Por Kiara González
Si de la actuación de un cubano en las Grandes Ligas se habla en estos días, es precisamente de Randy Arozarena. Se dice que es el nuevo talento de la Isla en Las Mayores. Y es que el pinareño de 25 años, jugador de Tampa Bay Rays no se ha cansado de impresionar desde que inició su andar por el Big Show en esta atípica temporada.
Y sí, ha sido atípica, diferente, mutilada, como quieran llamarle a esta campaña 2020 del mejor beisbol del mundo, pero también ha sido compleja la situación de un pelotero que como todos vivió la incertidumbre del definitivo inicio y luego, fue diagnosticado con Covid-19, situación que impediría su incorporación inmediata al equipo, teniendo en cuenta su desempeño durante el Spring Training, cuando nadie imaginaba lo que vendría después.
«El proceso de recuperación de Covid-19 fue muy lento, ya que pase más de 30 días con el virus en mi cuerpo. Pase mucho miedo. Sentí que podía morir, porque veía en las noticias la cantidad de personas fallecidas por esa causa en el mundo entero. Gracias a Dios no me dio ningún síntoma y pude superarlo, recuperarme, comenzar a entrenar para que me llamaran a Grandes Ligas. Estoy muy contento por todo lo que está pasando en mi carrera», nos comentó Arozarena justo antes de comenzar el primer juego de playoff frente a New York Yankees.
Dicen que lo que no mata te hace más fuerte. Y eso, precisamente lo ha demostrado Randy. Cuando parecía que la oportunidad no se daba o que le tomaría mucho más tiempo el estar a tope físicamente hablando, salió a aprovecharlas todas. Y sus números en la campaña regular están ahí para respaldar cualquier criterio positivo que se esgrima a su favor.
«Tuve la oportunidad de subir al equipo y clasificamos para los playoffs. En lo individual, en los pocos turnos que tuve (64) di siete jonrones, bateé 281. Yo pienso que ha sido una buena temporada hasta ahora. Gracias a Dios, pude ayudar al equipo en la clasificación», nos confirma el natural de Mantua.
Antes de empezar la campaña, compartimos con los seguidores del canal de YouTube de SwingCompleto una exclusiva con Arozarena, donde nos proyectaba, con luz larga, lo que sería esta nueva oportunidad con el equipo de Tampa. En aquel entonces nos habló de sus cualidades como jugador, las mismas que no se cansan de destacar tanto los medios como los seguidores.
Randy es pura destreza en el terreno, es un pelotero que arriesga. Pero por encima de todo se entrega, siempre le pone el extra, no se rinde y eso, es más visible que cualquier otra cosa.
Si como él mismo dijera, al principio de llegar a jugar a este país le chocó el idioma, le costó adaptarse a los compañeros porque no podía comunicarse con ellos. Ahora pareciera que domina la escena. Se ha convertido en bujía que tira del resto.
Durante la campaña regular, comenzó como emergente y respondió de manera inesperada, sacando a relucir su fuerza al bate y forzando a su manager Kevin Cash a probarlo como titular. Se le vio a veces inquieto en el plato. Tuvo varios turnos en los que no logró hacer contacto con la bola, se ponchó más de lo que hubiera querido (22), incluso, pareció sentirse un poco más presionado cuando llegaba a batear con corredores en circulación, pero en la marcha se fue ajustando. Apenas 64 turnos después, Arozarena es una versión mejorada de él mismo.
Llegados los juegos de comodín frente a Toronto Blue Jays, iniciaría una prueba de fuego. Randy ya sabía lo que era estar en postemporada (con los Cardenales lo hizo el año anterior) pero ahora buscaría la reafirmación, debía hacer valer su canje.
«Tuve la oportunidad de alinear como titular en los dos partidos. Fueron juegos muy importantes, una serie muy dura de apenas tres a ganar dos y cualquier fallo podía dejarnos fuera de la siguiente fase. Pude destacarme tanto a la ofensiva como a la defensiva. En el primer juego de esa serie pude conectar un batazo clave, un triple y luego por un wildpitch anoté la primera carrera del choque. Ya en el segundo fueron tres hits, de ellos dos dobles. Puse un granito de arena más a la victoria y pudimos pasar a la segunda fase».
La primera parte de la tarea estaba hecha. Sin dejar margen a las dudas, Arozarena junto a su equipo, daban muestras de por qué habían liderado el Este de la Liga Americana, siendo incluso los segundos más ganadores de todo el circuito (40-20), solo por detrás de Los Ángeles Dodgers (43-17).
«La serie con Yankees será muy buena. Los dos equipos vamos a luchar por pasar a la discusión del Campeonato divisional. En la temporada regular pudimos ganarles más a ellos (8-2) pero no nos podemos confiar. Sé que nos vamos a enfrentar a un buen equipo con buenos jugadores y vamos a dar lo mejor en el campo para llevarnos la victoria», así, con la modestia que lo caracterizado en cada una de sus entrevistas nos adelantaba lo que podía ocurrir en el Petco Park de San Diego frente a la franquicia más ganadora de MLB.
Apenas unos minutos después, madero en mano, Arozarena volvía a ser el impulso de Tampa. Con un jonrón solitario los puso en la pizarra e igualó las acciones con los del Bronx, que en definitiva ganaron en ese primer partido 9×3. Él, ese día bateó de 4-3.
El martes, en el segundo enfrentamiento, volvió a pegar jonrón en su primer turno al bate, ejerciendo una especie de liderato en el grupo. Un liderato natural, espontáneo. Finalmente se fue de 4-2 y cada hit que pega es una nueva marca establecida para él, para la franquicia y para la historia de los cubanos en las Mayores. Y si lograron empatar la serie, tras la victoria 7×5, es justo decir que tuvo que ver con lo que él hizo.
Todavía Arozarena no se ha enfrentado a Aroldis Chapman, su compatriota, temido cerrador que aún no ha actuado en este playoff pero que tiene muy buenos números ante los Rays.
«Se que Chapman tiene unos números muy buenos contra Tampa. Se que me voy a enfrentar a uno de los mejores cerradores de Grandes Ligas. Él también se enfrentará a un gran bateador. Así que el terreno dirá la última palabra», finalizó diciéndonos el cubano.
El terreno dirá quien continúa en la lucha por el anillo de Serie Mundial. Por lo que ha ocurrido hasta ahora, los de Tampa han mostrado consistencia mientras los de Nueva York, llevan consigo el peso de la historia. En el caso propiamente del cubano de Mantua, se ha ganado el respeto y la atención de la fanaticada. Es una figura que está por escribir su historia pero que a todas luces muestra las condiciones para el esperado salto de calidad.