derrota, aún cuando no negara que tuvo cierta incidencia en el desempeño de algunos jugadores.
Sin embargo, casi todos los jugadores con los que los integrantes del equipo de Swing Completo pudieron conversar, consideraron que la buena parte de los asistentes a los juegos de Cuba tuvieron una actitud favorable para con el equipo más allá de sus reclamos pacíficos con respecto a la situación política y económica de la Isla.
Jugadores como Frederich Cepeda, Alfredo Despaigne, Yordanis Samón y Brian Chi dijeron no sentir presión de los aficionados, y agregaron que llegaron a sentirse como si estuvieran en la Serie Nacional, tanto por la cantidad que gritó a favor del equipo, como los que ofendieron dura y directamente desde las gradas.
“Yo no me sentí atacado en el torneo, realmente lancé como si estuviera en el estadio Latinoamericano. Me centré en mi juego sin pensar en los fanáticos, y aunque hubo algunos que nos atacaron con palabras desde las gradas se vio a mucha gente apoyándonos cada vez que hacíamos algo positivo. Pero presionado por el público nunca estuve”, dijo Chi, principal lanzador de los Industriales en la Serie Nacional cubana.
Otros como Cepeda y Samón también señalaron que llegó un momento que parecía que estaban jugando en Cuba por el respaldo multitudinario que se vivió en los partidos, que en el caso del jardinero espirituano se hizo más notable cuando fue reclamado como emergente por cientos de personas en el segundo encuentro que se celebró en el Clover Park de Port Saint Lucie.
Se sabe, además, que en el hotel todo transcurrió en total tranquilidad, sin incidentes que lamentar y muchos amigos y personas en general que estuvieron en los alrededores y dentro del Hilton Garden de West Palm Beach para compartir o simplemente saludar con cariño a los miembros de la armada caribeña.
Hubo solo una amenaza de agresión de un individuo que se personó en el lugar, pero rápidamente fue controlado por la seguridad del hotel sin que trascendiera en lo absoluto aquella situación.
No obstante a esto, la directiva de la delegación cubana emitió una nota oficial quejándose por ese grupo de fanáticos que aprovechando la cercanía con el terreno arremetía una y otra vez con los jugadores y el resto de la delegación cubana. En la queja también se incluía la presencia de muchas personas con carteles políticos en el estadio, sobre todo en el partido inicial contra Venezuela, que incluyó el momento en que una muchacha se lanzó al terreno con un cartel que exigía la libertad de Cuba.
Algunos de los reclamos al comité organizador surtieron efecto al día siguiente, pues hubo fanáticos a los que se les retiraron pancartas, la policía estuvo más al tanto de los que ofendían cerca de los peloteros y es conocido el hecho lamentable que la zona de los palcos bajos frente al bullpen de la selección cubana tuvo vedada la presencia de público y hasta periodistas.